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María Berral

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A finales de julio 113 niños saharauis llegaban a Córdoba llenos de miedo y, a la vez, emoción. Al otro lado, los que serían sus familiares de acogida durante un intenso mes. Unas intensas y breves Vacaciones en paz en las que estos niños han disfrutado de planes junto a sus familias y compañeros de viaje así como de las revisiones médicas necesarias -objetivo principal con el que viajan-. Este viernes han abandonado la ciudad entre lágrimas y sonrisas, un sabor agridulce que les hace contar los días para volver el próximo año.

Según ha contado a Cordópolis Ana Isabel Ramos, presidenta de la Asociación Cordobesa de Amistad con los Niños y Niñas Saharauis (Acansa), el mes se ha pasado muy rápido pero “estupendamente”. Porque lo bueno, si breve, dos veces bueno. Los niños han podido solucionar sus problemas médicos tras los chequeos que se les ha realizado. Pero a su vez han disfrutado de “un verano mágico” acompañados de sus familias de acogida.

Aunque por problemas que complicaron la llegada de estos menores con antelación, han tenido unos días repletos de actividades, encuentros y juegos. “Hemos tenido días de convivencia en piscinas de distintos municipios como Almodóvar o Montilla”, ha contado Ana. Pero también han disfrutado de un paseo en piragua en Hornachuelos o conociendo cómo trabajan los cuerpos de seguridad como la Policía o los Bomberos de Montilla.

Actividades que han compaginado con los planes que realizaban con sus propias familias como “visitas por Montilla, salidas a la playa, una fiesta en casa y otros quedadas con amigos”. Estos son lo que han hecho en la casa de Ana y Mariano.

Ahora, tras unos días tan intensos cuesta despedirse de los niños que han acogido como si fuesen suyos, y que han estado como si llevasen toda la vida con ellos. Las lágrimas han sido inevitables en esta despedida en la que 3 autobuses, que han partido desde el parking del Arenal hasta el aeropuerto de Málaga, desde donde los 113 niños regresarán con sus familias “que llevan más de 46 años en un campo de refugiados”.

Para muchas de las familias, como la de Ana, estas han sido las primeras Vacaciones en paz que ha ofrecido a una de las niñas saharauis. Sin embargo, no será el último. Y es como menciona la presidenta de Acansa, “aunque les expliques todo, no saben lo importante que es hasta que lo viven; entonces valoran la labor de poder cambiar la vida y el verano de estos niños”. A pesar de que son ellos los que transmiten más conocimiento a los mayores, “ellos nos ofrecen mucho más de lo que nosotros podemos darle”, ha señalado la presidenta de la asociación.

Tal es la experiencia que viven estas familias con los niños que muchos no dudan en repetir, como es el caso de Mariano y Ana, que incluso quieren viajar al Sáhara para reencontrarse con la familia de Fatma -la niña que han tenido acogida-. “Queremos que también nos enseñen un poco de su cultura”, cuenta la madre de acogida, que se ha mostrado encantada con la vivencia que han tenido. “Nos ha enseñado lo que realmente vale la pena y no valorábamos”. Un aprendizaje que continuará, para quienes quieran, el próximo año.

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