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La hermandad de Córdoba ya está en El Rocío

La hermandad filial del Rocío a su llegada a la aldea almonteña | RAFAEL BARÓN

Redacción Cordópolis

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Córdoba y El Rocío se han fundido este viernes en un abrazo de amor a la Blanca Paloma y el Pastorcito Divino. La Virgen ya bendice a sus romeros y devotos cordobeses desplazados hasta allí para verla y celebrar junto a Ella la solemnidad de Pentecostés. La hermandad filial que salió el jueves de la semana pasada de la Real Iglesia de San Pablo, abriendo así los caminos que llevan a Almonte, alcanzó su tierra prometida rociera a primera hora de la noche, pasadas las nueve. Lo hacía después de una intensa jornada de peregrinación que no por ser la novena y última fue la más cansada sino la de mayor esperanza por la inminente llegada a la ermita.

La hermandad cordobesa caminó este viernes al ritmo que marcaban los dos bueyes que han tirado de la carreta por gran parte de los caminos. Fue con alegría por las arenas del Coto de Doñana entre pinares, eucaliptos y lentisco de la Raya Real, cortafuegos de más de nueve kilómetros en línea recta al que entraron a las nueve y media de la mañana los peregrinos de Córdoba, que almorzaron después de pasar Palacio del Rey.

Los últimos parajes por los que pasó la hermandad anunciaban la cercanía de la Virgen. Ya estaban en sus tierras pero hasta última hora de la tarde no llegaría a la aldea. A ella entró por el Puente del Ajolí para dirigirse después a su casa de hermandad pasando por algunas calles de El Rocío. En la calle que lleva también el nombre de este arroyo esperaban al Simpecado blanco y oro cordobés devotos de la ciudad que pasan estos días en la que han bautizado como la Casa del Arte y que desde el año 2004 reciben al estandarte que preside una pintura de la Virgen del Rocío con campanitas de barro como las que se tocan para la festividad de la Virgen de la Fuensanta. Después de una parada allí, con sabor cordobés y cante por sevillanas, siguió la hermandad hasta su casa, donde quedó depositado el Simpecado a la espera de que este sábado vuelva a salir para la presentación oficial de la hermandad ante la Matriz de Almonte.

Era éste el final de dos días llenos de emociones y muy intensos. Y es que ya en la jornada del jueves, una de las más esperadas por los romeros cordobeses, se vivieron dos de los momentos más emblemáticos de toda la peregrinación como son el paso del Quema y la llegada a la localidad de Villamanrique de la Condesa, la última sevillana antes de la provincia de Huelva.

El río Guadiamar recibió a Córdoba en su Vado del Quema después de dos años, pues en 2016 las intensas lluvias hicieron que el río llevara un caudal tal que impidió que las hermandades pasaran por él. Aquí el agua, que simboliza la vida, es precisamente la que abre a la vida del Rocío a quienes son bautizados en su primer camino hacia la Virgen. Los cordobeses cumplieron con la tradición y echaron agua sobre las cabezas de los nuevos caminantes que los han acompañado este año y les pusieron sus nuevos nombres rocieros.

Las emociones, a flor de piel, se desbordaron en este lugar en el que centenares de personas presenciaron la llegada del Simpecado de Córdoba en su inigualable carreta. Cuando los bueyes la adentraron en las aguas cayeron pétalos de flores y comenzó una fiesta en la que se cantó por sevillanas, rumbas y, cómo no, la salve de Córdoba. En este momento tan especial la hermandad estuvo acompañada por las corporaciones a las que amadrina como son Madrid-Moratalaz, Montoro y Jamilena (Jaén).

Todo esto ocurrió a la hora prevista, las seis y media de la tarde del jueves, antes de seguir el camino hasta la que está considerada “antesala del Rocío”, la antigua Villa de Mures, Villamanrique de la Condesa. Junto con Almonte, es el pueblo más rociero de los que existen pues allí radica la primera y más antigua filial. Es también lugar de paso obligado por las hermandades que van por el camino de Sevilla, que se presentan ante el pueblo llevando a sus Simpecados hasta la misma puerta de la parroquia de Santa María Magdalena, cuyas campanas repicaban a la llegada de Córdoba.

En torno a las nueve de la noche, aún con luz natural, llegaba la hermandad cordobesa, la última que pasó por este pueblo antes de que éste se fuera al Rocío al alba del viernes. Los carreteros repitieron el prodigio que durante todo el jueves y los días previos habían realizado los del resto de hermandades y subieron la carreta hasta la puerta de la iglesia por los siete escalones que la elevan en la plaza de España en la que está ubicada. Allí surgieron los vivas que han regado el camino de los romeros de Córdoba al Rocío, donde ya se encuentra al amparo de la Virgen.

Este sábado el Simpecado de Córdoba se presentará ante Ella, a cuya ermita llegará en su carreta, para la que habrá un último cambio de exorno floral con tal motivo a cargo de la empresa Pinsapo. Las tonalidades elegidas para este importante acto son rosa y fucsia en quince variedades de flores entre las que hay peonías, orquídeas y rosas. En la explanada del santuario, bajo la concha de su puerta de entrada se escucharán de nuevo como cada año: “¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Viva la Reina de las Marismas! ¡Viva es Pastorcito Divino! ¡Viva la hermandad de Córdoba! ¡Viva la Madre de Dios!”.

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