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El PP pasa de alabar la humildad de un concejal de Pozoblanco a cesarlo por destapar el caso del 'joven intruso'

Santiago Cabello, alcalde de Pozoblanco

Alejandra Luque

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Gerardo Arévalo llegó al grupo municipal del PP de Pozoblanco sin trayectoria política alguna, como quien hace sus primeras prácticas en un puesto de trabajo, pero él lo hizo ocupando directamente el número tres. Bajo el brazo llevaba su licenciatura en Derecho, su ejercicio como abogado laboralista y un máster en solución amistosa de conflictos. Sin embargo, no fue este curriculum lo que el alcalde de Pozoblanco, Santiago Cabello, destacó en la presentación de su candidatura a las elecciones locales del pasado mes de mayo, sino su “ilusión”, su actitud “cercana”, su “generosidad” y su “humildad”. Calificaciones que van más allá de una formación más que reconocida que, tal vez, sirvió como acicate para que Cabello le propusiera formar parte de su lista. Diez meses después, todo eso se ha derrumbado como un castillo de naipes y quien fue colocado en un puesto con las puertas abiertas a convertirse en un concejal de plena confianza del alcalde ha acabado cesado -sin cargo ni sueldo- después de denunciar internamente que un joven había estado cobrando durante meses del Ayuntamiento y que el alcalde no estaba haciendo nada por solucionar la situación.

La decisión anunciada este lunes por el Ayuntamiento de Pozoblanco ha extrañado a muy pocos, por no decir a nadie. Quizás sorprenden los tiempos, pero nada más. Y por lo que ha tardado. El 29 de enero, el alcalde ofreció una rueda de prensa en la que ya habló de una reorganización de esta delegación, aunque nunca se refirió a Arévalo, quien lo escuchaba sentado en una escalinata. Quienes estaban allí sabían que él iba a ser el primero en caer. No obstante, la estrategia del partido, tanto del municipio como de la provincia, ha sido intentar que el concejal dimitiera, extremo confirmado por varias fuentes. Arévalo siempre se negó alegando que no había motivos para ello. De hecho, la primera solicitud de dimisión la formuló el alcalde el 10 de enero, el mismo día que este medio contactó con el regidor, quien aseguró desconocer sobre qué se le estaba preguntando. Estas peticiones de dimisión se han sucedido en el tiempo hasta hace pocos días. Cabe recordar que al mes y medio de entrar a formar parte del equipo de gobierno de Cabello, el concejal presentó al partido su intención de dimitir, aunque no llegó a materializarse.

Hasta este lunes, el edil ha continuado trabajando en el Ayuntamiento, en un ambiente más que hostil y sin el respaldo del resto de concejales del grupo municipal y compañeros de partido; los mismos que durante un Pleno que pasará a la historia de este mandato mostraron públicamente su apoyo hacia el alcalde, como la portavoz y los ediles Agustín Cantero, Lola García, Marisa Sánchez o María Fernández, quien afirmó que no apoyaría nada “si no hay respeto ni lealtad”. A ello también se refirió Manuel Fernández quien, indirectamente, le abrió la puerta de salida a Arévalo: “Respaldo la sólida unión que tiene este equipo y la lealtad al alcalde. Si alguien no comparte ese objetivo común, que no esté”. Cabello respondió agradeciendo el apoyo y asegurando que pondría “orden donde entendemos que había que ponerlo hace mucho tiempo”. Cuando Arévalo juró su cargo en el Pleno de investidura, prometió lealtad, pero solo al Rey. Meses después, a sus compañeros les recordó que la ley está “por encima de las lealtades y los sectarismos”.

Después de una década en Pozoblanco y tras unos primeros acercamientos entre Cabello y Arévalo, este decidió dar el salto a la política a petición del propio regidor. Un acto que el propio alcalde reconoció como “generoso”, deseándole un largo futuro en el Ayuntamiento, que “disfrutara de su experiencia” y que aportara “mucho al equipo” y al municipio. La experiencia ha sido, cuanto menos, tortuosa y aún queda mucho escribir. Ahora, el edil es simplemente eso, un concejal. No tiene cargos ni competencias. Tampoco es ya teniente de alcalde y le ha sido retirado el sueldo que ganaba con arreglo a la dedicación parcial del 70% que tenía en el Consistorio. Era el segundo concejal con mayor dedicación de todo el Ayuntamiento, ya que el alcalde y la portavoz de los populares tienen dedicación exclusiva a jornada completa.

En el comunicado de este lunes, el Ayuntamiento no explicó el cese de Arévalo, pero hasta el más ingenuo intuye que esta decisión no es más que una consecuencia para quien denunció internamente el caso que ahora se investiga en una comisión presidida por el propio alcalde. Aún está pendiente de resolución la recusación formulada por IU y PSOE, ya que ambos partidos no entienden cómo quien debía tener una labor de “inspección”, forme parte del cónclave donde, se supone, se dirimirán responsables. En un intento de justificación, el alcalde aludió a “abrir una nueva etapa de trabajo” en el departamento de Personal “para superar con mayor solvencia las trabas y obstáculos que se nos ponen en el camino desde diversos frentes de forma constante”. ¿Cuáles son esas trabas y esos obstáculos? Cabello gobierna con una amplísima mayoría absoluta en Pozoblanco y el único momento crítico que ha experimentado desde la revalidación de su mandato comenzó cuando salió a la luz el caso del joven intruso, terminología acuñada por economía del lenguaje, que la oposición del Ayuntamiento ha hecho suya y que el alcalde, posteriormente, la ha rechazado por ser, a su juicio, una “falta de respeto” y de “mala fe”.

Desde que llegó al Ayuntamiento, Arévalo solo ha hablado públicamente en una ocasión: en el Pleno del 30 de enero. Días antes se celebró una Comisión de Personal, presidida por el alcalde, a pesar de que fuentes consultadas afirman que estos actos son presididos por el responsable de la delegación. El ya exconcejal de Personal quiso tomar la palabra, aunque sin éxito. En el Pleno de finales de enero, el edil defendió su modo de actuar y que todo lo que había hecho “ha sido por su bien [refiriéndose al alcalde] y lo mejor para esta casa y para este pueblo. Yo llegué para servir con humildad y honradez”. No se recuerda que un concejal haya sido tan claro y taxativo en un Pleno contra un regidor quien, a su vez, era su compañero de partido.

En su breve intervención, que no tuvo respuesta del alcalde, el exedil le espetó que si le “hubiera hecho caso” cuando le avisó del caso en numerosas ocasiones, “nada de esto estaría pasando y tampoco hubiera (sic) habido noticia”. Denunció, además, los rumores difundidos por el municipio, “que hacen daño” a su familia, y aseguró que será “un juez de lo Penal quien tendrá que venir aquí a poner orden”. Ese melón aún no se ha abierto puesto que el caso no se ha puesto en conocimiento de la Guardia Civil. Todos los partidos con representación en el Ayuntamiento de Pozoblanco tienen en sus manos la documentación del caso.

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