Las donaciones al Banco de Alimentos de Córdoba se hunden: las más bajas en 14 años
Corren buenos tiempos para casi nadie. Quienes más necesitan viven siempre en una interminable cuesta que se hace aún más cruenta cuanto más difícil es satisfacer las necesidades más básicas como es comer. De esto saben mucho en el Banco de Alimentos Medina Azahara de Córdoba, donde han hecho balance de los kilos de alimentos recibidos durante el último año. La cifra asciende a 2.870.820 kilos, la más baja de los últimos 14 años. Mientras haya personas que lo necesiten, el Banco de Alimentos continuará con su actividad. Otra cuestión bien distinta es cómo lo hará si las donaciones siguen mermando de esta manera.
A este futuro incierto se suma el que se vislumbra desde ya tras la aprobación de un Real Decreto que regulará una concesión directa, con carácter excepcional y por razones humanitarias, de una subvención a Cruz Roja Española para poner en marcha un programa de tarjetas monedero durante este año. Esta modificación afecta a unas ayudas básicas que funcionan con cargo a fondos europeos y que a partir de ahora serán solo para familias con hijos menores, un requisito que según los bancos de alimentos, y que secunda el portavoz del de Córdoba -Eladio Osuna-, deja desatendidos a una parte de los hogares desfavorecidos
Desde su creación hace 20 años, el Banco de Alimentos ha sufrido períodos oscilantes en lo que a donaciones se refiere. Su andadura apenas comenzó con 17.720 kilos de alimentos repartidos, una actividad solidaria que arrancó en octubre de 2004, ya que en mayo de aquel año fue incorporado a la Federación Nacional de Banco de Alimentos. No obstante, su creación se remonta a diciembre de 2003.
Desde entonces, voluntarios, entidades, organismos público y privados, y particulares han hecho que el Banco de Alimentos haya repartido toneladas de productos durante estas dos décadas en las cuales ha registrado datos realmente significativos que se remontan a 2015 y 2016. Durante estos dos ejercicios, la entidad recibió anualmente más de 6,5 toneladas de alimentos. Pero aquello solo fue un espejismo porque, después, las cifras empezaron a descender. Hasta que llegó la pandemia, cuando se recuperaron, hasta alcanzar las 4,4 toneladas.
Pero la realidad volvió a golpear al Banco de Alimentos cuando las donaciones bajaron en 2021, repitiéndose esa tendencia tanto en 2022 como en 2023. El descenso en este último ejercicio ha sido del 7%. Pese a ello, la organización ha atendido a centros de mujeres y niños, Cáritas, centros de rehabilitación social o psicosocial, residencias de mayores, parroquias, centros de atención a inmigrantes y a familias, y comedores sociales. En total, 82 entidades que han ayudado a 9.308 personas.
El portavoz del Banco de Alimentos reconoce que la inflación ha influido considerablemente en el número de kilos recibidos durante 2023. Los precios de los alimentos han experimentado una subida generalizada y ello ha provocado “que quien dona lo hace en menor cantidad. Si antes una persona daba tres productos, ahora dona uno”. A ello se suma la sequía, que ha ocasionado una disminución en las donaciones de frutas y hortalizas, y la reducción de los fondos europeos en aceite y leche, pasando de un millón de euros a 600.000 euros.
En la Gran Recogida, por otro lado, la organización recogió 30.000 kilos de alimentos, una cifra inferior a la registrada en años anteriores -en 2022 fue de 35.215 kilos- y motivada también por la inflación. Además, las donaciones en metálico bajaron, pasando de 164.560 euros en 2022 a 125.000 euros en 2023. Pese a todo, Osuna agradece cada kilo y cada euro donados porque todo suma y ayuda a mitigar las necesidades de beneficiarios cuyos perfiles también han cambiado. Y es que hasta la organización acuden trabajadores mileuristas a quienes les resulta imposible llegar a fin de mes.
Los alimentos donados, en datos
En relación con el programa FEGA (Frutas y Hortalizas), que involucra excedentes agrícolas, se registraron 439,016 kilos durante 2023. Se recibieron 21 tipos de productos, siendo los meses de mayo, junio y noviembre los más destacados en términos de volumen, mientras que marzo, septiembre y octubre registraron cifras más bajas. En comparación con 2022, hubo una disminución de 129,380 kilos en la distribución de frutas y hortalizas, representando 22,33 kilos menos por persona.
En cuanto a las entradas de productos del programa SECO, se recogieron un total de 1.828,664 kg en 2023. Destacan las contribuciones de cadenas y grandes superficies en el concepto de mermas, que representaron el 28,87% del total, un incremento del 6.91% respecto a 2022. La leche constituyó 520,609 kilos, un 28,47%, aumentando en un 8,63% en comparación con 2022.
Se observaron aumentos en la fruta fresca, tarjetas de compra y artículos de droguería, mientras que los refrescos, legumbres secas, verdura fresca, arroz y pasta experimentaron descensos.
Dada la transformación del FEAD en el Plan FSE +, estos datos son cruciales para anticipar las necesidades de alimentos básicos, considerando el cambio significativo en el número de beneficiarios.
En cuanto al reparto de productos FEAD (Unión europea y Gobierno Español), se distribuyeron 603.140 kilos, en las dos fases desarrolladas, que por cierto son las últimas después de más de una década de existencia de este programa. Además, hay que destacar la ausencia de leche y aceite, lo que ha obligado al Banco de Alimentos a hacer un sobreesfuerzo para conseguir esos alimentos, toda vez que en años anteriores la leche ha supuesto un 48% y el aceite un 7%.
Dado que los alimentos FEAD vienen adjudicados de acuerdo con los datos obrantes en la solicitud, todas las entidades han recibido los mismos kilos por beneficiario. La única excepción se produce cuando una entidad solicita, por alguna razón, no recibir determinado alimento, en cuyo caso se reparte entre el resto de entidades. En este programa no se producen desajustes en el reparto. En la primera fase se han repartido 11,19 kilos por beneficiario y en la segunda, 27,41 kilos.
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