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Diario del Confinamiento | 'Marianning'

Mariano Rajoy.

Juan José Fernández Palomo

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He salido a hacer deporte cumpliendo escrupulosamente las directrices de mi Gobierno en lo que a tramos de edad, distancia y tiempo respectan.

Debo decir que yo nunca he sido deportista en solitario, no soy de esos. Jugué en el instituto al balonmano y al vóley –mal- porque se le puso en las narices a un profesor de educación física (¿?); pero, de manera natural, he jugado al fútbol con los colegas con más actitud que aptitudes consiguiendo grandes logros como no morir o quedarme tetrapléjico.

Así que para practicar el deporte permitido, hoy he salido a hacer marianning.

Se trata de salir no a dar un paseo –esto significaría no más de una hora y a menos de un kilómetro del lugar de residencia-, tampoco a correr –esto supondría riesgo de lesiones y escupir el bazo por la boca, con la consiguiente mala imagen y el peligro para los demás de dejar trozos de vísceras aún calientes en el suelo-. Ni tampoco a practicar “marcha atlética”, ese extraño deporte en la que hay que correr en línea recta sin levantar los dos pies a la vez o sin apoyar los dos pies en el suelo que, la verdad, si aún conservas las dos piernas, no parece sencillo. Los atletas españoles suelen conseguir buenas marcas en esa extraña disciplina, no me pregunten por qué. Tiene que ver con el movimiento de la cadera, me parece.

No. El marianing consiste en ir más deprisa que caminar deprisa sin llegar a correr y sin ser tan normativo como la marcha atlética, en la que te descalifican a las mínimas.

Eso me ha permitido estar más de una hora fuera de casa sin rebasar el término municipal; por lo tanto me ha hecho ser deportista.

Podríamos decir que el marianning es una especie de “tercera vía” neoliberal que abrió un vector entre el running y el mero paseo.

Su creador, Mariano, tiene ya su nombre grabado en la historia del atletismo como la tiene Fosbury, el primero que el salto de altura lo realizó de espaldas al listón, acabando para siempre con la práctica del “rodillo ventral”. Ya nada es igual después de los pioneros.

Ahora me tomaré un ron con cola, por aquello del déficit de glucosa en las células.

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