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Historias de un alcalde en minoría de finales de los ochenta

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Alfonso Alba

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Herminio Trigo protagoniza la segunda jornada del ciclo de conferencias de los alcaldes de Córdoba que se ha organizado por el Aula de Historia en el Círculo de la Amistad

En la primavera de 1987, Córdoba no tenía gobierno municipal, como ahora España. El PCE había perdido siete concejales después de disfrutar de la mayor mayoría absoluta de su historia (Anguita logró 17 concejales de 27 en 1983) y Herminio Trigo trataba de formar gobierno con el PSOE de José Miguel Salinas, que había dejado de ser vicepresidente de la Junta para tratar de lograr la Alcaldía. Trigo, uno de los exalcaldes de la ciudad más longevos (hasta 1995), recordó ayer aquellos años y lo “difícil” que lo tuvo para gobernar.

Desde el Círculo de la Amistad, y en la conferencia Córdoba, historia del tiempo presente: Los alcaldes de la democracia, Herminio Trigo recordó cómo fue aquel gobierno en minoría (recuerda algo al actual) en el que, dijo, se firmó un “pacto secreto” entre el PSOE de Salinas y Alianza Popular (que luego se convirtió en el PP actual) para arrebatarle la Alcaldía, pero que paró Ferraz a última hora. “No hubo moción de censura pero sí un acuerdo tácito” que le hizo la vida imposible a sus diez concejales. “La oposición mandaba”, admitió el exalcalde, que al principio de su conferencia recordó que esta circunstancia “nos tenía locos”.

Desde el Círculo de la Amistad, donde en los años setenta Trigo dirigió un ciclo de cine de Pier Paolo Passolini, el exalcalde recordó cómo fue su gestión, lo duros de aquellos años de gobierno en minoría que, dijo, “logramos trampear” gobernando casi desde la Comisión de Gobierno (hoy Junta de Gobierno Local). “Intenté que el PSOE formara parte del gobierno y se negaron. Intenté acordar normas de gobierno entre los dos partidos y no fue posible. Fueron cuatro años muy duros en los que hubo que gobernar como buenamente pudimos. Y se hicieron cosas”, recordó.

Trigo, que se consideró ya “casi una pieza arqueológica”, recordó la dureza de gobernar una “ciudad singular”, la única capital de provincia gobernada por el PCE, desde la que era muy difícil que en el Gobierno o en la Junta, en manos del PSOE, “nos cogieran el teléfono”. Tan singular era la ciudad que Herminio Trigo recordaba la frase de algunos de los vecinos que le paraban por la calle en aquellos años: “Yo le voté a usted, pero no soy comunista”, aseguró que le decían.

Más allá, y mirando a 30 años atrás, Trigo se centró en los logros de su gestión. La más importante, obviamente, la reordenación del plan Renfe, el soterramiento de las vías del tren, la eliminación de la brecha que el ferrocarril producía entre los barrios del Norte y el resto de la ciudad y, sobre todo, lograr las “plusvalías” por la liberación del suelo para reinvertirlas en el río, en el parque de Miraflores.

Pero no solo. Trigo recordó otros proyectos, como la reapertura del Gran Teatro, la construcción del Palacio de Deportes de Vista Alegre, el nuevo estadio El Arcángel, el puente del Arenal, el traslado de la Feria, la declaración de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad... están en la casilla del “haber” de un político municipalista, concejal desde 1979 y que estuvo tentado de volver a la primera línea de la política en 1999, tras su complicada dimisión de 1995 tras ser inhabilitado por un juez y su condena posteriormente anulada. Historias y lecciones de un alcalde de finales de los años ochenta, que gobernó en minoría, pero que gobernó.

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