Sierra Boyera desde el aire: así se ve el embalse que resucitó Nelson
Desde Belmez hasta el término municipal de Fuente Obejuna. Desde el aire, a unos 3.000 metros de altura, Sierra Boyera se ve majestuosa. El embalse cordobés ha resucitado esta Semana Santa gracias a las intensas lluvias asociadas a la borrasca Nelson y se ha convertido en uno de los más fotografiados, por muchas razones, pero principalmente porque hace un año estaba totalmente seco.
La presa se levanta en el término municipal de Belmez pero el vaso se extiende a través de 530 hectáreas por el río Guadiato, desde el municipio belmezano pasando por Peñarroya-Pueblonuevo y hasta el término municipal de Fuente Obejuna, en las inmediaciones del cerro de Masatrigo o de la antigua ciudad romana de Mellaria. Cuando se vació, el Gobierno construyó un bombeo provisional en La Colada. Pero el agua de este embalse estaba contaminada por años de vertidos incontrolados por lo que hubo que prohibir el consumo a 80.000 vecinos de la zona norte. Ese es otro de los motivos por los que Sierra Boyera ha sido tan fotografiada.
El Domingo de Ramos, Sierra Boyera estaba por debajo del 30%. Este miércoles, el embalse cordobés rondaba ya el 74%. En su interior había prácticamente 29 hectómetros cúbicos de agua. Faltan diez hectómetros para que se llene. Aún así, el agua se extiende por gran parte de las 530 hectáreas que ocupa el embalse.
Desde hace un año, el agua ha subido más de 18 metros en todo el vaso de Sierra Boyera. Pero es que el incremento en tan solo una semana ha sido de diez metros, según los datos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). El agua solo puede subir un par de metros más. En cuanto llegue a la cota 500, el agua rebosará por los aliviaderos y a través del río Guadiato llegará hasta Puente Nuevo, 40 kilómetros cuenca abajo.
Sierra Boyera es un embalse que se suele llenar de golpe. No es la primera vez que ocurre. Ya pasó tras la sequía de los años noventa. 1996 fue un año excepcional de lluvias y Sierra Boyera se llenó. También ocurrió en la lluviosa primavera de 2018. Las intensas precipitaciones también aportaron un caudal suficiente como para que se alcanzasen los 40 hectómetros cúbicos. Desde entonces se sabe que una vez lleno hay agua para, al menos, cuatro años. Es el tiempo que pasó desde 2018 hasta 2022, cuando un Domingo de Resurrección el embalse murió.
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