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Pimentel canta al mayo cordobés

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Manuel J. Albert

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El escritor y exministro pregona el mes festivo por excelencia de la capital

“Estoy en deuda contigo, Córdoba. Y por eso, entono este pregón desde el amor que te profeso, desde el respeto que me inspiras y desde la infinita gratitud que alberga mi corazón por tanto cuanto me diste, por tanto como me regalaste. Te amo también, Córdoba, porque, de alguna manera, me hiciste”. Un pregón es un pregón. Y tiene su público. Por eso, el margen de maniobra que le de queda al pregonero no es excesivo. El mayo cordobés tampoco es una excepción. Y Manuel Pimentel, encargado de predicar las bondades de la tierra y de sus gentes anoche en el ritual de cada año en el Alcázar de los Reyes Cristianos, se ciñó al canon establecido y escrito por una larga lista de antecesores.

El exministro, escritor, divulgador científico y editor glosó el carácter cordobés volviendo al clásico carácter senequista de sus gentes, alabando el olor de sus patios, adjetivando el sabor y carácter de sus vinos, contraponiendo la parsimonia con la que se pasea por sus calles con la bulla propia de mayo.

“Somos Córdoba, nos sentimos Córdoba. Al cantar tus fiestas, nos hemos acercado a ti, insensatos, sabedores de que nunca, nadie, llegará a poseerte ni a entenderte por completo. ¡Válgame, San Rafael, tener el agüita tan cerca, y no poderla beber! Como canta la copla, tan cerca y aún tan lejos. Córdoba, tenemos sed de ti; Córdoba, tenemos deseo de saciarnos de ti en tu mayo esperanzado. Levanto mi copa para finalizar. Ojalá que tus gentes sean felices, muy felices, en esta primavera que festejamos”, terminó Pimentel.

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