El motivo por el que el río Guadalquivir lleva más agua en plena sequía
Hace 15 días, el río Guadalquivir a su paso por Córdoba había dejado de fluir. En el azud de Casillas no corría el agua. Entre el Puente de Andalucía y el de Ibn Firnás el río se había estrechado, mostrando las costuras de su cauce. Bajo el Puente Romano el río se podía vadear sin mojarse los pies. Apenas un pequeño hilillo convertían al río grande de Andalucía en poco más que un arroyo. En plena sequía, el Guadalquivir también sufría la ausencia de precipitaciones. Sus afluentes están prácticamente secos (salvo el Genil) y apenas si se mantenía el conocido como caudal ecológico.
Ahora, el río ha resucitado. Y como con el debate de la demolición de presas o con la petición de la Junta de Andalucía a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) para que abra embalses para que haya cauce en el río Quema y el Guadiamar durante el Rocío se han disparado las diferentes teorías de la conspiración. Pero nada más lejos de la realidad en Córdoba.
La cuenca del Guadalquivir es la más regulada de toda la Península Ibérica. En total, tiene construidos 63 embalses, con una capacidad de retención de agua de más de 8.000 hectómetros cúbicos. La inmensa mayoría de los recursos (sobre el 90% del total) se destinan a regadíos. Y esa es la principal función de las presas construidas. En toda la cuenca viven 4,5 millones de personas. Su consumo también depende de gran parte de estos embalses, que están conectados entre sí y no siempre a través de canales (como el Guadalmellato o el Genil-Cabra) sino por los propios ríos.
Y ese es el motivo por el que el Guadalquivir resucita en plena sequía. Hace dos semanas, la Comisión de Desembalse decidió adelantar el regadío para salvar los cultivos leñosos. La misma Comisión dio por perdido el cultivo de arroz en las Marismas de Sevilla. Y de una manera quirúrgica decidió destinar 385 hectómetros cúbicos de agua (ahora mismo, en toda la cuenca quedan 1.966 hectómetros) para estos riegos extraordinarios con los que se busca evitar que se mueran los naranjos, limoneros y almendros del Valle del Guadalquivir.
El 14 de abril de este año, el aforo del Guadalquivir señalaba que en Córdoba el río había dejado de fluir. El río estaba 15 centímetros por debajo de la altura que debería llevar para que el agua se moviera. Al contrario, el azud de Casillas funcionaba como una especie de presa que impedía que discurriese el agua. Este viernes, tenía escasos seis centímetros de altura. Aunque a finales de abril llegó a alcanzar los 40 centímetros.
La causa está en que aguas arriba se están abriendo algunas compuertas de los embalses para garantizar el riego... aguas abajo. Poco a poco, han ido abriendo embalses. Lo hizo el Yeguas (ahora cerrado) que llegó a aportar hasta 10 metros cúbicos de agua por segundo al cauce. Y lo han hecho casi todos los embalses de la provincia de Granada que fluyen al norte y los de la provincia de Jaén. En Córdoba está levemente abierto San Rafael de Navallana, que aporta un metro cúbico de agua al segundo.
Toda ese agua logra que ahora mismo el Guadalquivir fluya a un ritmo de dos metros cúbicos por segundo a su paso por la provincia de Córdoba. No es mucho pero es suficiente para llevar agua, mantener el caudal ecológico y alcanzar las presas de derivación que suministran riego al Valle del Guadalquivir (muchas parcelas tienen sus tomas directamente en el río, otras bombean desde el cauce).
Y aún habrá más agua
En Córdoba, aún está prevista la resurrección de más cauces en las próximas semanas. Es el caso por ejemplo del canal del Guadalmellato, aún seco. O del propio río Guadiato en la zona de Almodóvar del Río. La gigantesca La Breña II está casi vacía pero en su interior retiene más agua que cuando la antigua La Breña I estaba llena. Toda ese agua es probable que se desembalse este verano. Lo mismo ocurre con otro embalse gigantesco, Iznájar, que poco a poco abrirá más compuertas para dotar de agua al río Genil y para llenar el canal de riego Genil-Cabra.
Pero si pasa el verano y no llueve los cauces se volverán a secar. Ocurrió el pasado otoño, antes de las lluvias de diciembre, cuando el cauce del Guadalquivir se secó completamente. En diciembre llovió de manera abundante y el río resucitó. Tanto que volvió a crecer hasta el límite del desbordamiento. Pero fue un espejismo que apenas duró una semana.
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