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#Héroes sin capa | Veterinario: “Si el ganado no pasa nuestros controles, no llega a los canales de venta”

El veterinario de ganado Antonio Miguel Higuera.

María Hidalgo

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Antonio Miguel Higuera atiende al teléfono después de una mañana sacando sangre a cerdos ibéricos y vacunándolos de Aujeszky, una enfermedad muy contagiosa que afecta al ganado porcino y que requiere seguir programas de control y erradicación del virus que la produce. Son programas que incluyen términos ahora familiares para todos, como pruebas, vacunación, aislamiento de los contagiados o controles de movimiento, y que no dejan de ser necesarios por mucho que otro virus ponga en jaque a todo el planeta.

Eso, sumado a tantos otros tratamientos y protocolos que necesita el ganado, hace que la labor de veterinarios como Antonio sea esencial siempre. No solo para garantizar la salud de los animales, sino también la de las personas, que nos alimentamos de ellos. Así, este veterinario cordobés, especializado en la reproducción de ganado ovino, ha mantenido su actividad habitual durante el estado de alarma, aunque el volumen de trabajo ha disminuido.

Su labor se centra en “la planificación de las parideras” de ovejas, “la mayoría de raza merina”, a las que realiza ecografías y tratamientos de sincronización de celo. Aunque también atiende a cerdo ibérico y vacuno extensivo y ofrece asesoramiento a ganaderos, por ejemplo, para adaptar los programas sanitarios a las distintas condiciones de cada explotación ganadera. Toda una serie de tareas que siguen realizándose igual durante estas semanas, aunque a los ya habituales guantes se suman todas las nuevas medidas de seguridad.

Esas medidas son lo que más ha afectado Antonio, que ahora también debe usar mascarilla, mantener las distancias de seguridad con sus compañeros y con los ganaderos, y cambiarse de ropa y calzado cada vez que visita una explotación, lo cual realiza unas tres veces diarias, dos menos que de costumbre, pues en la clínica donde trabaja han concentrado “todo el trabajo por la mañana” y han primado las urgencias y las tareas ya planificadas. En el caso de Antonio, sobe todo las ecografías y todo lo relativo a las parideras, que no adaptan su fecha a la situación de alarma.

Si bien la planificación de las parideras se ha mantenido, su agenda ha sufrido los cambios y la suspensión de otras actividades. “Yo estoy acostumbrado a tenerlo todo muy organizado”, cuenta Antonio, que siempre suele tener los siguientes 20 días ocupados. Lleva ocho años funcionando así y la reorganización obligada se hace “más difícil”, ya que hay tiene que hacer “llamadas a muchos clientes” y confirmar o posponer las citas. “Es un parón total. No sabes si ir a los sitios o si estás acertando con lo que haces por si te puedes contagiar”.

Los animales deben pasar controles veterinarios

Pero Antonio, como la mayoría de profesionales dedicados al campo y a la ganadería, no puede parar. Las explotaciones y los animales siguen necesitando una serie de servicios y atenderlos “es obligatorio”, asegura. Tan obligatorio como seguir haciendo los controles e inspecciones sanitarias que todos los animales dedicados al consumo humano “tienen que pasar”. “Si los animales no pasan nuestros controles e inspecciones, no llegan a los canales de venta”, recuerda Antonio. En ese sentido, una parte importante del suministro de alimentación depende de su labor atendiendo al ganado y asesorando a los ganaderos.

Además, su trabajo como veterinario es solo uno de los servicios que ofrece en Cendivega, una firma comercial que distribuye a veterinarios y ganaderos. En esta, Antonio se dedica a la venta de medicamentos y piensos para animales, así como de mascarillas, guantes y desinfectantes, tres de los productos más codiciados estas semanas.

Por ello, su negocio también cayó en las manos del “miedo” al cierre y al desabastecimiento, vendiendo “casi más” cantidad de esos productos durante la primera semana “que en los seis años” que llevan funcionando, cuenta Antonio.

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