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Dos Torres: la ruta por los escudos que hablan de la nobleza

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Carmen Reina

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Al norte de la provincia cordobesa, el municipio de Dos Torres ofrece al visitante parte de su historia en un recorrido por las casas solariegas que durante siglos han trazado el urbanismo de la localidad. En manos de grandes y medianos propietarios, se edificaron grandes casas en el pueblo por parte de familias de la nobleza e hidalguía, linajes que dejaron su huella en la arquitectura del municipio.

Tal es la esencia de estas casas en el urbanismo de Dos Torres que una de ellas, de finales del siglo XIX, se ha conservado y rehabilitado por parte del Ayuntamiento para hacer de museo local y mostrar al visitante cómo son estos típicos hogares históricos del pueblo. Con su propia bodega, su cocina de matanza y secadero, su capilla y su patio con corral, cuadra y pajar -además de las estancias de descanso-, casas como la que hoy alberga la oficina de turismo del pueblo identifican la historia de la localidad.

Una historia que tiene un episodio clave en el siglo XIX, fecha de la que data el nombre de Dos Torres, cuando el general Espartero dictó la unión de la hasta entonces villa de la corona Torremilano y la villa de señorío Torrefranca, hasta entonces separadas por una muralla debido a intereses sociales y económicos.

Ahora, el visitante puede conocer de primera mano esa historia y recorrer un itinerario turístico por las grandes casas que permanecen en el pueblo e identifican a sus históricos moradores a través de los escudos que muestran en sus portadas: un total de nueve paradas en otros tantos edificios completan esta ruta que habla de la nobleza que habitó en Dos Torres entre los siglos XV y XVIII.

Nobleza e hidalguía de unos vecinos que dejaron una heráldica emblemática presidiendo sus casas, no solo como muestra artística sino con la finalidad de pregonar su rango social elevado, su prestigio social y un alto poder económico. Y es que la villa de Torremilano fue en la práctica la capital político-administrativa de las Siete Villas de Los Pedroches a partir del siglo XVI y en ella se establecieron gobernadores, tenientes, jueces y corregidores, entre otros altos cargos.

Todos ellos y sus familias habitaron casas con fachadas y portadas donde se pueden ver hoy los escudos como símbolos de su privilegio, que rubrican sus edificios con señas de la heráldica que les define. Y así, el visitante puede ver los escudos en las casas de los Morillo-Velarde, una familia que llegó desde Navarra a la provincia cordobesa y en el siglo XVIII formó parte de la oligarquía local ocupando cargos de relevancia política y religiosa. Casas y mansiones palaciegas donde labraron en el granito típico de la comarca el sello de su linaje.

Otra de las paradas de esta ruta lleva hasts la casa de Bartolomé García Bejarano, que ocupó puestos como el de alcalde, regidor en la villa y teniente de gobernador y, unas calles más allá, el escudo del corregidor Francisco Miguel Díaz de Mendoza –primer corregidor de Los Pedroches a mediados del siglo XVIII- o el de los Jurado de Pedrajas –nombrado Alguacil Mayor perpetuo- son también muestras heráldicas de las familias que ostentaban el poder en el municipio.

Y, junto a los de las familias de las altas esferas, otros escudos se muestran en esta ruta turística por Dos Torres: los que el Cabildo o la Corona colocaba en sus edificios como sello oficial e inequívoco de su propiedad. Es el caso del escudo real en las Carnicerías Públicas y del escudo y ventana labrados en una casa propiedad en su día del Cabildo. Arte labrado en piedra con motivos de nobleza y escala social que quedaron grabados en el urbanismo y la historia de Dos Torres.

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