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Trasplantes
Doble trasplante con atención domiciliaria: “Si no estás en el hospital, se te olvida que estás enferma”

Elena Aguilar, en un paseo tras el primer trasplante de médula, en settiembre de 2022.

Carmen Reina

30 de abril de 2023 05:30 h

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A Elena Aguilar, montillana de 48 años, una análisis de sangre rutinario le hizo saltar todas las alarmas. Lo que iba a ser un control para ver sus niveles de colesterol, advirtió de una anemia y otros signos no adecuados, que derivaron en más análisis exhaustivos. Atendida en un primer momento en el Hospital de Montilla, su hematóloga quiso comprobar con una aspiración medular sus sospechas y se confirmaron: Elena tenía un mieloma múltiple, un tipo de cáncer de la sangre -menos agresivo que la leucemia- y que suele afectar a pacientes de una media de edad de 70 años. Ella, por su juventud, su ausencia de otras patologías y las características de sus células, se ha podido someter a un doble trasplante de su propia médula en el Hospital Reina Sofía de Córdoba y, desde el mismo día siguiente, completar su tratamiento con atención a domicilio.

Es lo que se llama Trasplante Autólogo en Domicilio (TAD): “Si no te sientes hospitalizada y enferma, se te olvida que lo estás. A mí se me olvidaba que estaba mala y eso me ayudó mucho”, afirma Elena. “Mejoras en calidad de estancia durante ese tiempo, en un ambiente familiar, estás atendida constantemente, pero tienes libertad dentro de lo posible”, recuerda.

El mieloma múltiple de Elena es una enfermedad crónica, cuyo tratamiento pasa por 'adormecerla' durante el máximo tiempo posible. Suele aparecer en personas mayores, que pueden tener otras patologías a esas edades y una salud más deteriorada para someterse al tratamiento que incluye un autotrasplante de médula. En el caso de ella, su mediada edad y que no tuviera otras enfermedades, la ayudaron a ser candidata al trasplante autólogo. Eso, y que tenía “alteraciones citogenéticas de alto riesgo”, en sus células, explica su hematóloga en el Hospital Reina Sofía, Margarita Fernández. Esto indicaba que había más probabilidad de que la enfermedad reaparecería con un solo trasplante y se optó por realizar uno doble. “Está demostrado que hay resultados mucho mejores si conseguimos una enfermedad mínima”, de manera que quede de modo residual.

En el caso del mieloma múltiple, la donación de células puede hacerse con la propia médula de paciente y no es necesaria una donación de otra persona compatible, como en el caso de la leucemia. Con ello, ya juega a favor el que no haya rechazo a las células implantadas. “Hay muy pocos autotrasplantes con problemas de prendimiento, porque es su propia médula y no hay rechazo”, asegura la doctora.

Quimioterapia, dos trasplantes y una vida en casa con paseos

Con el diagnóstico hecho y el autotrasplante en domicilio designado, Elena se enfrentaba al camino para vencer a la enfermedad. Un primer tratamiento en cuatro ciclos “con corticoides y pastillas oncológicas”, recuerda, para preparar su médula y poder hacer el autotrasplante: “Había que resetearme la médula ósea”, dice gráficamente, sobre cómo eliminar la producción de células malignas. Una sesión de quimioterapia primero y luego un tratamiento para estimular la regeneración de la médula ósea, y Elena estaba ya lista para autodonarse células, que se extraen del torrente sanguíneo y pasan a congelarse, para cuando su cuerpo esté preparado para el trasplante.

“Te ponen un catéter, dos días de quimio para resetearte totalmente la médula, descansas un día y al siguiente te hacen el trasplante de tus células que estaban congeladas”, resume. “¡Huele a berberechos!”, recuerda con una sonrisa para explicar el olor del producto que conserva en estado óptimo las células congeladas y se olfatea a la espera del trasplante.

“Al día siguiente, ya estaba en mi piso”, cuenta Elena. El Trasplante Autólogo en Domicilio del Hospital Reina Sofía posibilita que, si las condiciones de la vivienda son adecuadas y hay una persona que pueda cuidar de manera constante y de forma óptima al paciente, este se vaya a casa y la convierta en la burbuja aséptica que necesita para concluir la fase del trasplante y ver que las nuevas células prenden en su organismo.

En el caso de pacientes de la provincia, como Elena, se dispone de viviendas cedidas por la Asociación Española contra el Cáncer en la ciudad, preparadas y con una exhaustiva limpieza para estos casos.

“Salvo tu cuidador, que en mi caso fue mi marido, nadie puede entrar al piso, debe ser una burbuja”, dice Elena sobre la necesidad de preservar la asepsia cuando su organismo estaba completamente inmunodeprimido para el trasplante y sin capacidad de defensa ante agentes externos. “No puedes beber agua del grifo, debes anotar todo lo que comes, beber dos litros de agua al día, controlar la orina y medirte varias veces al día la tensión, el oxígeno, la temperatura, las pulsaciones... Todo debe estar supercontroado”, recuerda sobre la rutina en aquellos días.

Y, junto a ello, recibía tres llamadas telefónicas y dos visitas cada día del equipo de enfermería del hospital. “Es una atención constante, pero no estar ingresada te dejar ir a tu ritmo. No tener una vía y el perchero del suero, sino el catéter tapado en un brazo, te da libertad de movimiento”.

Tanta libertad de movimiento que, a los días, Elena podía salir a dar paseos a la calle. “Con mi mascarilla, sin acercarme a nadie, pero podía pasear. No hay color con estar en el hospital”, dice. A los 16 días, cuando se hubo comprobado que las células habían prendido y habían empezado a regenerar su médula ósea, “me dieron el alta”, y volvió a Montilla. Una vida tranquila le esperaba en esas semanas, con sus revisiones para comprobar que había respondido bien al trasplante. Y para prepararse para el segundo: “Cuando se hacen dos, se ha comprobado que tarda más en volver a aparecer esta enfermedad que es crónica. Y yo estaba en manos de los médicos”.

En febrero de este año 2023, hace poco más de dos meses, a Elena se le realizó el segundo autotrasplante de médula y se repitió el mismo proceso que en el primero, también con el seguimiento posterior en domicilio. Y desde el 2 de marzo -cuenta-, “he vuelto a salir a la calle, hago vida normal, al principio algo cansada, pero ahora cada vez mejor”, dice con una voz que denota ya plena fortaleza. “Comida sana, aire libre y ejercicio”, es su plan de vida. Porque, como ella dice, sobre el mieloma crónico al que ha hecho frente, “estoy sana, pero enferma”. Ese era el objetivo, dejar a raya a la enfermedad, de forma testimonial, y que solo sea un recuerdo durante mucho tiempo.

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