Tensión y distensión en una semana de guerra fría en el Ayuntamiento
El pacto de gobierno en el Ayuntamiento de Córdoba ha vivido su semana más crítica y por ambos lados. Por uno, la crisis con Izquierda Unida después de que el PSOE lograra retirar del orden del día del Consejo Rector de la Gerencia de Urbanismo un informe sobre Cosmos, logrando el apoyo de PP y Ciudadanos. Por otro, con la agrupación de electores Ganemos Córdoba decidida a no aprobar, al menos por ahora, votaciones clave del cogobierno, como los impuestos y ordenanzas fiscales del 2018.
Fuera de los focos, ha sido una semana de llamadas de teléfono de madrugada, reuniones al más alto nivel por la mañana, reproches al mediodía y distensiones por la tarde, aunque muchas veces no en ese orden. Ante los focos, unidad en un cogobierno que la alcaldesa, Isabel Ambrosio, dijo que actuaba como una “piña”, disparidad de criterios “lógicos” entre dos fuerzas políticas distintas que comparten gobierno y exigencias también “normales” de Ganemos.
La semana arrancó el lunes con la crisis más grave. El voto del PSOE en el Consejo Rector de la Gerencia sentó peor que mal en IU. Tanto, que se cortó la comunicación entre los socios de gobierno durante una jornada entera. De madrugada y sobre todo a partir del martes, se sucedieron las reuniones en las que finalmente se salvaron los muebles. Algunas fuentes en IU señalaban que el objetivo del PSOE era romper ya el pacto de gobierno, como ocurrió en la Junta con la presidenta Susana Díaz en el año 2015 tras la crisis de la Corrala Utopía. Fuentes socialistas lo negaban. “No estamos locos. No vamos a gobernar con siete concejales frente a 22”, decían altos cargos del PSOE. Por eso, la herida abierta y que manaba abundantemente comenzó a coserse, que no a cicatrizar.
Pero llegó el martes. En la Comisión de Hacienda previa al Pleno de esta semana Ganemos decidió abstenerse. PP, Ciudadanos y UCOR votaron en bloque en contra. Ya ocurrió en 2016 con los presupuestos. Ganemos se abstuvo y luego en el Pleno votó a favor. Este año ha pasado antes y, de momento, parece que las exigencias de la agrupación de electores para con el cogobierno son más firmes que en 2016.
En julio, Ganemos celebró una asamblea ciudadana. En ella, la agrupación decidió ser más firme con el cogobierno. La primera batalla que se ha librado no ha sido con las ordenanzas fiscales, sino con la Velá. Los vecinos (algunos en la órbita de Ganemos) decidieron desmarcarse de la organización de la Velá de la Fuensanta. Incluso se llegaron a plantear protestas, con una nueva edición de la llamada Revelá de la Fuensanta. Pero la alcaldesa movió ficha y decidió nombrar a Antonio Manuel Rodríguez como pregonero, uno de los nombres que le dieron los vecinos. ¿Consecuencia? Protestas desactivadas.
Mientras avanzaba la semana, en esta especie de guerra fría que vive el tripartito, han comenzado los primeros contactos para ver cómo Ganemos puede acabar apoyando los presupuestos y las ordenanzas fiscales, sin que de momento exista una sintonía total, ni mucho menos. Pero al menos se ha logrado una cierta distensión en las relaciones, como se vio durante la Velá de la Fuensanta, en la que las tres formaciones acudieron juntas pero no revueltas.
El panorama hasta el final del mandato será este. Las tres formaciones tratarán cada vez más de tener un perfil propio y para hacerlo no dudarán en desmarcarse del resto, abriendo de esa manera crisis que habrá que ir cosiendo. La moción de censura del PP queda descartada, al carecer de la mayoría absoluta necesaria para registrarla. La estabilidad municipal, por tanto, dependerá de esos tira y afloja.
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