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Una lingüista forense analiza las estrategias que usó Bretón para defenderse en el juicio por el asesinato de sus hijos

José Bretón el día de la reconstrucción en la Ciudad de los Niños | MADERO CUBERO

Alejandra Luque

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Si la forma en la que nos expresamos, el tono que usamos o cómo nos dirigimos a nuestro interlocutor dicen mucho de nosotros, más todavía cuando se analiza el contenido y el continente de alguien que está siendo objeto de un proceso judicial. La disciplina que se encarga de descifrar este galimatías es la lingüística forense y una de sus precursoras, Sheila Queralt, acaba de analizar cómo José Bretón buscó defenderse a través del lenguaje del delito de asesinato de sus dos hijos. En julio de 2013, este cordobés fue condenado a 40 años de cárcel tras dar muerte a los dos menores aunque en 2015 la pena fue reducida a 25 años de prisión.

Queralt es la fundadora y directora del Laboratorio SQ-Lingüistas Forenses y, además, es perito judicial en lingüística forense y en criminalística. Interesada por saber qué herramientas usan los infanticidas para librarse de una condena, decidió analizar minuciosamente las declaraciones e intervenciones que realizó Bretón durante el juicio por el asesinato de Ruth y José, los hijos que mantenía junto a su exmujer, Ruth Ortiz. Desde que denunció la desaparición de los menores hasta la actualidad, este cordobés siempre ha defendido y mantenido que perdió a sus hijos en la Ciudad de los Niños. Sin embargo, la investigación policial y la sentencia ratificaron que él asesinó a los niños prendiéndoles fuego dentro de una hoguera que había hecho para tal fin en la finca familiar, situada en Las Quemadillas.

Ante hechos tan atroces, esta profesional criminalística ha estudiado cómo los infanticidas buscan sus coartadas e intentan desviar la atención. A pesar de que algunos acusados acaban confesando, otros mantienen su inocencia hasta el final del juicio, tal y como hizo Bretón. Aunque de los resultados de este estudio no se puede extraer un perfil psicológico de la persona en cuestión, sí un análisis lingüístico “que podría ayudar a Policía, a abogados, a jueces y a fiscales a la hora de formular preguntas” a la persona acusada, explica Queralt a este periódico.

Uno de los aspectos analizados ha sido el uso del “yo”. “En español lo puedes incluir o no pero si lo haces es para poner énfasis o marcar esa persona. Bretón lo usaba muchísimo cuando le preguntaban cómo cuidaba a sus hijos o cómo se encargaba de ellos. Siempre decía: ”El que prepara los biberones soy yo. El que le da la toma soy yo“. Y, por supuesto, siempre decía ”Mi hijo“. Focalizaba toda la atención en él y la figura de la madre la dejó siempre a un lado”, comenta esta profesional, que asegura que el uso excesivo de este pronombre “no es un rasgo esperable en una persona que está siendo veraz”.

Queralt también estudió el uso de los cuantificadores universales como “todo” o “nada”, también muy presentes en el discurso de Bretón; “una muestra más de que no era veraz lo que contaba”. Además, el adverbio “no” fue muy recurrente en sus declaraciones. Sin embargo, puntualiza la investigadora, cuando el juez le preguntó si fue él quien mató a sus hijos, no usa el “no” ni es tajante, sino que responde: “Eso que usted está diciendo es falso”. “Esta respuesta no es la que se espera de alguien que está diciendo la verdad”.

Otra cuestión que llamó poderosamente la atención de Queralt fue la actitud “agresiva y desafiante” que Bretón mostró hacia el juez Pedro Vela. “No respetaba los turnos de palabra y cuando el magistrado le dijo una vez que no iba a entrar en debates con él, Bretón le contestó: ”Claro, porque los pierde“. ”Esas contestaciones no son esperables en el contexto que estaba viviendo“ el acusado, asegura.

Además de analizar las declaraciones de Bretón, esta profesional forense ha estudiado a otros infanticidas, como Ana Julia Quezadá -que asesinó al pequeño Gabriel, hijo de su expareja-, Patrick Nogueira -quien mató a su tío, a su mujer y a dos menores en Pioz- o Rosario Oporto y Alfonso Basterra -que dieron muerte a su hija Asunta. En todos ellos, apunta, se aprecian “unos patrones compartidos y utilizan el rol de víctima, una de las líneas de defensa más usadas”. Las conclusiones de un estudio de estas características, comenta, “pueden ayudar a la hora de hacer los interrogatorios previos” a un juicio y los de la misma vista oral. “Hay todo un conjunto de patrones lingüísticos que pueden alertar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado de que la persona que está siendo investigada no está siendo veraz”.

La investigadora catalana enfatiza también en la importancia de formar a las personas que van participan en los tribunales de jurado como el que juzgó a Bretón. “Esta cuestión es muy importante para evitar que el jurado sea manipulable. Hay que dar a conocer que todos los acusados llevan a cabo estrategias mediante el lenguaje que buscan crear la imagen de víctima”. El próximo mes de enero verá la luz el último libro de Queralt, Atrapados por la lengua, basado en 50 casos judiciales en los que la contribución del análisis lingüístico fue crucial para determinar el grado de participación de los presuntos delincuentes.

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