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El año de gloria de Esperanza Guardado

La actriz cordobesa Esperanza Guardado | VÍCTOR BRENES

Juan Velasco

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Los espectadores que asistieron en octubre del año pasado al Festival de Microteatro Instanteatro y tuvieron la oportunidad de ver Mi cuerpo es capitalismo, la pieza que presentó entonces la actriz Esperanza Guardado, pueden dar testimonio de que la joven intérprete provocó un silencio sobrecogedor al que siguió una de las ovaciones más sonadas de aquel maratón de teatro local.

Guardado no requirió entonces más presencia que la suya, ni más apoyo que un puñado de Beats de Techno y unas luces parpadeantes, como el estado de ánimo que retrataba la actriz en apenas veinte minutos. Porque Guardado no necesita ni mucho espacio ni mucho tiempo para brillar. Un poco de confianza y un buen casting. Así es como, sin dejar de lado el teatro -estuvo con Vértebro en la obra perseguida por Hazte Oír- y otros proyectos multimedia -Espe contra el mundo-, esta menuda actriz se ha colado en tres de los proyectos más suculentos del año en España.

El primero de ellos es Dolor y Gloria, la última película de Pedro Almodóvar, donde tiene “cinco segundos de gloria” en un papel pequeño pero con el que ha cumplido un sueño -casi el sueño de toda actriz en España-: el de convertirse, aunque solo sea durante unos instantes, en una chica Almodóvar. Su participación en el film llegó vía casting, tal y como cuenta ella: “Hice prueba para otro personaje que al final no salió, pero les debí caer en gracia, y me han dado un papel muy pequeño de enfermera”.

El resultado ha sido “la mejor experiencia” de su carrera, según la actriz, por lo que han representado en su vida Almodóvar y Antonio Banderas. “Yo vengo de un barrio un poco kinki y con 16 años vi La Mala Educación y me di cuenta de que no podía seguir así. Me dije: 'Yo quiero ser actriz, que es algo que sabía de toda mi vida'. Luego he visto todas las demás, hasta dar con La Ley del Deseo, que es mi preferida”, confiesa Guardado, que añade que “la mejor chica Almodóvar” es Antonio Banderas en esa película, pues tiene “el mejor papel de la historia”.

Con esos mimbres, la actriz cordobesa llegó “nerviosísima” en un rodaje de El Deseo y se plantó delante de la claqueta. “Me puse muy contenta cuando me vi en la película, porque yo estaba segura de que lo había hecho muy mal. Pero salgo. Salgo muy poco pero salgo muy guapa”, bromea sobre su pequeña participación en Dolor y Gloria, cuya premiere fue la semana pasada y a la que acudió mientras ultimaba su participación en Jura de Bandera, una pieza del grupo Vértebro que dos días después motivaba una campaña de colectivos ultracatólicos como los abogados cristianos y Hazte Oír.

Sobre esta polémica, la actriz lo cataloga como “momento fantasía”. “Vértebro lo hace todo con un gusto y un criterio que no es para armar la que se ha armado. Ellos nunca hacen nada para mofarse de algo, sino que recurren a la idiosincrasia nuestra, y usan imágenes con las que hemos convivido toda la vida. Es normal que utilicen la Semana Santa cuando se han criado con ello. No vas a poner una hamburguesa del McDonals, pondrás un serranito”, explica la intérprete, que le quita hierro al asunto.

Es lo habitual en Guardado, la naturalidad. Es la máxima que ha dirigido una carrera que comenzó a brillar con un personaje identitario: Bridget Jones de Triana, una webserie que le dio sus primeros reconocimientos nacionales y que parecía el paso natural tras haber colaborado como secundaria en la popular Malviviendo. De internet acabó dando el salto a la televisión, con varias apariciones en series como Centro Médico o Allí abajo. Nada de la envergadura de su siguiente proyecto televisivo: la segunda temporada de La Peste, del director Alberto Rodríguez para Movistar+.

Sobre su participación en este proyecto prefiere no avanzar gran cosa, pues los creadores llevan el rodaje entre gran secretismo: “No sé qué puedo contar. Solo que es un papel pequeño pero que comparto escena con Julián Villagrán”. La constante durante la charla será “arañarse la cara”, que es como la actriz define el estado de histeria contenida que le provoca compartir plano con actores a los que admira.

Es también lo que le ha ocurrido con el último de los proyectos que tiene en cartera para este año: La trinchera infinita, la película que José María Goenaga, Jon Garaño y Aitor Arregui han dirigido tras el exitazo de Handia (diez premios Goya) y en la que comparte casting con Antonio de la Torre y Belén Cuesta, con un papel “con más esquinas y profundidad” en un proyecto que cree que “va a ser un pepinazo”.

“Es verdad que toda la gente con la que me he cruzado se ha portado muy bien conmigo y estoy muy contenta y feliz. Pero Belén ha sido algo que no es normal. Me dio mucha seguridad en el rodaje, confió mucho en mí”, reconoce sobre el feeling con la malagueña Belén Cuesta. Lo que vendrá tras la película de Goenaga, Arregui y Garaño solo ella lo sabe. Al igual que tiene claro qué hubo antes y no se olvida de aquel día en que se plantó y pensó: “Yo he hecho mucho underground, pero quiero comer de esto”. E hizo la maleta y cogió rumbo a Madrid.

“Si te pones a contar la gente con la que has trabajado en el último año, te salen unos cuantos Goya”, le pregunta el periodista. “Sí, vamos, no me caben los Goya en la casa”, remata con toda la guasa Guardado. Espe contra el mundo.

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