Personas con inteligencia límite cultivan su futuro trabajando la tierra
Uno de los principales problemas de España es su enorme tasa de desempleo. Se trata de una lacra que se ceba especialmente entre los jóvenes y entre las mujeres pero que se eleva a la enésima potencia cuando hablamos de personas cuyas capacidades intelectuales les limitan más que al resto de la población. Para tratar de garantizarles un futuro, la Asociación Cordobesa para la Integración de Niños Border-Line (Acopinb) impulsó hace años una finca en la que los usuarios cultivan la tierra y un posible porvenir.
Las seis hectáreas de tierra se encuentran en el paraje conocido como el El Aguilarejo pero este sábado recaló en La Pérgola, junto a los Jardines del Duque de Rivas. Allí pusieron a la venta los productos ecológicos que la veintena de jóvenes de entre 21 y 36 años cultivan cada temporada. “Nuestra idea es recoger fondos para que esta iniciativa se haga más grande y pueda dar servicios a más personas”, indica Eva Carmona, una de las monitores del centro.
Los problemas con los que se encuentra Acopinb son ingentes pero se resumen en una idea muy sencilla: necesitan dinero y ayudas regulares. La presidenta, Chari Carmona, reconoce que desde que cambió la legislación y la opción a recursos públicos se estipuló en función de proyectos concretos en competencia con otras entidades, asociaciones pequeñas como la suya lo tienen más complicado. “Vamos optando a fondos pero siempre son para periodos de seis meses cuando iniciativas como la nuestra necesitan compromisos más largos. Porque cuando el grifo se corta, el esfuerzo recae sobre todo en las familias”, explica la presidenta.
El ecomercado de ese sábado contó con la presencia de representantes institucionales tanto de la Junta como del Ayuntamiento y la Universidad. “A todos les gusta mucho nuestro trabajo pero todos nos dicen lo mismo: que tenemos que presentarnos a las convocatorias y que no pueden hacer nada más”, lamenta Carmona. Por eso, la asociación también organiza actividades como el primer ecomercado; no solo para recoger fondos a través de la venta, sino para concienciar a los ciudadanos y a las administraciones de la labor que realizan.
“El futuro es complicado para todos pero si logramos que la finca se desarrolle y dé servicios para quienes aquí trabajan, éstos incluso podrían constituirse como cooperativa”, explica Eva Carmona. Para ello, tienen que lograr el dinero suficiente que dote de material e instalaciones a la finca. “Ahora mismo, además de con las ayudas concretas que recibimos, todo funciona gracias a la cuota mensual de 15 euros de los socios y a la de 180 euros mensuales de los usuarios de la finca”, comenta la presidenta. “Muchas familias no pueden hacer frente a ese gasto y no pueden participar. Por eso demandamos ayudas de lo público: para dar más cobertura a estas personas y garantizarles un futuro”, termina.
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