#Héroes sin capa | Técnico de Emacsa: “Tener agua salubre y limpia es esencial para los sanitarios y la población”
Rafael Marín es el jefe de control de calidad de agua en Emacsa, donde lleva 38 años trabajando para garantizar que el agua que llega a los grifos de los cordobeses sea potable, salubre y limpia. Una labor crítica siempre, por la evidente necesidad de agua potable para el consumo y la producción de alimentos, pero que se ha vuelto aún más esencial durante la emergencia sanitaria, ya que es fundamental para el lavado de manos y todas las medidas de limpieza que tan efectivas resultan para combatir la propagación del coronavirus.
El sector del agua “es fundamental para el funcionamiento de todo”, explica Rafael, que desde el comienzo del estado de alarma alterna el teletrabajo con dos días de trabajo presencial en el laboratorio, donde supervisa la labor de sus compañeros. Así, tiene una serie de funciones de carácter más administrativo, relacionadas con “visados, conformidades y toma de muestras”, que le permiten trabajar desde casa. Pero la mayoría de sus compañeros tienen que “ponerse la bata” y trabajar presencialmente para garantizar que el agua cumpla las normativas vigentes.
Por ello, durante las semanas de estado de alarma se han organizado en turnos, evitando la concentración de trabajadores en el laboratorio y “priorizando el control exhaustivo del agua”, explica Rafael, que recuerda la importancia añadida a esta labor durante la lucha contra el coronavirus. “Tener agua salubre y limpia es esencial para cualquier sanitario”, asegura, ya que ocupa una parte muy importante de la desinfección y los rituales de limpieza al acabar la jornada. Y, asimismo, “para cualquier persona”, pues el lavado de manos se ha vuelto fundamental en todas las casas.
En este sentido, también es importante el control de calidad del agua porque, “según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), no hay detección de coronavirus en agua desinfectada”. Es decir, gracias a los productos utilizados en el tratamiento y desinfección del agua, ya sea cloro o cloraminas, “se elimina” la posible presencia de coronavirus, aunque es poco frecuente que exista, y se garantiza que no llegue a las casas.
Y no solo se desinfecta el agua para consumo, sino también la que resulta de su uso en distintos procesos. En el laboratorio donde trabaja Rafael también se controla la calidad de las aguas residuales que llegan a sus depuradoras. Es decir, “una vez se usa el agua y se convierte en residual”, en Emacsa la depuran “con la tecnología correspondiente” para que “cumpla con las reglamentaciones y los criterios medioambientales” exigidos y pueda ser vertida, en el caso de Córdoba, al río Guadalquivir.
En los laboratorios siempre hay medidas de seguridad
Para poder seguir garantizando todo este control, la empresa ha adoptado desde el principio y “de forma inmediata” todas las medidas que han establecido las autoridades sanitarias. Tanto las distancias de seguridad para evitar el contacto físico como la obligación a llevar guantes y mascarillas. Pero en el caso del laboratorio juegan con la ventaja de estar acostumbrados a seguir muchas de ellas la mayor parte del tiempo.
“Los laboratorios siempre tenemos más cultura de aplicar las medidas de seguridad, explica Rafael, ya que la bata, los guantes y la mascarilla son parte del día a día y de los análisis que realizan, pues muchos emplean ”gases y sustratos biológicos“, explica Rafael. Además, el tamaño del laboratorio permite ”que haya itinerarios distintos y sitios donde ubicar los análisis“ sin necesidad de tener contacto físico, por lo que el día a día ”no ha cambiado mucho“ y la labor que se realiza sigue siendo la misma, a excepción del análisis de muestras de agua de domicilios particulares.
Aun así, se han adoptado algunas medidas concretas en el laboratorio. Entre ellas, un sistema por el cual les dejan las muestras de agua “fuera del laboratorio”, de forma que ellos las recogen y evitan el contacto, así como la prohibición de entrada de terceras personas y la disposición de “un sitio concreto para los desayunos”, en el que los trabajadores desayunan “de uno en uno” y siguen un protocolo de limpieza al acabar.
Así, casi dos meses después del comienzo del estado de alarma, Rafael considera que esas medidas, actualizadas día a día, “han funcionado” para contener la propagación del coronavirus en la empresa, pues no ha habido ningún caso positivo en la enfermedad. A pesar de ello, las medidas no cesan. Tanto que, desde hace poco, también se controla la temperatura de todos los que entran a la empresa y se ha puesto en marcha la realización de pruebas de coronavirus a todos los trabajadores, a las cuales Rafael se acaba de someter.
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