Cuando las lluvias arrasan tu hogar y toca volver a empezar con 70 años

El pasado sábado, en Cuevas Bajas (Córdoba), la borrasca Claudia convirtió un arroyo casi seco en una corriente descontrolada que arrasó la casa donde Manuel Perea Peña, de 69 años, y su esposa, Carmen Sindones Gallego, de 66, vivían desde hacía más de siete años. Habían elegido este lugar por la tranquilidad del campo. “Les gusta mucho la vida aquí”, explica la hija de ambos, Carmen, que recibe a Cordópolis con las botas de agua cuatro días después de la riada. Ese arroyo donde los nietos de este matrimonio caminaban en verano sin mojarse los tobillos es hoy el responsable de un desastre que casi les cuesta la vida a este matrimonio cordobés.

Hace apenas tres meses, Carmen había sufrido un infarto y se estaba recuperando poco a poco. La tarde del pasado sábado estaba el matrimonio solo en casa acompañado de sus cinco perros: dos muy bebés, uno más pequeño, y los otros dos con los que llevaba toda la vida, un pastor alemán y un bulldog francés. La tarde había sido de lluvias constantes, pero nada que no hubieran vivido antes, asegura Carmen. La hija de esta pareja habló con su madre alrededor de las 18:30. “¿Cómo va el arroyillo?”, le preguntó. “Bien, sin problema”, le contestó ella. Tras esto, Carmen se metió en la ducha y diez minutos después, tenía el móvil repleto de llamadas de sus padres. “Me llega el agua hasta las rodillas”, gritaba su madre.

La fuerza de la corriente del agua había derribado el muro exterior que rodea a la parcela -que la protegía, incluso, del arroyo-, abriendo de golpe un paso por el que entró toda el agua acumulada que bajaba de la sierra. Dentro de la casa, Manuel y Carmen luchaban por mantenerse en pie mientras la inundación subía sin freno y se quedaban sin luz. En la puerta, Manuel sujetaba a su mujer mientras ambos veían cómo su bulldog se ahogaba. De su perra pastor alemán, que llevaba 12 años con ellos, perdieron la pista. Esa es la herida que Manuel no puede nombrar sin romperse: “Le di biberones, la he criado… Me pongo malo de pensarlo. Me siento muy culpable. He ido al arroyo a ver si la encontraba, pero no”.

Cuando su hija y su yerno intentaban llegar hasta la vivienda, la carretera ya era un caos. Los remolinos de agua golpeaban el coche y varios vecinos les avisaron del peligro de continuar avanzando. A la vez, dentro de la zona inundada alrededor de la vivienda de este matrimonio, la Policía Nacional evaluaban cómo acceder, impedidos por la fuerza de la corriente. La casa estaba sin luz, con el agua casi a dos metros y sin posibilidad de entrar sin riesgo. Fue entonces cuando uno de los hijos del matrimonio, al llegar y ver a sus padres atrapados, decidió “tirarse” para salvar a sus padres.

Entonces, los agentes de la Policía Nacional organizaron una cadena humana y, aprovechando el único momento en el que el agua pareció estabilizarse, consiguieron acercarse a la puerta. Con una cuerda, y entrando en grupo, lograron sacar a Manuel y a Carmen entre la oscuridad, el lodo y la corriente. Tras su rescate, este matrimonio se ha instalado temporalmente en casa de un familiar en El Higuerón. Sin coche, sin electricidad y con su vivienda destrozada, no les ha quedado otra opción.

Cuando la familia regresó a la vivienda el pasado domingo, vio las consecuencias que la riada había dejado en su casa. En sus móviles guardan imágenes del caos que estos cordobeses se encontraron nada más cruzar por el camino de tierra por el que se accedía a la casa. Ya ahí se hacía intuir el desastre: las verjas que delimitaban una parcela de otra estaban completamente dobladas por la fuerza del agua. Los muros de cemento, destruidos. En la vivienda, la mayor parte de los objetos personales, en el suelo, destrozados. La corriente arrancó, incluso, el lavabo de uno de los baños.

No ha quedado casi nada. Solo se han salvado aquellos electrodomésticos que estaban en alto, como la televisión, un microondas y la campana extractora. En su empeño por intentar recuperar algo, Manuel tiende ropa sobre varias cuerdas suspendidas sobre una piscina, también con lodo. En montones agrupa objetos de todo tipo que él considera que puede recuperar. Cuatro días después de la riada, aún hay platos de la vajilla a unos cuantos metros de la vivienda. El Ayuntamiento de Almodóvar del Río ha instalado una cuba para que puedan ir tirarndo enseres. Entre los restos que yacen en el exterior de la casa, Carmen encuentra una fotografía hundida en el lodo. En ella aparecen su madre junto a su hermano, fallecido hace solo unos meses. La colocó boca abajo sobre un mueble roto. “Si mi madre ve esta foto, se viene abajo”, lamenta emocionada.

Para iniciar la reconstrucción de la vivienda, Carmen inició el pasado domingo una campaña de información a través de las redes sociales. Gracias a eso, un vecino, electricista, se está encargando de revisar toda la instalación eléctrica. Además, la clínica estética de esta cordobesa se ha convertido en un punto de recogida para todo aquel que quiera donar. A sus padres les hace falta de todo, pero lo principal es material de limpieza y poder levantar las vallas y el muro. “Sin esta seguridad, mis padres están vendidos”, asegura la hija de este matrimonio.

Esta familia trata de recomponerse porque lo han perdido casi todo, salvo lo más frágil y valioso: la vida. Ahora, en medio de una casa abierta en canal y un paisaje que no es el del pasado viernes, avanzan a base de ayuda vecinal y solidaridad. Queda muchísimo para que esta pareja de sexagenarios pueda volver a su hogar. Pero Manuel dice que no. Que Nochebuena la pasan él y su mujer en su casa. “Eso te lo aseguro yo”.