Ruido de armas sobre la ciudad de la concordia
El 4 de junio de 2009, el flamante presidente de Estados Unidos, Barak Obama, se subió a la tarima de la Universidad de El Cairo para pronunciar un discurso histórico. Las relaciones entre la gran superpotencia y el mundo árabe se encontraban maltrechas tras la Guerra de Irak y Obama buscaba un asidero al que agarrarse para reactivarlas. Lo encontró. Ante un auditorio entregado, el presidente americano rescató un referente milenario de concordia y diálogo entre culturas que la audiencia iba a comprender de inmediato. “El islam tiene una larga tradición de tolerancia”, proclamó. “Lo vemos en la historia de Al Andalus y Córdoba”, declaró con toda solemnidad.
Obama no halló un mejor ejemplo para visibilizar ante un mundo convulso que alguna vez en algún lugar hubo un escenario de entendimiento entre tres religiones monoteístas que han librado mil batallas fratricidas. Más allá del debate sobre la realidad histórica de la convivencia en Al Andalus, el mito de las tres culturas ha logrado cimentar una imagen universal de Córdoba que ha atravesado siglos y latitudes. De hecho, buena parte de la marca internacional que la ciudad vende con éxito en las últimas décadas se ancla en aquel periodo califal donde judíos, cristianos y musulmanes construyeron un territorio común de coexistencia.
La primera plaza que los visitantes se encuentran cuando se apean del AVE es la de las Tres Culturas. Decenas de congresos, jornadas y seminarios se celebran en Córdoba desde hace años bajo la invocación del “diálogo”, la “convivencia” o la “concordia”. Y fue el prestigioso filósofo iraní Ramín Jahanbegloo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Toronto, quien en 2010 acuñó el término Paradigma Córdoba como símbolo universal de que el diálogo y la convivencia siempre es mejor y más humano que la guerra y la violencia.
Justamente 15 años después de que Obama lanzara el nombre de Córdoba por el mundo como bandera de paz, la ciudad se prepara para convertirse en uno de los ejes militares más relevantes de Europa. La Base Logística del Ejército de Tierra traerá una lluvia de millones y cientos de puestos de trabajo para una ciudad con enormes carencias socioeconómicas. El proyecto ha contado con la absoluta unanimidad de las fuerzas políticas, económicas, sindicales y culturales. De eso no hay duda. Pero también ha arrojado algunas interrogantes éticas sobre el futuro. La primera consecuencia tangible del efecto multiplicador de la Base Logística ha sido la ubicación en Rabanales 21 de una fábrica de lanzacohetes en colaboración con una empresa israelí que prueba sus armas sobre los territorios ocupados de Palestina.
La Base Logística no ha influido para nada en la imagen de Córdoba como ciudad de encuentro
La pregunta, por lo tanto, cae por su propio peso. ¿Peligra la imagen universal de Córdoba como ciudad de la concordia? ¿Es posible sostener el Paradigma Córdoba en paralelo al desarrollo de un emporio militar y armamentístico? El Ayuntamiento lo tiene claro. La marca simbólica de Córdoba como ciudad de diálogo no está amenazada. “La Base Logística no ha influido para nada en la imagen de Córdoba como ciudad de encuentro donde todas las religiones y las sensibilidades son bien acogidas”, sostiene Miguel Ángel Torrico, portavoz municipal del PP.
“Se trata de un gran proyecto de ciudad que nos pondrá en el mapa a nivel europeo en cuanto a logística y a puestos de trabajo”, puntualiza. Y que cuenta con un “gran consenso por unanimidad” de todos los agentes sociales, políticos, económicos, sindicales e institucionales, desde la Junta a la Diputación pasando por el Gobierno de España. Torrico cree que plantear el debate en estos términos es un “enfoque radicalmente erróneo”.
Y pone como ejemplo el hecho de que Córdoba sigue acogiendo grandes cumbres internacionales de todo tipo. “En septiembre, se celebra aquí el gran congreso de ciudades Patrimonio Mundial de la Unesco”, indica como muestra de que la imagen simbólica de Córdoba se mantiene intacta, y recuerda que el municipio “siempre ha estado asociado al Ejército de Tierra a través de la Base de Cerro Muriano”. Ninguno de estos proyectos, bajo su prisma, afectarán a la imagen universal de Córdoba, que seguirá siendo “atractiva para el turismo, el estudio y la convivencia”.
Manuel Torres es director de la Cátedra Unesco de Resolución de Conflictos, vinculada a la Universidad de Córdoba. Nació en el año 2006 como un centro de investigación y formación en torno a la cultura de la paz y la Alianza de las Civilizaciones. En todos estos años, ha organizado multitud de eventos y seminarios sobre la resolución pacífica de las tensiones internacionales y el análisis geopolítico.
La fabricación pura y dura de armas, a mí no me parece una industria adecuada para nuestra ciudad
Torres estima que la concepción inicial de la Base Logística del Ejército de Tierra, orientada al sector del transporte, el mantenimiento de equipos, las telecomunicaciones y la industria auxiliar, no ofrecía, a su juicio, ninguna colisión con la marca simbólica de Córdoba como ciudad del diálogo y el encuentro. “Que se instalara aquí caía como fruta madura”, asegura en conversación telefónica con Cordópolis.
El panorama ha cambiado, sin embargo, con la instalación de proyectos de otra naturaleza. Se refiere claramente a la fábrica que la empresa Escribano está construyendo en el Parque Tecnológico Rabanales 21 para desarrollar lanzacohetes en colaboración con una firma israelí, que prueba su armamento en los territorios ocupados palestinos.
“Si se van a instalar fábricas de armamento eso ya modifica la idiosincrasia del proyecto”, asegura. “La fabricación pura y dura de armas que están destinadas a la eliminación de personas, a mí sinceramente no me parece una industria adecuada para nuestra ciudad”, puntualiza. De hecho, explica Torres, en la formación de la Cátedra de Resolución de Conflictos se estudia el “armamentismo como una forma de violencia”. Y eso nada tiene que ver, insiste el profesor de la UCO, con la filosofía fundacional de la Base Logística.
Manuel Torres confía en que la fábrica de lanzacohetes sea un caso aislado. “Espero y deseo que no vaya a más la instalación de empresas destinadas a la fabricación de armas”. A su entender, el centro logístico fue diseñado con una misión distinta vinculada al desarrollo de programas tecnológicos, el transporte y las telecomunicaciones. Es en ese terreno donde podrían desplegarse sinergias con la Universidad de Córdoba. Y cita el caso de la patente del sistema antivuelco, desarrollada en la UCO para la industria agropecuaria y que posteriormente se ha aplicado en vehículos blindados.
La Fundación Paradigma Córdoba no es quien para poner en duda un proyecto de la magnitud de la Base Logística
La fábrica de Escribano concita las críticas más reseñables. Una plataforma ciudadana denominada Mejor sin armas, que agrupa a una quincena de asociaciones locales, ya ha expresado su rechazo. En varias comunicaciones públicas, lamentan que el Parque Científico de Rabanales 21 haya acogido un proyecto que incluye transferencia tecnológica israelí utilizada en combate en Gaza. “Córdoba, una ciudad reconocida históricamente como de diálogo, va a cambiar su sello por el de ciudad bélica”, afirmó el colectivo en un manifiesto difundido en marzo. Paralelamente, un grupo de estudiantes de la Facultad de Letras se encerraron días atrás en solidaridad con el pueblo palestino y exigieron la suspensión de cualquier tipo de colaboración con Israel, incluido el proyecto de lanzacohetes SILAM.
La Fundación Paradigma Córdoba para la Convivencia toma el testigo dejado por el filósofo francés Roger Garaudy en 1987 para relanzar la civilización de Al Andalus en el mundo sobre la base de la convivencia entre culturas. Administra el museo de la Torre de la Calahorra y la Biblioteca Viva de Al Andalus como instrumentos básicos para difundir sus objetivos fundacionales. Miguel Ángel Martos, secretario de la Fundación y director de la Calahorra, prefiere no opinar sobre la cuestión planteada por Cordópolis. “La Fundación Paradigma Córdoba no es quien para poner en duda un proyecto de la magnitud de la Base Logística promovido por el Ministerio de Defensa”, declara al otro lado del teléfono.
Martos subraya que el fin fundacional de la entidad es “mostrar el diálogo y la convivencia entre los siglos IX y XIII en Córdoba” y que entre sus actividades no figura abordar cuestiones relacionadas con el mundo contemporáneo. “Para eso están las administraciones”, señala. La Fundación promovió en 2019 el Foro de Córdoba, una iniciativa mundial para fomentar el “concepto de convivencia y su aplicación práctica a todos los niveles”. El proyecto nació con la vocación de convertirse en una cita internacional bajo la marca del Paradigma Córdoba. “No podemos mezclar churras con merinas”, espetó Martos ante las interrogantes planteadas por el periodista.
El proyecto militar entra en total colisión con el diálogo intercultural que ha caracterizado la historia de Córdoba
El teólogo y profesor de la Cátedra Unesco Juan José Tamayo tiene una posición firme frente a la Base Logística y el emporio militar que se avecina. “Es un proyecto que entra en total colisión con el otro proyecto de diálogo intercultural, interreligioso e interétnico que caracteriza la historia de Córdoba y que nosotros estamos activando”. Para Tamayo, uno de los mayores especialistas en cultura de la paz, el referente de la concordia entre religiones que simboliza Córdoba no es un asunto del pasado, sino que está siendo “resignificado” y “actualizado” para frenar la guerra cultural de hoy que está llevando al mundo a un esquema “amigo-enemigo”.
Este proyecto militar “deja sin efecto” todos los esfuerzos que se libran en esa dirección y representa un “golpe de muerte” a la iniciativa de Roger Garaudy de los años ochenta hoy reconvertida en la Fundación Paradigma Córdoba para la Convivencia. “Cualquier proyecto militar anula toda capacidad de diálogo y encuentro”, razona Tamayo. Y añade: “Todo lo militar es destructivo de la vida. Lo que fomenta Córdoba como símbolo de culturas es la racionalidad y el proyecto militar lo quiebra”.
El catedrático emérito de la Universidad Carlos III de Madrid lamenta además que el Gobierno destine 700 millones de euros a la fabricación de lanzacohetes en el contexto del crecimiento de las desigualdades sociales. Mucho más cuando el macro contrato incluye la colaboración tecnológica con una empresa israelí, lo que, en su opinión, “refuerza el sionismo político y el colonialismo sobre los territorios palestinos ocupados”.
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