#Héroes sin capa | Ganadero: “Los ganaderos estamos hechos para sobrevivir en tiempos malos”
Juan Escribano es un ganadero cordobés que vive la emergencia sanitaria desde tres frentes: el campo, la industria y su casa. Desde el campo, como ganadero que no puede frenar su actividad, esencial para el cuidado de los animales y para el suministro de alimentos. Desde la industria, como dueño de una empresa de productos de cerdo ibérico que tiene que luchar contra el parón en las ventas y la incertidumbre ante el futuro. Y desde casa, con su familia que tiene la “suerte” de pasar algunos días del confinamiento en la libertad que les regala el campo.
“Los animales y las explotaciones tienen las mismas necesidades que cualquier año”, explica Juan, pues el campo atiende “a la pluviometría y a las estaciones del año”. Y no a la emergencia sanitaria, que ha cambiado la rutina laboral de muchos, pero no la suya. Él sigue al cuidado de sus ovejas, corderos, cerdos y vacas, moviéndose a diario entre las fincas que tiene repartidas por Villanueva de Córdoba y de las que solo se encarga él. Aunque a veces cuenta con las ganas de ayudar de su hijo Juanito, de 5 años.
Como todo el sector, Juan tiene que hacer frente al cierre del canal Horeca y a la caída en el consumo, pero cuenta con el amparo de la cooperativa a la que está asociado. Un buen “paraguas” en estas semanas en las que “colocar los productos en el mercado” se ha convertido en un reto para muchos ganaderos. Sobre todo, para los que trabajan fuera de cooperativas, ya que no cuentan con las mismas garantías que Juan en la retirada de sus animales, que en muchos casos “se han entregado sin precio” y sin “certidumbre de pago”.
Aunque Juan cuenta con esa seguridad, tiene que superar otras dificultades en el día a día. Entre ellas, trabajar “el doble” que antes, ya que ha dejado de subcontratar algunas tareas de las que ahora se ocupa él. A eso se suman todas las pérdidas a raíz de la bajada en los precios, de los problemas en la exportación de algunos productos, como la lana, y de la cancelación de la Feria Agroganadera y Agroalimentaria del Valle de los Pedroches, en la que lleva doce años siendo el coordinador ganadero.
Esta cita supone mucho “estrés y follón” para Juan, que pasa meses organizándola junto a otros tres compañeros y se encarga de que todo transcurra bien en su celebración. Pero también supone unos ingresos con los que este año no va a contar y, más importante, una parte muy grande de él que este año ha echado en falta. “Es una frustración. Te sientes en una calma aparente en el campo, que parece que todo está perfecto, pero a estas horas estaría llegando a mi casa después de una semana allí”, cuenta Juan, ya que la feria se habría celebrado entre el 23 y el 26 de abril.
“Los ganaderos estamos hechos para sobrevivir en tiempos malos”
Aún teniendo que afrontar todas estas dificultades e infortunios fruto de la emergencia sanitaria, Juan está convencido de que “hay que seguir adelante sin importar las expectativas”. Algo que está siendo menos difícil gracias al cariño por el campo, la formación y “la capacidad de sacrificio” de ganaderos y agricultores.
“Los ganaderos estamos hechos para sobrevivir en tiempos malos. A mí lo que me preocupa es la industria”, asegura Juan, cuya empresa de productos de cerdo ibérico está vendiendo mucho menos de lo que tendría que vender en estos meses. Y lo hace solo a golpe de teléfono o de forma online.
En este sentido, el sector del porcino ya estaba viviendo un momento complejo que ahora se ha agudizado, pues productos como el jamón de bellota “solo se consumen en restaurantes y eventos”. Con los restaurantes cerrados y los eventos cancelados, se mantiene el “acopio de productos” de años anteriores, que “siguen avanzando en maduración y no se están vendiendo”. A su vez, muchos ganaderos tienen animales listos para entregar y que, si no se entregan, los deben seguir manteniendo, mientras que las industrias que los retiran, como “no tienen dónde lanzar los productos”, no pueden hacer frente a la liquidación de los pagos. Así, la sensación es de incertidumbre total ante el futuro del mercado.
Una incertidumbre que, sin embargo, pasa a un segundo plano cuando Juan puede disfrutar del campo y de los animales con su familia, que ha podido pasar parte del confinamiento en una de sus fincas. Allí, además de salir a recoger espárragos o de hacer algún perol a la candela, la libertad de sus hijos y la interacción con los animales “no se puede comparar con nada”, cuenta Juan, que siempre ha intentado que sus hijos, como él, amen el campo y la ganadería desde pequeños. Tanto, que el mayor, Juanito, ya se pone su mono de trabajar para ir “a cuidar los cochinos con papi”.
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