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Los cines de verano: un “oasis” de cultura y distinción ciudadana que podría desaparecer

Mesa redonda sobre los cines de verano

Juan Velasco

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¿Están en riesgo los cines de verano de Córdoba si no se reactivan en junio de 2024? Esa es la gran pregunta que se han planteado este martes en la mesa de debate sobre este asunto celebrada en el marco de Cinema23, la segunda semana del Cine de Córdoba.

Y la respuesta ha concitado un preocupante acuerdo: Sí. Todos los ponentes invitados a la mesa, el historiador de cine Rafael Jurado, la presidenta de la asociación Cine Cercano, Consuelo Borreguero, el presidente de EAEDAVA, Rogelio Delgado, y el crítico y profesor Octavio Salazar, han reconocido que, si no se reactiva el hábito -e ir al cine es básicamente un hábito-, es más que probable que los cines del verano tengan más pasado que futuro en la ciudad.

Ha sido el único acuerdo unánime en una interesante charla que no ha contado con la asistencia de ningún representante político entre el público, ni del Ayuntamiento de Córdoba, ni de la Junta de Andalucía, ni de la Diputación. Sólo Antonio Hurtado, concejal socialista, excusó su presencia por un proceso gripal, mientras que la portavoz de Vox, Paula Badanelli, acudió al acto pero se marchó antes de que empezara.

Así, ante la ausencia política, han sido los ciudadanos quienes han tomado la palabra para abordar la posible continuidad de los cines de verano, toda vez que la empresa que hasta ahora los gestionaba, Esplendor Cinemas, se halla inmersa en un periodo de incertidumbre tras la muerte de Martín Cañuelo.

El papel del Ayuntamiento

Y el papel del Ayuntamiento ante este panorama ha sido una de las claves de la jornada. La presentadora del acto, la periodista Marta Jiménez, recordaba que, desde el Consistorio, aún no han manifestado públicamente su intención (o no) de mediar para encontrar una solución de que dé continuidad al modelo actual, que ha catalogado como “un oasis” en medio del verano cordobés que, cambio climático mediante, cada vez es más duro.

Por su parte, el historiador Rafael Jurado, ha remarcado que la ciudad no se puede permitir perder “un patrimonio emocional y cultural” como son los cines de verano, y menos en una época estival en la que Córdoba no tiene tantos alicientes. Tampoco le parece inteligente que, en un panorama global en el que todas las ciudades se parecen cada vez más entre sí, se prescinda precisamente de estos espacios que son “un signo de distinción” propio. “En Andalucía no hay cuatro cines de verano en ninguna otra ciudad”, recalcaba Jurado, quien, si bien dudaba de si los cines de verano deberían ser gestionados desde lo público, apuntalaba que, al menos, “las instituciones tendrían que tener un interés político en preservarlos”.

A este respecto, Octavio Salazar también recordaba que, en un contexto en el que las formas de ver cine han cambiado y en el que la lógica capitalista marca la cultura, los cines de verano son “un acontecimiento cultural” con perspectiva “intergeneracional e interclasista”. Además, relataba como, cada año, pregunta a sus alumnos universitarios si van a las salas de cine regularmente y normalmente responden que no, mientras que, si centra la pregunta en los cines de verano, la respuesta cambia y sus alumnos reconocen que sí van.

La opinión a contracorriente la ha puesto Rogelio Delgado, presidente de la Asociación de Empresas de Distribución Audiovisual de Andalucía (EADAVA) y director de CADA Film. La suya ha sido también la opinión más profesional, al ser alguien que vive precisamente de la exhibición de películas. En este ámbito, desdeñaba la idea de que tenga que ser el Ayuntamiento quien impulsara la continuidad de los cines, y apremiaba, en primer lugar, a conocer los datos reales de espectadores que hay en Córdoba para, a partir de ellos, sondear el interés de una empresa o una asociación.

“Los datos que faltan son: ¿Qué tipo de cine se pone? ¿Qué da dinero, es el ambigú o lo que se ve en la pantalla? ¿Es el evento pero no la película lo rentable?”, se cuestionaba Delgado, que aclaraba que la mayoría de cines convencionales de Andalucía han sobrevivido porque son empresas familiares con décadas de tradición.

En este sentido, la presidenta de la asociación Cine Cercano, Consuelo Borreguero, se mostraba partidaria de que la mejor solución para la continuidad de los cines de verano pasaba por una cesión a una asociación que fuera capaz de gestionarlo. Para ello, de hecho, se aventuraba a cifrar en dos los contratos que ve necesarios para encargarse de la programación. “Con dos salarios de personas bien formadas se podrían abrir los cines de verano”, aseguraba. Delgado, a su lado, le espetaba: “Yo no te lo recomiendo”.

En cualquier caso, todos acababan coincidiendo en que, más allá del debate cuantitativo o económico, la singularidad de los cines de verano se basaba en si habían generado un hábito entre los cordobeses. Ante una respuesta afirmativa, el riesgo, por tanto, está en que se pierda ese hábito por segundo año consecutivo y los veranos cordobeses acaben viendo como se seca ese oasis de cultura y ciudadanía que tan bien cuidó durante años Martín Cañuelo.

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