Almendros, encinas y pinos potencian la presencia de un insecto para controlar la polilla del olivo
Un estudio desarrollado por el investigador Rafael Alcalá Herrera del grupo de Entomología Agrícola de la Unidad de Excelencia María de Maeztu-Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (Dauco) ha comprobado que la vegetación arbórea que existe alrededor de los olivares, compuesta fundamentalmente por pinos, almendros y encinas, potencia la presencia de los crisópidos en el olivar.
Al respecto, la familia Chrysopidae, conocida vulgarmente como crisópidos o crisopas, es un depredador clave por su especial papel sobre la polilla del olivo, una de las plagas de mayor importancia en el olivar, destacan desde la institución universitaria.
Aspirando la copa de 300 árboles entre abril y octubre, en cinco olivares ecológicos de la comarca de los Montes Orientales de Granada, el equipo ha obtenido un total de 3.900 muestras entre las que identificaron 20 especies de crisopas, donde Chrysoperla mutata, Chrysoperla pallida y Pseudomallada (prasinus) pp3 fueron las más comunes.
Esta biodiversidad de crisopas es importante, dado que el aumento de crisópidos adultos en las diferentes especies arbóreas adyacentes favorecería un mayor número de larvas en los olivos, algo fundamental para el control natural de plagas, puesto que en la mayoría de las especies de crisópidos capturados, la fase larvaria es la depredadora, mientras que la fase adulta se alimenta de néctar, polen y melazas.
Además, el estudio ha comprobado que a medida que aumentaba el número de larvas de crisópidos sobre el olivo, aumentaba el porcentaje de huevos depredados de la polilla del olivo.
Ahora bien, no todas las especies arbóreas son igual de atractivas para estos depredadores. Los crisópidos adultos se sintieron más atraídos por las encinas y menos por los pinos, mientras que las larvas se capturaron más en los olivos.
Asimismo, siete de las 20 especies de crisópidos fueron capturados tanto en el almendro y la encina, como en el olivo, por lo que se favorecía la movilidad por el agroecosistema.
El estudio, publicado en la revista Biological Control, “permite poner en valor tanto el uso de este agente de control en el olivar de forma natural, potenciando las poblaciones que ya existen, como el manejo que realizan los agricultores y las agricultoras de sus cultivos y de esos hábitat que hay alrededor”, sostiene Alcalá Herrera, quien ha participado en el proyecto junto a la investigadora Francisca Ruano de la Universidad de Granada (UGR).
De hecho, en la nueva Política Agrícola Común (PAC) se destinarán ayudas directas e indirectas para la conservación y el fomento de los hábitats adyacentes a los cultivos y las cubiertas vegetales con el fin de mejorar la sostenibilidad de los agroecosistemas.
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