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Vista de la plataforma sur de El Cabril.

Ocurrió en diciembre de 2017 y en la primavera del 2020. Ahora ha vuelto a pasar durante la primavera del 2024. A pesar de las millonarias inversiones en la reparación e impermebealización de la Celda 29 del centro de almacenamiento de residuos radiactivos sólidos de Sierra Albarrana (El Cabril), cuando se producen precipitaciones intensas en la zona el agua de lluvia acaba filtrándose y provocando fugas. Este jueves, elDiario.es ha informado de que las fuertes lluvias del pasado marzo provocaron un derrumbe en una zanja durante unas obras y el problema de las filtraciones ha vuelto a reproducirse en esa instalación. La celda almacena residuos de muy baja actividad y acumula sobrecostes millonarios desde que se amplió a finales de la pasada década.

Es un problema que se viene repitiendo de forma recurrente cuando llueve de manera abundante en una de las zonas más húmedas de toda Sierra Morena, y uno de los parajes también menos habitados. El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) ya alertó de incidentes similares en el año 2020 y en el año 2017. Siempre, en esos momentos, recomendó obras urgentes e instó a que se dejase de usar la famosa Celda 29, la última gran construcción de El Cabril, para evitar filtraciones de agua que pudiesen acabar en el medio ambiente. La cuenca de la Sierra Albarrana pertenece a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.

La Celda 29 guarda residuos de baja o muy baja intensidad. La gran mayoría son las cenizas de Acerinox, tras el incidente del año 1998, que provocó una fuga radioactiva de cesio-137. Actualmente, está a algo más del 25% de su capacidad y hasta las lluvias de esta primavera venía usándose con normalidad, tras importantes inversiones millonarias para su ampliación y para evitar algo que ha vuelto a ocurrir, que se filtre agua.

Este incidente, que Enresa considera ya resuelto, se produce justo en el momento en el que está previsto que se inicie la gran ampliación de El Cabril. El plan gubernamental prevé duplicar la capacidad de almacenamiento en este paraje de Hornachuelos, especialmente para los residuos de baja y muy baja intensidad, que son los que más espacio necesitan.

Según elDiario.es, los problemas en esta celda se detectaron durante la fase final de la construcción de la sección II, encargada a la constructora Copcisa. Tras la perforación accidental de una de las láminas del vaso, coincidiendo con un periodo de lluvias, se detectaron las primeras acumulaciones de agua en la red de lixiviados. En septiembre de 2018 empezaron a recogerse volúmenes superiores a los permitidos de forma recurrente. En 2020 el CSN prohibió la entrada de material, aunque la celda llevaba desde 2016 sin recibir bultos para hacer frente a esa ampliación. El regulador nuclear exigió un plan de actuación integral para resolver un problema que en abril de 2022 Enresa daba por “controlado”.

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