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Magno Vía Crucis de Córdoba
El Vía Crucis Magno como un recorrido por la historia de la imaginería

Penas de Santiago

Rafael Ávalos

2 de octubre de 2025 20:22 h

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Recién iniciado octubre la espera se hace más intensa. Porque se vislumbra el Magno Vía Crucis de Córdoba, que conmemorará el sexto centenario del rezo de las Estaciones en Occidente con el impulso del Beato Álvaro. La cita reunirá hasta 34 pasos de la capital y la provincia, de forma que permitirá recorrer la historia de la imaginería en las calles de la ciudad. No en vano, el sábado 11 pondrán rumbo a la Mezquita-Catedral obras de todos los tiempos, o casi, desde un teórico Gótico a los días actuales.

El paseo por el legado de arte religioso arranca en el siglo XIII con el Santísimo Cristo de las Penas. Aunque voces de sobra autorizadas creen en una datación posterior. Por ejemplo, Alberto Villar, catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad de Córdoba, apunta a fechas entre el XIV y el XV. No obstante, es la talla más antigua de la Semana Santa de Córdoba y de cuantas estarán presentes en el acto extraordinario. De ahí se produce un salto hasta la centuria del XVI.

En 1576 llegó a Montilla el Santo Cristo de Zacatecas, un imponente crucificado con origen en el México colonial. Se trata de la imagen novohispana o indiana más pretérita de las que existen en la provincia. También a ese siglo pertenece el Santísimo Cristo del Remedio de Ánimas, de hechura anónima, pero relacionado con la escuela genovesa. Entre ese siglo y el XVII se fecha otra obra, que como la anterior es de la capital. Es la de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

Nuestro Padre Jesús de la Columna de Priego de Córdoba

Maestros de la imaginería

La del XVII quizá sea la centuria dorada de la imaginería. Córdoba cuenta con una joya de ese tiempo. No es otra que Nuestra Señora de las Angustias, obra magna y póstuma del vecino de San Pedro Juan de Mesa. Su valor, no sólo devocional, es incalculable. Al igual que ocurre con la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Columna, que otorga un trabajo del sevillano Pedro Roldán a Lucena. Son maestros de la escultura religiosa, y otros dos nombres surgen en este ámbito. Son los de Alonso de Mena y su hijo Pedro.

Al primero se le atribuye la realización en 1640 de Nuestro Padre Jesús de la Columna, pero de Priego de Córdoba. Mientras, tradicionalmente se creyó que su descendiente y alumno dio forma a Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto y Nuestro Padre Jesús Caído. Sin embargo, en los últimos años se consideró autor del segundo al balear Bernardo de Mora. Del mismo siglo son Nuestro Padre Jesús de la Pasión, Nuestro Padre Jesús del Buceso y el Santísimo Cristo de la Expiración de La Rambla.

De la centuria del XVI a la del XVIII, en la que salieron de las gubias las dos obras que más devoción generan en la capital. En 1713 entregó Fernando Ruiz-Díaz de Pacheco la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado y en 1719 culminó Juan Prieto la de Nuestra Señora de los Dolores. Y en 1724 finalizó Fran Juan de la Concepción la talla de Nuestro Padre Jesús del Calvario. Por otro lado, de esos cien años quedó para Aguilar de la Frontera Nuestro Padre Jesús Caído, del valenciano Blas Molner.

Virgen de la Paz y Esperanza

La continuidad en el siglo XX

Quedará atrás el siglo XIX, que tampoco es que fuera favorable para las cofradías en la provincia. En el Vía Crucis Magno se representará la continuidad desde el siglo XX, del que será su primer exponente María Santísima de la Paz y Esperanza. Martínez Cerrillo la legó en 1939. El autor bujalanceño, esencial en la Semana Santa de Córdoba, estará presente también con Nuestro Padre Jesús de la Sentencia (1944) y María Santísima de la Esperanza (1946).

En la posguerra se realizaron, además, Nuestra Señora de las Angustias de Montoro, de Pío Mollar (1941); el Santísimo Cristo de la Caridad de Pozoblanco, de Carlos Bravo (1942); Nuestro Señor Jesucristo del Santo Sepulcro de El Carpio, de Castillo Lastrucci (1944), y el Santísimo Cristo de las Aguas de Palma del Río, de José Izquierdo (1955). De 1978 es Nuestro Padre Jesús Humilde en su Coronación de Espinas, de Francisco Buiza. Y de finales de los ochenta habrá tres obras.

Juan Manuel Miñarro esculpió Nuestro Padre Jesús de las Penas y de la Oración en el Huerto de Cabra (1987) y Nuestro Señor Resucitado (1988). Francisco Berlanga hizo lo propio con Nuestro Padre Jesús de los Afligidos de Puente Genil en 1988. En los albores de la década de los noventa, mientras, Antonio Dubé de Luque sacó de sus gubias la imagen de Nuestro Padre Jesús, Divino Salvador, en su Prendimiento. En adelante se leen nombres como el de Miguel Ángel González Jurado.

Santísimo Cristo de la Oración y la Caridad, de la hermandad de la Conversión

El último cambio de centuria

Del último imaginero citado habrá tres titulares en el Magno Vía Crucis. Serán Nuestro Padre Jesús de la Redención (1992), Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena (1993) y, ya del siglo XXI, María Santísima de la Esperanza del Valle (2001). No en vano, se reflejará en ‘Córdoba, Vía Sacra de Occidente’ el último cambio de centuria. Antonio Bernal talló a María Santísima de la O y Francisco Romero Zafra a Nuestro Padre Jesús del Perdón, los dos en 1993.

Y tras la bendición de Nuestro Padre Jesús de la Fe en su Sagrada Cena se dieron dos más, en lo que se refiere al Magno Vía Crucis, dentro del presente siglo. En 2003 realizó Salvador Madroñal la imagen de Nuestro Padre Jesús en su Coronación de Espinas de Fernán Núñez. Mientras, Pedro García Velasco ofreció la obra más reciente de las que se contemplarán el 11 de octubre: el Santísimo Cristo de la Oración y la Caridad, de la hermandad de la Conversión (2016). Todo esto, sin contar con las figuras secundarias.

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