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De La-Hoz podría ir al juez si retiran la celosía de la Mezquita

Una de las celosías de De La-Hoz en la Mezquita. | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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El arquitecto denuncia que la obra supondría un “gravísimo daño al patrimonio histórico” que podría incurrir “en la comisión de delitos sobre el patrimonio histórico

La decisión de la Junta de Andalucía de aceptar el deseo del Cabildo y retirar una de las celosías de Rafael de La-Hoz Arderius de la Mezquita ha caído como un jarro de agua fría en la familia del arquitecto cordobés, muerto en 2000. Según avanzó ayer Diario Córdoba, su hijo -del mismo nombre- se plantea acudir a los tribunales si se permite a la Iglesia seguir adelante con su idea de desmontar la estructura diseñada por su padre en uno de los arcos sin cegar del patio de los Naranjos. La intención de los religiosos es sustituir la estructura fija por ora móvil que permita abrirse y cerrarse para permitir la integración del monumento -catedral desde 1239- en la Carrera Oficial de la Semana Santa.

Según señala el rotativo, De La-Hoz, que es arquitecto como su padre, sospecha que ha habido irregularidades en el procedimiento que se ha seguido. Su inquietud la ha taladrado en dos escrito a la Delegación Territorial de Educación, Cultura y Deporte y a la Gerencia Municipal de Urbanismo. Estas irregularidades se habrían producido a lo largo de toda la tramitación del expediente hasta que la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico de la Junta dio el visto bueno el jueves pasado. Ademas de criticar la opacidad del procedimiento y denunciar que no se le ha permitido tener acceso a los documentos, De La-Hoz, denuncia que la obra supondría un “gravísimo daño al patrimonio histórico” que podría incurrir “en la comisión de delitos sobre el patrimonio histórico previstos en los artículos 321 y siguientes del Código Penal”. Además, al arquitecto le llama la atención que incluso antes de la luz verde de la Junta, ya “se habría realizado la construcción de las rampas necesarias para la posterior utilización de la puerta”.

El alcalde de Córdoba, José Antonio Nieto, consideró este domingo, por su parte, que la apertura de una segunda puerta en la Mezquita Catedral de Córdoba “facilita la aspiración de las hermandades de la ciudad para llegar al templo, a la parte que es Catedral”, e insistió en que la intervención “busca respetar el concepto” del arquitecto Rafael de la Hoz cuando instaló las celosías, al ubicar una réplica exacta, informa Alfonso Alba. “No hay motivos para recurrir ni para estar en contra”, zanjó el regidor.

Las celosías que han provocado toda esta polémica y por las que el Cabildo lleva un lustro de estudios para retirar una, se instalaron en 1972. Rafael de La-Hoz Arderius las encajó en los cuatro últimos arcos que no están tapiados del muro de acceso desde el Patio de los Naranjos. Son los cuatro único vanos que permiten la entrada de la luz natural y tamizada que acompañaba a los fieles musulmanes. A excepción de esos cuatro arcos, toda la fachada fue tapiada por orden de un obispo hace dos siglos. Le molestaba que entrasen las aves al interior del bosque de columnas. Con el tiempo, todo el muro norte del templo, ya cerrado al patio, se llenó de capillas.

De La-Hoz escribió en el prólogo de La Catedral de Córdoba, la obra magna de Manuel Nieto Cumplido, canónigo archivero del templo: “La iluminación de lo que resta de Mezquita queda así definitivamente plana, sin aquella profundidad que prestan los contrastes de luz y sombras; uniforme e inexpresiva. El antiguo efecto evanescente, su misterio y magia desaparecen (...) Vuelta del revés la luz que la define, fragmentado el espacio, cegada su permeabilidad visual, y destruida por incomprensión cultural el alma misma del ordenamiento arquitectónico original, se consumó la más triste de las ruinas: la ruina de la Idea”.

A principios de los años setenta, el arquitecto dio forma a su propia idea: lograr preservar los cuatro arcos libres de la presencia de capillas para garantizar que el último testimonio de cómo entraba la luz en el templo originariamente siguiese en ese rincón de la Mezquita. Así, logró convencer a los responsables sobre la necesidad de instalar las celosías, que han ofrecido, durante 40 años, un asomo de la luz tamizada que debía tener el templo. De La-Hoz insistió siempre en que aquella fue la primera acción no religiosa ni arqueológica, sino puramente arquitectónica en favor del edificio.

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