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“Prefieren a un maltratador en la calle que a mí en el Consistorio”

María Dolores mostrando la sentencia en su casa

Manuel J. Albert

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Una trabajadora municipal de Cabra critica que el Consistorio no impida que su expareja con orden de alejamiento y también empleado se le acerque en horas de trabajo

María Dolores Rosa Álvarez no puede más. Después de un largo periplo judicial por el maltrato al que estaba siendo sometida por su expareja y tras lograr una sentencia que condenaba al hombre a un alejamiento mínimo de 250 metros (por amenazarla y vejarla), lleva seis meses prácticamente recluida en su casa de Cabra. “La razón es sencilla. Yo soy trabajadora municipal y este hombre también, pero el Ayuntamiento no hace nada para impedir que se me acerque, no hace nada por cumplir la sentencia. Prefieren a un delincuente maltratador en la calle que a una trabajadora en el Ayuntamiento”.

El maltratador ya había sido condenado a un alejamiento de 100 metros en 2012 pero siguió acercándose a su víctima, acosándola e insultándola. Fruto de aquellos episodios -llegó a mandarle un SMS llamándola “puta” mientras la mujer se encontraba en la comisaría denunciando- volvió a ser condenado en 2014. Pero esta vez, la sentencia de alejamiento fue mayor: 250 metros.

No ha servido de mucho. Loli, como la llaman sus amigos, dice que el Consistorio no ha hecho nada para permitir que se cumpla lo que dicta el juez. “Yo trabajo en una oficina y este hombre [su maltratador] es operario de calle, pero en varias ocasiones ha venido donde yo trabajaba o donde yo estaba. Y eso no puede ser porque yo me pongo mala solo de verlo”, sostiene. “Y hay una sentencia que se está incumpliendo”, zanja la mujer.

El peor momento para Loli ocurrió hace medio año en unas dependencias municipales que habían sufrido un socavón y que estaban siendo reparadas por la expareja de la mujer. “Cuando llegué, hice por evitarlo y entré por otra puerta, pero él me vio, se me acercó. Pasó a escasos centímetros de mí con una pala en la mano. Yo me puse enferma, lo tomé como una clara intimidación y fui al médico. Al ver mi estado, me dio la baja inmediatamente”, relata la mujer.

María Dolores afirma que puso en conocimiento del alcalde -“con el que tengo una buena relación”- todo lo ocurrido y las consecuencias de la sentencia. Según su versión, el regidor le aseguró que trataría el tema y buscaría soluciones. “Pero no ha pasado nada, no ha cambiado nada, simplemente dicen que este hombre nunca va a estar solo en el trabajo y que estará siempre con un compañero para evitar problemas”, lamenta.

“Me dicen que denuncie pero eso supone iniciar un nuevo proceso judicial y yo ya no puedo. Económicamente, llegar a donde he llegado y lograr esta orden de alejamiento, me ha supuesto un gran esfuerzo. No puedo comenzar otro proceso otra vez”, explica. En mayo, Loli volvió a escribir al alcalde mostrándole su desesperación por la situación que sufre. Afirma que todavía no ha recibido respuesta. “Me siento muy sola y muy incomprendida”, termina.

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