Así ha quedado la sierra de Córdoba tras el gran incendio de esta semana

Desde lo alto de las Ermitas, Córdoba se despliega hacia el horizonte con el perfil sereno de la sierra. El fuego que comenzó este martes en la carretera de Trassierra ha dejado su marca, aunque no de la forma más visible ni devastadora. No hay un paisaje completamente ennegrecido; el viento, que avivó las llamas poco después de las siete de la tarde, también impidió que alcanzaran las copas de los árboles. Desde esa altura, el monte sigue mostrando zonas verdes, mientras que el fuego avanzó sobre todo por la vegetación baja y los matorrales.

Subiendo por la carretera de Trassierra se distingue con precisión el punto donde comenzó el incendio: una cuneta al borde del asfalto. A medida que la vía asciende hacia las Ermitas, el paisaje muestra nuevas señales. Varios parches rojizos destacan entre el verde: no es tierra, ni arcilla, sino retardante. Es la sustancia química que los aviones dejaron caer para frenar el avance de las llamas, una marca que permanece visible días después, como una línea de defensa dibujada sobre la sierra.

Durante las horas tranquilas del día, algunos vecinos se acercan hasta este punto elevado. Observan en silencio, con el gesto contenido de quien busca entender qué ha pasado realmente. Entre ellos, un antiguo trabajador del Infoca se detiene frente a las Ermitas. Vive en un pueblo de la provincia y ha venido expresamente para ver con sus propios ojos el alcance del fuego. Su mirada no es la del curioso, es la de alguien que conoce bien ese terreno, que ha vivido otros incendios y sabe leer el daño sin necesidad de cifras.

La sierra ha quedado marcada. Las llamas afectaron 84 hectáreas, sobre todo de matorral y monte bajo. Buena parte del arbolado se ha salvado, y desde las Ermitas es posible distinguir con claridad el contraste entre las zonas quemadas y las que resistieron. Desde esa altura, el incendio se entiende no sólo por su huella, sino también por lo que no llegó a consumirse.