Villegas, Assad y Rodrigo abren el Festival de la guitarra
Anoche no llegó a completarse ni la mitad del patio de butacas del Gran Teatro de Córdoba para escuchar el concierto de inauguración
El concierto comenzó frío, con tres Saudades do Brasil del compositor Darius Milhaud para orquesta. Obras menores que pasaron desapercibidas, de calidez caribeña en las melodías, turbadas por estridencias y heterogeneidades orquestales muy deslabazadas y de escaso empaste.
Afortunadamente, la obra de Assad fue de un enorme y agradable contraste. Esta vez sí para solista y orquesta, nos hizo disfrutar de un Pablo Villegas animoso, intenso y expresivo.
La obra, Concierto Popular do Río, estructurada en tres movimientos bien ha merecido la pena el encargo del festival. Muy bien escrita e instrumentada, neorromántica en su concepción, estructurada en tres movimientos cargados de melodías infinitas y bien desarrolladas, equilibrado en el manejo de los diálogos, solos, timbres y empaste y fielmente ejecutada por la orquesta de Córdoba dirigida por Juan Luis Pérez.
Destacable la instrumentación con lira y vibráfono del primer movimiento, la expresividad de Villegas y algunas texturas casi descriptivas que nos adentran en un paisaje selvático. El segundo movimiento, modal, mucho más lírico que el primero, con un discurso melódico más trabajado y algo más exigente para el solista, fue resuelto magistralmente. Alternaba una bellísima melodía sensual entre guitarra y oboe, con trazos impresionistas con reminiscencias a Ravel y que demuestran que Assad no sólo es un guitarrista enorme sino que como compositor también es capaz de mostrar toda su sensibilidad. Nada excesivo en los pasajes más dramáticos a cargo de guitarra y violín.
El tercer movimiento, ejercicio de genialidad, muy rítmico y percusivo, incorporando la marimba y efectos en los vientos, rindió tributo a la samba de un modo intenso y vibrante. Los momentos solistas de guitarra más íntimos destilaban la mejor de las esencias brouwerianas. El público recompensó a Villegas con un gran aplauso antes de irse al descanso.
La segunda parte de nuevo comenzó con un par de piezas, Solerianas, para orquesta sola, de factura menor, neoclásicas, aunque interpretadas con solvencia.
Como cierre, la orquesta junto con Pablo Villegas interpretaron el Concierto de Aranjuez (Rodrigo), cuyo primer movimiento fue muy bien ejecutado, sin excesos y disfrutable. El segundo movimiento, el más famoso e internacional, fue de auténtico éxtasis. Villegas demostró su capacidad para conmover, su capacidad expresiva y su amor a la guitarra, siendo además capaz de un virtuosismo casi estoico en los pasajes más rápidos y exigentes. El público puede haber dado fe de esto en el tercer movimiento del concierto. Al finalizar no se hizo esperar el aplauso del público, que recibió de pie por dos veces a Villegas en sus saludos.
Ni corto ni perezoso, el solista dedicó amables palabras a la orquesta y su director y tocó un par de bises que volvieron a animar a las personas que anoche nos reunimos a disfrutar del festival: la Gran Jota de concierto de Tárrega y una visión particular del Tango en Skai de Roland Dyens, otro grande habitual del festival de la Guitarra de Córdoba.
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