¿Un verano sin cines de verano?
La pregunta está en el aire. A 21 de junio en el calendario, la falta de respuesta no trae buenos augurios. “Si este verano los cines del casco histórico no abren sus puertas creo que muchos valorarán la labor que hizo Martín durante las últimas tres décadas”.
La frase la pronuncia quien fue la compañera de vida de Martín Cañuelo, gerente de Esplendor Cinemas. Carmen Cabezas fue una mujer criada, y es literal, en los cines de verano cordobeses, donde trabajaban sus padres. A día de hoy y tras una vida ligada a estos espacios, Carmen se encuentra a la espera de conocer las últimas voluntades de Cañuelo y es incapaz de responder a la pregunta de qué ocurrirá con los cines.
Todo indica que por las fechas de final de junio a las que se ha llegado sin noticias y por el embrollo de papeleo que ha sucedido a la repentina y llorada muerte de Martín Cañuelo el pasado 28 de abril, los cuatro cines del casco, Fuenseca, Delicias, Olimpia y Coliseo tienen muy complicado inaugurar esta temporada.
Los tres primeros son propiedad de Esplendor Cinemas, la empresa exhibidora de Cañuelo, y el Coliseo de San Andrés ha sido explotado por esta empresa en régimen de alquiler durante las últimas décadas. Los cuatro están protegidos por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Córdoba como equipamientos desde mediados de los años ochenta.
Carmen Cabezas asegura que el Fuenseca y el Delicias “son cines rentables”, aunque no ocurre lo mismo con el Olimpia ni con el Coliseo, cuyos gastos de alquiler, los de este último, “son muy altos”. Unido a ello están las deudas. Esplendor Cinemas se hizo con tres de los cines del casco gracias a una subasta de la Agencia Tributaria en 2015, tras la incautación de estos lugares a su anterior propietario, el empresario y ex concejal Rafael Gómez Sánchez, alias Sandokán. Asimismo, la empresa modernizó algunos de sus proyectores para el cine digital en los últimos años con su correspondiente gran inversión.
Por tanto, en la lógica empresarial y mercantilista del sistema, si finalmente los tres cines se pusieran en venta, cualquier empresa exhibidora podría estar interesada en su compra o, al menos, en la adquisición de los cines más rentables.
En Córdoba son tres las empresas exhibidoras que operan: MK2 en el Tablero, francesa y con una amplia experiencia de programación uniendo cine de autor, películas comerciales y eventos culturales; la andaluza Unión Cine Ciudad, con multicines en el Guadalquivir; y la valenciana Cines Axion, la última en aterrizar en la ciudad y con multisalas en el Arcángel.
Aunque, tal vez, existan otras alternativas.
¿Puede la ciudad salvar sus cines de verano del abandono?
Aparte de la empresarial, los cines de verano de Córdoba tienen una dimensión social, patrimonial y también de memoria de la ciudad. Desde los años treinta hasta la actualidad, en Córdoba abrieron más de medio centenar de cines de verano. Nunca funcionaron todos de forma simultánea, pero en la década de los sesenta más de una treintena, con ambiente de barrio, del centro o del casco histórico, programaron películas bajo la canícula. Y es que en una época sin apenas aires acondicionados ni televisión, aquello significó una afluencia masiva. En algunos de los locales de verano hasta se llegaron a celebrar combates de boxeo y espectáculos flamencos o circenses. Algo que ya forma parte de la historia.
En 2017 un documental titulado Picadillo y cines, estrenado en el Fuenseca y surgido de un estudio de investigación llevado a cabo por EtnoCórdoba Estudios Socioculturales de la Universidad de Córdoba, recogió testimonios orales sobre el pasado reciente de los cines de verano como material socio-antropológico. Hace un año y en este mismo cine, PAX-Patios de la Axerquía organizó junto al Consejo de Europa un debate titulado Faro en un patio, donde se debatió cómo los patios y estos cines tratados como tal, eran una parte fundamental de la historia y la memoria de la ciudad y, a la par, de la permanencia de su valor social en la comunidad.
La arquitecta Gaia Redaelli ha recordado estos días en Kaunas (Lituania) en representación de PAX, donde precisamente se celebra una reunión de la Convención de Faro, la figura de Martín Cañuelo. Según la arquitecta, el exhibidor, “sin saberlo”, se hizo portavoz de los valores que defiende esta convención y el propio Consejo de Europa con su compromiso con estos espacios.
En España y, sobre todo en Europa, existen ejemplos de pequeñas rebeliones ciudadanas que salvaron grandes pantallas en pueblos y ciudades. Movilizaciones vecinales que permitieron recuperar cines bajo la gestión, por ejemplo, de entidades sin ánimo de lucro tras la adquisición de estos espacios por parte de alguna administración. Algo que se intentó en Córdoba con el Cine Isabel la Católica -que duerme junto al Alcázar en el cementerio de los cines abandonados y en ruina del centro- por parte de la asociación Cine Cercano, sin que nada prosperara felizmente por la falta de voluntad de nuestros gobernantes.
Otra de las opciones que podrían garantizar la estabilidad futura de los cines de verano es que el Ayuntamiento, con sus nuevos fichajes en Cultura, mostrara cierta sensibilidad y se hiciera con estos espacios para después otorgar cesiones de uso, ya sean comerciales, culturales sin ánimo de lucro o híbridas. De hecho, el Ayuntamiento, que ya se ha interesado por el futuro de los cines de verano sin concretar aún nada, llevaba más de un año programando actividades culturales en estos espacios de forma habitual y fuera de la temporada estival gracias a un acuerdo de colaboración con Esplendor Cinemas.
Este compromiso garantizaría la vida de estos espacios, el derecho a la cultura en el casco histórico, la preservación de la memoria de la ciudad, obviando la amenaza de que durmiera el sueño burocrático de otros espacios como la Pérgola de la Victoria.
Un homenaje para el gran legado de Martín Cañuelo
Por su parte, la Filmoteca de Andalucía, dependiente de la Junta de Andalucía, prepara un homenaje a Martín Cañuelo, tras el pequeño acto espontáneo de reconocimiento que tuvo lugar el día de su muerte, justo antes de la proyección de aquel viernes 28 de abril.
La parte más material del legado de Martín fue su colección de carteles de cine, taurinos, flamencos, programas de mano o revistas de cinematografía, una de las más importantes entre las colecciones privadas de este país. Tanto, que fue la única colección no institucional que donó obra en 2017 a la exposición La guerra en cartelera. 80 años de cine sobre la Guerra Civil, junto a obras de colecciones como la de la Filmoteca Española o el Centro documental de la Memoria Histórica. Una colección que bien valdría un museo en alguno de los muchos edificios abandonados del casco histórico de Córdoba.
Porque Martín Cañuelo hizo cumplir muchos de los sueños que esta ciudad ni siquiera sabía que tenía. Construyó nuestro particular 'Cinema Paradiso' en el casco histórico de Córdoba y lo menos que puede hacer esta ciudad por él es cuidar sus sueños de celuloide. Porque, como confiesa Carmen Cabezas, “Martín vivió para los cines y murió de tanto que se preocupó por ellos”.
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