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ENTREVISTA N&B

Rosa Flores, experta en trata: “Un putero no es un cliente”

Entrevista N&B a Rosa Flores, experta en trata

Juan Velasco

23 de marzo de 2024 19:55 h

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Rosa Flores (Córdoba, 1979) se da un aire a la bailaora Ana Morales y, al igual que ella, sonríe con la mirada. Es una habilidad innata que, muy probablemente, haya ayudado a esta trabajadora social en su carrera hasta convertirse en una de las mayores expertas de España en la trata de personas. Flores venía de trabajar en prisiones cuando entró en contacto con ese mundo. Y no tardó en descubrir que los barrotes mentales que aprisionan a las personas que han pasado por la explotación sexual o laboral son igual de infranqueables que las de las cárceles. O quizá más pesadas.

Flores llegó en 2008 a Puente Genil. Como cuenta en esta entrevista, era mujer, tenía 27 años, y se ponía al frente del mayor centro de refugiados que tenía la Cruz Roja en toda España. Unos años después, la escritora Elena Medel la escogió como su ciudadana del 2013 para una lista que elaboró el diario El País. “Rosa Flores escucha. Quiere saber tu opinión, salta a otros asuntos. Cuando reconduces la charla y le preguntas por su labor en Cruz Roja, desliza la clave: Los ojos bien abiertos”. Eso escribió entonces Medel sobre Flores, una trabajadora social que, precisamente, cuando abre los ojos, sonríe.

Sonríe a pesar de que algunas de las historias que ha abordado contaminan sus sueños. Hoy, lejos de la primera línea de abordaje, es la responsable de Trata de Personas de Cruz Roja a nivel nacional. Su voz, por tanto, es muy relevante ahora que el PSOE -es decir, el Gobierno- habla abiertamente de abolir la prostitución. Flores recibe a Cordópolis en Puente Genil, en el mismo centro al que llegó en 2008, y en cuya puerta, esperan varias familias de migrantes a que la organización les facilite comida. Pasa entre ellos como si fuera invisible, una cualidad que, según cuenta, es clave para poder desarrollar su trabajo. 

Abolir la prostitución tiene que ir acompañado de un gran presupuesto

PREGUNTA (P). No sé si es posible que estén ahora las cosas peores incluso que cuando tú comenzaste a trabajar en la trata de personas. 

RESPUESTA (R). No sé. Creo que en realidad no están peor. Creo que tiene que ver con que ahora se ve más, afortunadamente. Aunque queda mucho por ver. Yo no te diría que esté peor. No necesariamente. 

P. Claro, pero es que, desde entonces, han ocurrido cosas como lo de Libia, donde hay redes de esclavitud mucho más bestias que las que había cuando empezaste aquí.

R. Ah, sí, Bueno, lo de Libia... Pero es que lo de Libia es un despropósito. Es como volver a la esclavitud real y, además, ahí hablamos de torturas. Todo lo que pasa por Libia viene roto. Si es que llegas vivo, claro.

P. Me gustaría que me contaras un poco tu historia. ¿Cómo acabas tú, primero en Puente Genil?

R. Yo vine aquí por una cuestión de promoción laboral. Yo estaba trabajando en Córdoba en asentamientos y en prisiones. Dentro del ámbito de la migración... Bueno, en asentamientos con migrantes y en prisión con VIH. Quería mejorar o promocionar laboralmente, salió el puesto de la dirección, me postulé y me lo dieron. Entonces, yo me vine aquí como directora. Y cuando llegué, detecté cosas que igual son interesantes. Tenía 27 años y era la directora, y era mujer. Es decir, era A, mujer; B, mujer joven; C, del centro más grande de España. Y yo venía a dirigir un centro de personas migrantes.

Y aquí se daba esa distinción que se hace en nuestro país, donde hay migrantes económicos y hay migrantes políticos, por así decirlo. Y la trata llegó a mí. Yo sabía de migraciones, pero yo en ese momento no sabía de trata. Pero cuando ves determinadas realidades, sobre todo de mujeres, en aquellos momentos nigerianas, que no saben dónde han llegado, que no tienen un proyecto migratorio, que no saben dónde tienen que ir, dices: Esto no es una persona que está viniendo a buscarse la vida con un proyecto individual o familiar. Esto no es una persona que viene solo huyendo de un contexto de precariedad, de pobreza, de violencia. Aquí se están viendo otras cosas. Y no es que yo sea una iluminada. Quiero decir que lo mismo que estaba viendo yo, lo estaba viendo mi amiga, mi vecina y mis compañeras, las que estaban atendiendo las pateras en la costa. Que esta mujer no obedece o no entraba dentro de lo que nosotras veníamos viendo. En las pateras entraban mujeres y hombres que tenían un proyecto propio. Pero estas mujeres no tenían proyecto. Entonces, como somos culo inquieto y nos gusta hacer nuestro trabajo lo mejor que podemos, decimos: Aquí hay que ponerse las pilas. Porque la intervención que veníamos haciendo para estas mujeres no sirve.

P. O sea, nada más llegar, a resetear.

R. Claro, hay que resetear y hay que volver a formular las preguntas. Preguntas que no tenían respuesta. Tú empiezas a hablar con alguien que no tiene un proyecto y no encuentras respuestas. Dices, ¿tú qué quieres? “No lo sé”. ¿Qué has venido a hacer? “No lo sé”. ¿Qué hacemos? ¿Cómo puedo ayudarte? “No lo sé”. ¿Cuánto tiempo te vas a quedar? “No lo sé”... Es que con esto no se puede trabajar. En la trata trabajas desde la incertidumbre total y absoluta. Para mí, una de las características de la trata en materia de intervención como profesional es la incertidumbre. Quizás por eso también llevo con esto muchos años, porque no dejas de aprender. Cuando crees que estás dominando algo, es como, ¡mierda!, descubres otra cosa de la que no tienes ni idea.

P. Hay un montón de tópicos por el camino, me imagino, ¿no?

R. Sí, de todo. Primero, aprendes mucho de las mujeres. De los hombres también, pero de las mujeres mucho. Y aprendes mucho del sistema general.

En España, la prostitución tiene un margen de aceptación social

P. ¿Del sistema?

R. Sí. Aprendes pronto que al final esto es una maquinaria que funciona, que está muy bien engrasada. Que funciona por inercia. Y que funciona porque hay muchos intereses también detrás. Que están bien sustentados en nuestra cultura y en nuestro sistema económico. Y estamos hablando de trata sexual, pero que, el día que le metamos mano a la trata laboral… Por ejemplo, todas las mujeres que están en el servicio doméstico, que no pueden salir a la calle, que cobran por debajo del salario mínimo, que en muchas ocasiones sufren abusos de los señores a los que cuidan. ¿Podemos meterle mano a eso ahora? ¿El Estado puede dar respuesta si todas esas personas, en su mayoría mujeres, decidieran denunciar la situación? ¿Qué pasaría con las personas a las que tenemos que cuidar? Nos quedamos cojos. Claro, por eso te digo que yo creo que ahora no hay más. Ahora lo que pasa es que tenemos más conciencia de la explotación sexual. Pero nos quedan más. Nos queda entrar en los textiles, en la comida…

P. Sí, yo te lo preguntaba porque, cuando te viniste aquí creo que fue en 2008, si no me equivoco. Y es que ese año fue el año de la crisis.

R. ¿Migratoria, dices?

P. No, no, la crisis económica, pero que afectó también a la migración. El mundo que existía antes de 2008 es distinto al mundo que tenemos ahora.

R. Totalmente.

P. El perfil de los inmigrantes también es totalmente distinto ahora que entonces.

R. Totalmente, ha cambiado. Y las distintas crisis migratorias también. Pero las emergencias migratorias no tanto, son fruto de las políticas macroeconómicas.

P. ¿Qué recuerdas de aquellos primeros días?

R. Bueno, no sé. Es que la memoria es muy traicionera. Pero, en general, me doy cuenta de que antes creía que sabía un montón de cosas y ahora digo: valiente niñata. Está claro que lo hacía lo mejor que podía, pero con un montón de errores. Afortunadamente, eso es lo mejor para aprender. ¿Y qué más? Bueno, cuando yo llegué hubo un cambio interesante en la dirección y en la manera de trabajar en el centro. Y bueno, sí, yo creo que eso tuvo un impacto en general.

P. Creo que la gente ni siquiera conoce este centro, pese a que es el más grande de migraciones de Cruz Roja. ¿Cuántos años lleva aquí?

R. Pues, te voy a mentir casi seguro, pero creo que desde el 94. Esto antes era un hospicio, creo. Una casa donde estaban los niños cuyos padres no podían cuidarlos. Era de la Compañía de María. Y luego se cedió a la Cruz Roja. Empezó siendo un centro para refugiados. Con unas 20-30 plazas. Y luego, como es verdad que el espacio es muy amplio, permitió dar respuesta a más personas. Pero empezó con un equipo muy pequeñito y una capacidad acogida de 20 personas. Y ahora no sé si está en 150 o 160 plazas.

P. ¿Y empezó contigo?

R. No, cuando yo llegué ya estaba en unas 50 o 70. Luego ya siguió creciendo.

España está en el top de consumición de explotación sexual a nivel mundial

P. ¿Y el perfil es de refugiados y migrantes económicos?

R. Mmmmm… Mitad y mitad. O sea, entre uno y otro más o menos mitad y mitad. Luego es que depende. O sea, todos vienen con la proyección de mejorar, pero muchos migrantes no saben que a lo mejor vienen huyendo de algo que aquí se llama asilo, refugio o protección internacional. Tenemos a gente que ha venido huyendo porque en su país no tenía condiciones de vida, pero a lo mejor esas condiciones de vida que no tenía es porque pertenece al colectivo LGTBI. Y resulta que esa persona no sabía que eso es motivo de asilo o de protección internacional. Es que mucha gente de las que están entrando en cayuco o patera también tiene necesidad de protección internacional.

P. Claro, aquí podemos plantear una de las grandes preguntas. ¿Las víctimas de trata sexual se pueden considerar refugiadas políticas?

R. Bueno, un inciso. Nosotros decimos personas en situación de trata, porque la víctima de trata ubica a la otra en una situación indefinida y te ubica a ti como salvador. Y porque de la trata se sale, ¿vale? Entonces, una vez dicho eso, sí, la trata es un motivo de persecución política. Y hay casos concretos, además. No sé si lo sabréis, pero, por ejemplo, en Mali están las Daara, que son un tipo de escuela coránica, que lo que hacen es que, a los niños más pobres se los quedan y luego los obligan a mendigar y los explotan en la mendicidad. Y, si no cubren la cuota, son fuertemente castigados y eso es un motivo de protección internacional, por ejemplo.

P. Sí, yo me refería a la trata sexual.

R. También. La trata con fines de explotación sexual, principalmente la que se da en mujeres que son traídas a España mediante engaño, o no, para ser explotadas sexualmente aquí o en Europa, es un motivo de protección internacional. Es cierto que la normativa no siempre la ha contemplado de forma específica, pero, en 2013, también fruto del trabajo que estábamos haciendo aquí, se concedió por primera vez protección internacional a una víctima de trata y a su hija nigeriana. Fue algo insólito, porque hasta el momento, aunque la normativa no lo prohibía, no se estaba concediendo. Hasta 2013, no se permitía que las personas en situación de trata pudieran tener protección internacional.

P. Claro, es que la imagen del refugiado casi siempre tiene que ver más con esos primeros casos que has dicho, ¿no? Una persona perseguida por sus ideas políticas o por su orientación sexual. ¿Es muy difícil que la idea del refugiado sea la de una persona que ha sido explotada sexualmente todavía hoy?

R. Sí, todavía hoy. Y ya verás tú cuando lleguen los refugios climáticos. Verás la risa. Que eso va a llegar.

P. A lo mejor, los primeros refugiados climáticos somos nosotros.

R. Yo lo digo sin broma. O sea, como en Andalucía sigamos así, nos vamos a tener que ir a vivir a Cantabria. Que a este ritmo, aquí no va a haber posibilidad de vivir.

P. Lo mismo vuelve a bajar de los cielos Don Pelayo.

R. Claro, pero que tú miras todo el Cuerno de África y tal. Es que esa gente está migrando por una cuestión climática. Es que los animales se mueren, la tierra no sirve, es que son personas que no tienen posibilidad de vivir en su país.

Hay muchas mujeres que están siendo explotadas a través de una pantalla

P. ¿Qué singularidad has observado en Córdoba, en este centro, con respecto a las personas en situación de trata?

R. Creo que Córdoba es una provincia bastante acogedora y abierta a la diversidad. La verdad. Pero que esto también ha sido poco a poco porque lleva tiempo. A mí me resultó curioso cuando yo me vine de Córdoba a Puente Genil, que aquí había más negros. O sea, que tú cuando caminabas por la calle en Puente Gentil veías más diversidad fenotípicamente hablando. Dices, tío, yo en Córdoba no veo tanta gente distinta. Y aquí sí. ¿Por qué? Porque claro, desde el 94 hay mucha gente que se ha ido, pero también hay gente que se ha asentado.

P. Yo siempre he pensado que Córdoba era una provincia de paso

R. Ah sí, claro, es mucho de paso, pero eso tiene que ver con las condiciones laborales o con el mercado, Córdoba no es que tenga las ciudades con menos paro de España ni de Andalucía. Entonces, la gente necesita futuro. Como tú y como yo, tiene vicios raros como pagar la comida y el alquiler. Y para eso necesita ingresos, claro. La gente se queda en función de la posibilidad que tiene de insertarse en la economía, o sea, en el mercado laboral y sobrevivir.

P. Y en ese proceso de intentar quedarse, supongo que la Ley de Extranjería no ayuda mucho. Me refiero a los plazos para demostrar el arraigo.

R. Ahora creo que se está modificando, o que se ha modificado, no sé si ya se ha modificado. No estoy segura, porque yo no soy abogada, yo soy trabajadora social, así que te puedo decir hasta donde yo sé.

P. Sí, pero si eres trabajadora social, tienes que regularizar laboralmente a muchas personas.

R. Ahora el arraigo por formación es más fácil. Y creo que, si llevas un par de años y tienes una oferta de hacer un curso que tenga alguna posibilidad de inserción, puedes solicitar esa vía. Y hasta donde sé, por lo que me dice la compañera, no está siendo una carrera de obstáculos. Pero también te puedo hablar de algunos casos míos y lo que supone la ley o la aplicación de la norma tal cual está.

P. ¿Por ejemplo?

R. Mira, hemos estado acompañando a una mujer que lleva 15 años en España -15 años, se dice rápido-. Esta mujer tiene ya 60 años, vino aquí porque su hijo tenía una enfermedad degenerativa. Bueno, pues sus hijos se murieron aquí. Y esta mujer es analfabeta, ha sufrido todas las violencias del mundo prácticamente desde que nació, no tiene dinero… Mujer, migrante, de 60 años y analfabeta. ¿Cuáles son tus posibilidades de regularizarte? Pues para empezar se exige tener medios de vida. Pero claro, se necesitan papeles para acceder al mercado laboral. Y aquí funciona a la inversa: primero búscate una oferta de trabajo de un año y luego solicita papeles. O sea, si esta mujer tuviera trabajo, no necesitaría todo esto. Pues a esa mujer le hemos intentado conseguir los papeles por todas las vías del mundo. Y, como ella, otras muchas gentes que se quedan fuera del sistema, muchísimas personas que no pueden acceder a una situación administrativa regular porque todo es una carrera de obstáculos. Y de dinero, porque cada vez que presenta los papeles, hay que traducirlos.

P. A eso me refiero, que no sé si crees que el sistema está pensado para dificultar este proceso.

R. Es que para demostrar el arraigo tienes que demostrar que tienes medios económicos. Vuelvo a esta mujer (Comienza a dibujar despacio un círculo sobre la mesa): esta mujer tiene piso alquilado, pero no tiene ingresos declarados, y, si los tiene, no tiene los suficientes como para hacer una declaración de la renta, obviamente. ¿Por qué? Porque no está en situación regular de ingresos, porque sus ingresos proceden de un sistema un poco perverso y que lleva muchos años…

Equiparar explotación sexual y violencia contra las mujeres es un logro del feminismo

P. ¿Estás dibujando un círculo en la mesa verdad?

R. Efectivamente es un círculo. Es que es un círculo vicioso.

P. ¿Te sorprende que la migración o el trato a los migrantes sea lo último que llega al debate en España, a pesar de que su futuro como país esté ligado a la migración?

R. A ver, todo es por una cuestión cultural. Pero, en un mundo global, querer convertir a España en una microisla me parece involutivo. Porque la mezcla de la sociedad y la mezcla de los pueblos y las culturas nos ha enriquecido desde siempre. Pero, bueno, hay un doble rasero. Para comer sushi, sí me mola la diversidad, porque no quiero estar todos los días comiendo garbanzos y lentejas. Pero si viene toda la gente de todos esos sitios, ya no me gusta tanto. Y, si son menores tutelados... Ese es otro tema, porque es flagrante las dificultades que se pone a los niños y la falta de cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño que hay muchas veces en nuestro país. La mayoría de los niños tutelados por el Estado tendrían que cumplir la mayoría de edad con permiso de residencia y trabajo. Y la realidad es que eso no está ocurriendo. El Estado está dejando a niños que están, entre comillas, huérfanos, condenados al ostracismo. Y esos niños que vienen aquí quieren lo mismo que quiere todo el mundo. Nadie de los que viene aquí quiere vivir en la Cruz Roja, en un centro de protección o en un centro de acogida, la gente quiere vivir en su casa.

P. Centrándonos más en la trata, qué estrategias son las más efectivas para lograr superar una situación así?

R. La estrategia más efectiva con las víctimas de trata es hacer un trabajo a medida. A nivel general, hay características comunes, como por ejemplo que el tiempo lo marca la persona. Esto, que parece que es algo muy obvio, a veces se nos olvida. Y tienes que empezar desde lo pequeño. Porque no es lo mismo una persona que ha estado 10 años en un contexto de explotación sexual, que un niño que ha salido de una escuela coránica, vulnerándose todos sus derechos humanos. Ni es lo mismo una mujer que llega aquí, se da cuenta de que la han engañado para acabar en un contexto de explotación sexual y dice que no, porque no tiene a su hijo ni a nadie amenazado en origen y puede permitirse no someterse a esta explotación. Son tres casos muy distintos. Y es evidente que impacto de la trata en este último caso no es el mismo que en una mujer que lleva 15 años sometida. ¿Cuál es la estrategia para la que ha salido pronto de ese contexto? Pues, quizá en función de su situación, de su potencial, de sus capacidades y sus necesidades, vas a enfocarte a lo mejor a una búsqueda de empleo o en lograr protección internacional -para esto último, en función del contexto del país de origen-. Pero, en una mujer que lleva 15 años en un contexto de explotación sexual, tienes que empezar por lograr que duerma. Que duerma a su hora. Porque muchas veces el abuso o la adicción a sustancias deriva del contexto prostitucional. Al final consume determinadas sustancias porque los señores que van ahí la obligan a consumir alcohol, y toma pastillas para luego poder dormir. El ciclo del sueño es, por ejemplo, uno de los impactos más sencillos y muchas veces más difícil de ver para los prestadores de este servicio.

P. ¿Te refieres a adaptarse a sus horarios?

R. Claro, es que si le das una cita a las 9:00 a una persona que se ha acostado, obligada, a las 7:00, pues no es personita. Entonces, hay que empezar por dormir, comer y luego todo lo que viene después. Que no es poco. Porque también hay cuestiones culturales. Nosotros, algunos chicos que hemos atendido y que venían principalmente de China, habían sido explotados laboralmente en plantaciones de marihuana. Bueno, esa gente lo que tiene es un miedo atroz porque han sido explotados laboralmente, sí, pero es que, además, no estaban cultivando tomates, y con ellos lo primero es reducir el miedo. Y, en función de la cultura, te encuentras gente a la que le ofreces comida y te dice que no. Que si no se han ganado la comida, no lo aceptan, que no pueden aceptar la comida.

No conozco apenas a ninguna compañera que eno haya pasado por un proceso ansioso o de depresión

P. Hay un shock cultural.

R. Claro, antes hablábamos de reseteo. Es que esto es como si yo tuviera que resetearme ahora mismo y comenzar de nuevo. Imagina hacer ese cambio si de repente me encontrara en un contexto de explotación sexual debido a un giro en mi vida. ¿Cómo reiniciar? Probablemente, yo abusaría de todas las drogas disponibles, pero sería necesario construir una nueva personalidad que me permita sobrevivir en ese contexto. Salir de la explotación es un proceso difícil, lleno de incertidumbre y frustración. Además, existe una falta de recursos significativa. La lucha es desigual porque el sistema que maneja la trata y la explotación sexual mueve grandes sumas de dinero, mientras que los recursos disponibles para acompañar a las mujeres en su proceso de recuperación son limitados. A menudo, los recursos de acogida tienen plazos establecidos, que pueden no ajustarse al tiempo necesario para que la mujer comience su proceso de recuperación. Es fundamental no prometer cosas que no se puedan cumplir en el trabajo de intervención social. Una de las principales luchas es lograr que las mujeres sean reconocidas como víctimas, a pesar de que la normativa no lo establezca claramente.

P. ¿En qué sentido?

R. Pues que, a veces, las fuerzas de seguridad suelen solicitar su colaboración en la persecución del delito, lo cual puede ser problemático, ya que los tratantes rara vez revelan información sobre su paradero o sus actividades financieras. Esto dificulta que las mujeres sean reconocidas oficialmente como víctimas en el país y que accedan a los derechos y recursos disponibles para ellas. En muchas ocasiones, después de un proceso doloroso, las mujeres se encuentran en la misma situación en la que estaban al principio, sintiendo que no fueron creídas a pesar de haber contado su historia. En cuanto al perfil más común, siguen siendo los casos de explotación sexual en situación irregular administrativa. Aunque también estamos viendo más situaciones de explotación mixta donde se combinan la explotación laboral y sexual. Mayoritariamente, los casos que atendemos son de explotación sexual.

P. ¿Y qué porcentaje de estas personas logran salir de esa situación?

R. No tengo datos sobre ello. Porque, como te digo, son procesos muy largos y nosotras acompañamos a veces en una parte del proceso y a veces en todo, pero esto también es un trabajo en red. O sea, Cruz Roja hace una parte, hay otras entidades que hacen otra, ¿sabes? Hay un montón de entidades que estamos interviniendo en el ámbito de la trata y es difícil ver el proceso completo. Porque, además, en la explotación sexual tú tienes que tener en cuenta la movilidad forzada. Es que a las mujeres cada 20 días las cambian de sitio. Entonces, iniciar y terminar un proceso completo, nosotros hemos llevado muy pocos.

En este sentido, el Ministerio de Igualdad está intentando hacer un macroestudio sobre eso, pero no te sabría decir cuántas consiguen o en qué tiempo. Es que depende, como te decía antes. La que acaba de llegar, está siendo explotada una semana y dice: “A la primera que pueda me escapo”. Y se pira. Esa, pues puede que en dos o tres meses lo consiga. Con que se recupere un poco, entienda que lo que ha pasado no ha sido culpa de ella, sino que forma parte de un sistema más global, promovido por gente que engaña y que traen a personas como ella, puede que consiga pasar página.

Pero, cuando estamos hablando de mujeres que llevan en el contexto de explotación cinco o diez años… No te digo que no se pueda, porque de todo se sale, pero evidentemente ese proceso tarda mucho más. Dar el paso ya es súper importante. Porque está toda esta parte cultural. Al final, dar el paso la señala, le provoca vergüenza… Eso sin contar con que una mujer que venga de la explotación sexual tiene más dificultad para acceder a un empleo regular. Porque las señaladas son ellas. Todo el mundo sabe en el pueblo, más o menos, quién está aquí y quién está allá. Entonces no es fácil salir, no ya solo por ti, sino que cuando vayas a buscar un trabajo y te entrevista una determinada persona, pues a lo mejor lo conoces a otros contentos, y a lo mejor no te va a dar el trabajo. No es fácil.

P. No sé si tú consideras que España es un país de puteros.

R. Creo que en España la prostitución tiene un margen de aceptación social por encima del que a mí me gustaría.

P. Es una manera política de decir lo mismo. Los datos, desde luego, son demoledores.

R. Los datos son los que son.

La lucha es desigual, el sistema que consiente la trata y la explotación sexual mueve grandes sumas de dinero

P. Esa frase es un titular de una entrevista de Mabel Lozano.

R. Sí, yo quiero dejar claro que, para mí, decir putero está bien dicho. Un putero no es un cliente. El cliente es alguien que va a un supermercado a comprar algo. No podemos equilibrar o asemejar la palabra putero con cliente, no. Eres un putero o un prostituidor. O un explotador o un tratante, depende de los niveles. Y creo que sí, que la prostitución forma parte de nuestra cultura. Es que, en todos los pueblos hay un piso, o hay un club. O en todas las carreteras. Mira Castilla-La Mancha. Pero en Córdoba también. En Lucena tienes polígonos industriales que se reconocen por el nombre del club donde se explota y se prostituyen mujeres. Claro que está muy socialmente aceptado. Yo me he criado en otro pueblo y nuestros amigos de la pandilla, cuando terminábamos en la zona de ocio, se iban al pueblo o al pueblo de al lado a terminar la fiesta…

P. A las wiskerías.

R. A las wiskerías. O sea, ¿qué quiero decir? Pues que claro que está socialmente aceptado y que forma parte de nuestras raíces. Pero también creo que, afortunadamente, cada vez se da menos. Ahora bien, digo esto con mucho miedo, e incluso sabiendo que es un poco mentira, porque todo lo que se ha pasado de los clubes y de las calles a los pisos, también se ha pasado a las pantallas. Y hoy hay muchas mujeres que están siendo explotadas a través de una pantalla.

P. Sí, esa es una de las cosas que te iba a preguntar, por el papel de las redes sociales y la tecnología ahora en los temas de trata, que creo que es algo que no se está abordando tampoco.

R. Bueno, hay una modificación de la Directiva Europea de Trata que se va a aprobar, y que España va a tener dos años para implementar, y una de las cosas que ya recoge es lo digital, tanto en las acciones de la trata, que es la captación y tal, como en los medios, es decir, es el control, es el seguimiento de las amenazas. Y claramente nosotras, bueno, tanto Cruz Roja como la mayoría de las entidades de la Red Española de Lucha Contra la Trata, estamos viendo que está teniendo un impacto brutal. Muchas de las mujeres y hombres a los que atendemos, pero principalmente mujeres, han sido captadas a través de redes sociales mediante ofertas fraudulentas o a través de contactos de redes sociales. Y luego viene la coacción. Y tenemos en la cabeza dal señor proxeneta forzudo, que si la mujer no cumple en la calle le pega y tal, pero es que ahora, no hace falta pegar, la coacción funciona solo con que tengas un móvil y decirle: “Mira, estoy viendo a tu hijo cómo va el colegio”. O sea, puedes estar a 20.000 kilómetros de tu casa y que te explote alguien aquí.

P. Fíjate que ahora que has hablado del proxeneta, a mí la imagen que me ha venido es más la de un empresario hostelero.

R. (Se ríe) Porque es que España es muy particular en ese aspecto. Sí, pero, o sea, puede ser, los perfiles son tan diversos como proxenetas hay. Sí, si vas a la película tanto de Mabel Lozano o la de Isabel de Ocampo, efectivamente los proxenetas allí son profesionales de la hostelería. Pero porque todavía en España a los clubs se los consideran como un espacio de ocio o como un establecimiento hotelero. Entonces sí, si lo ves, así, sí.

P. La idea de vincular la prostitución con el ocio no solo se da en España, creo que también es la misma en países donde se ha legalizado la prostitución, como puede ser Holanda.

R. A ver, intentar buscar alternativas a la explotación sexual no es fácil, porque es un fenómeno complejo que tiene un montón de aristas. En el caso concreto de Holanda, es verdad que Holanda, hasta donde yo sé, de unos años esta parte sí que le estaba dando una vuelta. Porque estaban viendo que la regularización no había reducido el número de mujeres que estaban siendo explotadas sexualmente. Y eso que pensaban que legalizar iba a ser una vía para que las mujeres tuvieran mayor acceso a recursos y a derechos. Pero los datos estaban evidenciando que no había dado los resultados que ellos esperaban. En España es verdad que es alegal, de momento. Pedro Sánchez ha dicho que va a hacer una ley abolicionista, a ver qué tal. Pero la realidad es que España está en el top de consumición de explotación sexual a nivel mundial. Es que está Tailandia, otro país, y creo que después vamos nosotros. Yo tengo compañeras que están en la Jonquera, y me cuentan que bajan los franceses allí los fines de semana como el que va a la plaza a tomarse una cerveza. Así que sí, es bastante perverso que la comercialización sexual entre dentro del ocio.

OnlyFans ya tiene también un montón de sentencias condenatorias por explotación sexual

P. Hablemos entonces de la abolición o la prohibición.

R. Yo te lo digo con honestidad, aunque personalmente pueda estar mucho más cerca de una posición que de otra: Cualquier posicionamiento político de abolición de la prostitución tiene que ir acompañado de gran presupuesto y grandes medidas. Muchas medidas que afecten a muchos ámbitos. Es decir, al final, si nuestro Estado decide que se va a convertir en un Estado abolicionista, no es solo prohibir la prostitución, hay que ir más allá: ¿Qué vas a hacer con las mujeres que están en esos contextos? ¿Vas a regularizar a todas las que estaban para que puedan buscarse la vida? ¿Vas a tener procesos de acompañamiento psicológico, prelaboral, laboral, mediación con empresas, medidas de apoyo para que puedan conciliar con las niñas? Todo eso tiene que ir acompañado de medidas. O sea, las leyes están bien. Pero si tú de pronto dices, España es abolicionista, ¿qué pasa con todas esas mujeres que están ahí? ¿Ya se han solucionado sus vidas?

P. El titular de mitin no vale en este caso.

R. Está bien, pero si no va acompañado de un montón de cosas, como la que estábamos hablando, mal. Si no tienes una educación afectiva o sexual de toda tu población, si seguimos cosificando los cuerpos, que si esto y lo otro, es difícil que eso cambie en dos días. Si se decide, tienes que ir con todo, de verdad. Tienes que tener un presupuesto y un armazón que realmente permee. Y está bien todo lo que extienda derechos o sirva para mejorar o avanzar como sociedad de pleno, pero hay que medir los tiempos.

P. Mientras hablaba contigo me he acordado de una entrevista que dio Mala Rodríguez en la que dijo algo así como que ahora las mujeres son sus propias proxenetas. Lo dijo como si fuera algo revolucionario.

R. A mí no me lo parece. Las que nosotras vemos, si se prostituyen es porque no tienen otra alternativa para comer. No tienen una alternativa mejor que les permita no prostituirse y salir adelante. No es lo que yo he visto. Igual estoy siendo un poco ingenua, un poco viejuna, pero creo que no es lo mismo que yo me acueste con quien quiera y cuando quiera que prostituirse a sí misma. No sé por dónde iba la Mala.

P. Sí, por el rollo de OnlyFans y todo esto, supongo.

R. Bueno, pero es que OnlyFans ya tiene también un montón de sentencias condenatorias por explotación sexual, de trata sexual y de trata de explotación infantil. Yo creo que hay que rascar un poco más. No sé, es tan fácil como ponte en su pellejo, ¿no? ¿Tú lo harías? Da igual que sea una chica o un chico. ¿Tú de pronto estarías ahí subiendo ese contenido?

Las emergencias migratorias son fruto de las políticas macroeconómicas

P. Es que las redes sociales, en general, han cambiado la forma en la que nos mostramos.

R. Bueno, si a lo mejor subo fotos de mis pies, pues me da un poco más igual. Pero si estás exponiendo tu sexualidad todos los días en abierto, pues no sé… Yo, como alternativa para ganarme la vida, prefiero otra, por el impacto que tiene para mí, por el impacto que tiene para mi entorno y porque mucha gente desconoce lo que cuesta después eliminar eso. Porque el derecho al olvido en lo digital también es un marrón interesante. Nosotras hemos acompañado a mujeres que han sido explotadas, o incluso violadas, y con las que determinadas plataformas se han enriquecido a través de eso, y quitar ese vídeo de la red es un infierno.

Entonces, bueno, hay otros casos de gente que lo hace de motu propio, pero los que yo he visto, o que haya hablado con amigas y tal, cuando hemos rascado un poco más, esas personas habían sufrido abusos sexuales, esas personas habían sido violadas, esas personas acaban normalizando determinadas situaciones que a lo mejor para ti tienen un impacto menor. Y, si a ti te merece la pena, chica, no voy a ser la que te diga lo que tienes que hacer con tu cuerpo. Pero que a lo mejor, si hubiéramos tenido los apoyos suficientes en otros momentos de tu vida, igual no estabas hoy ahí. Porque una persona, una mujer, que medianamente se desarrolla en un entorno protector, que tiene medianamente acceso a una igualdad de condiciones que las personas de su entorno, a una educación, a una formación, a una instrucción, a ganarse la vida en algo que le resulte interesante, así de entrada, yo no sé si optaría por ese camino. Y también tengo que decir que yo no conozco ni una muchacha ni ningún muchacho que en la adolescencia diga: “pues yo quiero ganarme la vida trabajando en un piso”.

P. ¿Te sorprende esa exhibición de la sexualidad que se da hoy en las redes sociales?

R. Sí, sí me sorprende. Quizá porque tengo una visión cercana. Quizá porque eso llega a mí a través de las mujeres a las que acompañamos. Entonces ya lo veo desde mi sesgo y lo que me salta es una…

P. Red Flag

R. No quería decirlo en inglés, claro, pero sí. Me sale un warning enorme porque mi conocimiento de eso no llega a través de mi ocio, ni de mi entretenimiento. Lo que yo conozco viene a través de mujeres que han sido explotadas sexualmente, agredidas y/o violadas en lo digital. Entonces, no sé si es igual peligroso, pero lo es desde mi sesgo. No te sabría decir más, porque no tengo mucho más conocimiento.

P. ¿Ha habido un impacto del feminismo en el tema en el que trabajas?

R. Yo creo que sí. El feminismo -igual sobra decir esto a estas alturas- aboga por la igualdad entre hombres y mujeres...

En España, los clubs de alterne se consideran un espacio de ocio o un establecimiento hotelero

P. Bueno, no sé si sobra, que el otro día hubo una presidenta pidiendo un día del hombre.

R. (Se ríe) Bueno, como te decía, el feminismo aboga por la igualdad y, en nuestro ordenamiento actual, el Ministerio de Igualdad dice que la explotación sexual y la trata con fines de explotación sexual es una forma de violencia contra las mujeres. Y eso es un logro, entre comillas, del feminismo. Porque, hasta hace poco, no se consideraba una forma de violencia. O la LOGIS, la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Sexualidad, también es un avance y muy interesante en lo que tiene que ver con el consentimiento y todo lo demás. Hablar de consentimiento y de consentimiento viciado, a mí me parece que tiene un impacto. Así que sí, sí lo creo.

P. ¿Te llevas mucho trabajo a casa?

R. Cada vez menos, afortunadamente.

P. ¿Cómo lo has conseguido?

R. Bueno, pues para mí, una parte importante, ha sido salir de la intervención directa. Porque lo de “ojos que no ven corazón que no siente”, no es tan verdad, pero sí tiene un poco de verdad. No es lo mismo cuando tienes a la persona enfrente todos los días, que ahora, cuando mi trabajo es acompañar a los profesionales que acompañan a estas personas. Entonces, yo no lloro lo mismo que mis compañeras que están en primera línea.

P. Pero, por lo que veo, necesitaste salir de esa primera línea.

R. Sí, sí, sí. Para mí dejar la intervención directa era también una cuestión de salud mental. Porque son situaciones que impactan. Porque cuando sales… Yo ahora, por ejemplo, recuerdo cuando estuve en Tarragona, en esas carreteras, y veías de pronto, con un frío de la hostia, a una mujer con un tanga mínimo, sola. Dices: ¿Hola? Que esa chica está ahí, ocho horas, sentadita, esperando al primero que pase con su coche o al grupito que tal… O sea, el nivel de violencia es palpable. Es que piensas: Chica, estas vendidísima. Estás totalmente vendida en una carretera sin nada alrededor. O cuando ves a las mujeres que están en los asentamientos. No hay luz, no hay cobertura, no hay agua, no hay nada.

P. No, es lo mismo estar ahí todos los días con ellas.

R. Claro, es lo que te comento. Que si siguiera en eso dormiría mucho peor.

P. Y supongo que habrá casos que todavía te persigan.

R. Hombre, claro, muchos. O sea, hay muchas de estas que te persiguen y otras muchas que te dan esperanza. Al final, lo primero que también hay que hacer es el trabajo personal y quitarte tú de en medio. Tú no eres salvadora de nadie. La gente se salva sola, aunque cuente con los recursos, no solo económicos, que les den soporte. Al final, nosotras somos acompañantes. En un momento o en muchos de tu vida, hacemos lo que podemos, pero tú vas marcando y el contexto va marcando también. O sea, se hace lo que se puede

P. ¿El trabajo social está suficientemente protegido?

R. No. Bueno, protegido, ¿de qué? Desde luego no está bien pagado, y eso conduce a los problemas de salud mental y conduce al abandono. Y bueno, ni siquiera sé si un buen sueldo te puede quitar los problemas de salud mental, pero supongo que te ayuda a sobrellevarlos, claro. Obviamente, en un sistema económico como el que tenemos, no es lo mismo vivir con 500 euros que con 1.000, que con 10.000. Los problemas son distintos en función de la posición socioeconómica donde tú te ubicas. Yo creo que no es solo el trabajo social. Yo creo que que es para todas las disciplinas de lo social o el derecho. Es decir, cuando el derecho no se aplica a las marcas corporativas pero sí se aplica a extranjería, eso adolece de cierto reconocimiento social.

Y, al final, el reconocimiento social está muy bien. Que alguien te diga que lo haces muy guay y tal, está bien, pero el verdadero reconocimiento social es un salario que te permita vivir dignamente. Y además, es lo que tú estabas diciendo también, todo hay que verlo con la confluencia de salud mental. Lo ideal es que las distintas organizaciones sociales, organizaciones o empresas, incorporen dentro de la prevención de riesgos laborales ese cuidado en la salud mental. Porque yo tengo pocas posibilidades de partirme una pierna en mi entorno laboral, pero no conozco apenas a ninguna compañera, ya sea psicóloga, abogada, integradora, educadora social o trabajadora social, que en algún momento no haya pasado por un proceso ansioso, depresivo o que no haya tomado pastillas para dormir. Eso no debería ser baladí. Pero esto también tiene que ver con la feminización de los cuidados. Y con que este tipo de curro se valora económicamente y socialmente como algo menor. Lo cierto es que está peor retribuido y, en muchas ocasiones, con mayor precariedad. Es que, en mi carrera estábamos 150 chicas y dos chicos; es que aquí, la mayoría somos trabajadoras y en la Cruz Roja, a nivel estatal, la mayoría somos trabajadoras.

P. No sé si le pedirías algo a las administraciones en este momento.

R. Tenemos que aceptar que lo social requiere de una profesionalización. Yo sé bastante de trata, pero tú ahora mismo me pones a mí a trabajar con discapacidad y no tengo ni idea. O con dependencia, o con personas mayores. Hay otras personas que hacen esas cosas. Eso cuesta dinero, igual que cuesta formarte en cualquier otra cosa. Entonces, la pregunta es: ¿Cuánto nos importa como sociedad que esas personas estén atendidas y qué calidad de intervención queramos? ¿Esto es lo que queremos? Esto es lo que tenemos. ¿Queremos darle otra importancia? Pues vamos a darle una pensada. Pero es como lo que hablábamos de la trata en el sector de los cuidados.

P. Volvemos a la perversión del lenguaje: esa idea de que vosotros sois salvadores cuando en realidad lo que tendría que estar es pidiendo la sociedad es más recursos para este tipo de atención.

R. Sí, yo creo que lo de salvador es una idea súper perversa. Primero porque a la gente la machaca. Insisto: la gente se salva sola. Si tú tienes un problema gordísimo, ¿de qué depende que yo solucione el problema? ¿De que tú me digas cómo lo tengo que hacer? Al final tú tienes que aprender y desarrollar tu propia estrategia para enfrentarte a una situación o un contexto. Y sí, una parte de eso es poner en valor lo que queremos poner en valor como sociedad. ¿Queremos darle más valor a la especulación bancaria o inmobiliaria? Maravilloso, ahí está el dinero. Pero, si queremos una sociedad de verdad diversa e inclusiva, que trate a todos con un mínimo umbral, pues habrá que apostar porque todas las personas que hayan tenido más o menos suerte, más o menos oportunidades, tengan un mínimo colchón donde poder recuperarse un momento y reengancharse. Que al final, esto lo decías tú antes, nos necesitamos todas y todos. No por una cuestión de diversidad solo, que también, sino por una cuestión económica. También necesitamos que la gente viva bien. Que pueda trabajar en unas condiciones dignas. Necesitamos que la gente, en definitiva, pueda vivir.

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