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La familia y muchos más

son una familia de acogida | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Centenares de parejas acogen temporalmente a niños menores de siete años que necesitan urgentemente cobijo

“Ser una familia de acogida no es más que estar dispuesto a que en un momento te llamen para acoger a un niño que tienen que retirar de sus casas durante un tiempo”. En solo una frase y con suma sencillez, José Manuel Moya resume un universo entero y complejo: el de aquellas parejas que deciden convertirse en padres temporales de menores que están pasando por el trance de separarse de sus progenitores biológicos y a los que tampoco se le ha encontrado cabida en las familias extensas naturales.

“En lugar de que esos niños vayan a un centro de atención, se busca que pasen a familias que pueda atenderlos para que sigan manteniendo una estructura familiar”, prosigue este profesor de Historia, de 42 años. José Manuel está casado con Laura Climent y tienen tres hijos de 11, 8 y 6 años. Pero desde hace alrededor de medio año viven con ellos, como miembros más de su familia, dos hermanos de 2 y 3 años. Los cinco críos no dejan de jugar en todo el rato que dura la entrevista, sin bien los mayores ayudan a los más pequeños a centrarse y a sentarse a cenar.

José Manuel, Laura y sus tres hijos conforman lo que se llama una familia de acogida de emergencia. Es decir, las que están de guardia las 24 horas por si surge una urgencia asistencial con niños menores de siete años. En su caso, han llegado a recoger a un bebé de pocos días que acababa de ser abandonado en el hospital. “Somos familias que estamos dispuestas en cualquier momento y a cualquier hora para recibir a los menores que lo necesiten”, prosigue José Manuel.

¿Que lleva a un matrimonio a dar un paso tan radical en sus vidas? “La verdad es que siempre hemos tenido esa llamada interior de colaborar. Mi esposa y yo nos conocimos trabajando en una ONG, los dos trabajábamos juntos y cuando creamos nuestra propia familia y tuvimos nuestros propios hijos, vimos que era más difícil dedicar tiempo a los demás”, cuenta el padre, “pero queríamos ayudar y seguir colaborando. Lo que teníamos nosotros para ofrecer, sea mejor o peor, solo era nuestra familia, aunque el dinero no nos sobra y vamos justos de tiempo sí tenemos una estructura familiar que, aunque no es que sea modélica, es la que tenemos. Y eso es lo que ofrecemos”.

La pareja se puso así en contacto con determinadas asociaciones y los equipos de asistencia de la Junta de Andalucía y se ofrecieron a colaborar. La Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, a través de la Dirección General de Personas Mayores, Infancia y Familias tiene asumidas, entre otras, las competencias relativas al diseño, planificación y ejecución de las políticas de acogimiento familiar. “Desde hace ya varios años, la experiencia y los estudios realizados han venido demostrando, que el acogimiento familiar constituye el recurso más idóneo y beneficioso para el desarrollo psicológico y emocional de cualquier niño o niña que, por diversas circunstancias no puede permanecer con su familia de origen”, señalan en la Consejería.

¿Cómo se prepara una familia para la llegada de un nuevo niño que solo va a pasar unos meses con ellos? “Pues la verdad es que no requiere una preparación especial porque realmente es solo incluirle dentro de tu propia familia y adaptarse también como si fuese un hijo más, no requiere mayor preparación. Nosotros tenemos cosas de nuestros hijos, cunas, ropa... Y hay mucha gente que nos ayuda”, explica Laura Climent. “además de este problema logístico solo hay que ponerse un poco al día. Donde comen dos comen tres”. Estos niños permanecen en los nuevos hogares por periodos máximos de seis meses prorrogables y por cada uno de ellos las familias reciben una ayuda económica para su bienestar y manutención.

Laura cuenta que los tres hijos de la pareja encajan la llegada “con mucha ilusión y ganas, como si viniese un hermanito nuevo”. ¿Y la partida? “Quizás es lo más duro, pero los niños lo hacen de manera mucho más natural que lo que nos puede ocurrir a nosotros y eso nos ayuda a nosotros a continuar en este proyecto”, prosigue la madre. “Tenemos claro que queremos ayudar pero sin dejar a parte de la familia en el camino, sin que ellos lo lleven mal ni se sienten desplazados. Siempre que eso se dé, nosotros seguiremos adelante. Y hasta ahora nunca hemos tenido problemas con ellos”, destaca Laura.

¿Y qué contacto le queda a las familias de acogida con los niños que han pasado por sus casas y a los que han cuidado durante meses? Siempre dependen de la familia a la que llegan cuando se van, ya sean a las suyas propias u a otras de adopción. “Hasta ahora, de los niños que hemos tenido, tres de ellos fueron con familias en adopción y con dos de ellos mantenemos el contacto, aunque no con el tercero”, recuerda Laura. “Otro de los menores que tuvimos volvió con su madre y tampoco sabemos nada de él. Nosotros estamos abiertos a mantener el contacto, desde luego. Nos hace muchísima ilusión que nos llamen y que nos cuenten cómo están”, termina.

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