Alba Sanjuán, la médica residente que recorre el mundo para mejorar la vida de sus pacientes
Desde que Alba Sanjuán aprobara el examen del MIR (Médico Interno Residente), esta alicantina está aprovechando al máximo su residencia de cinco años en la Unidad de Gestión Clínica de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Reina Sofía. Además de la formación que día a día adquiere en su unidad, Sanjuán ha realizado hasta cuatro rotaciones. Es decir, se ha formado durante varias semanas en cuatro hospitales diferentes en los que ha conocido otra forma de desarrollar su especialidad para mejorar la calidad de vida de sus pacientes.
Su última rotación ha sido en Taiwán gracias a una beca de la AO Foundation concedida por sus méritos profesionales y académicos. Durante su estancia de seis semanas, Sanjuán ha profundizado en dos de las técnicas que más le atraen de su especialidad: la cirugía craneofacial ortogmática y la microcirugía, ambas orientadas a la reconstrucción de alguna parte de la cara o de la boca que en algunos pacientes presenta un defecto natural o que es fruto de una operación oncológica.
La rotación la ha desarrollado en el Chang Gung Memorial Hospital, uno de los complejos sanitarios “más grandes del mundo y que cuenta con varias sedes”, ubicado en Likou, a apenas 45 minutos de Tai Pei-la capital de Taiwán-, explica Sanjuán. Acompañada de los médicos Fu Chan Wei y Yu Ray Chen, esta médica ha participado en sesiones bibliográficas y temáticas y ha realizado el seguimiento de los pacientes ingresados en su planta. Ha podido hacerlo todo, salvo operar, que está reservado para los médicos y los fellow del propio país, es decir, residentes que cuentan con una supraespecialización y que sí pueden intervenir en quirófano.
De su estancia se trae, además, “no sólo la experiencia profesional, sino el networking internacional que se hace” y las relaciones que se establecen entre los diferentes residentes. En este sentido, Sanjuán incide en la importancia de que los Sistemas de Salud permitan las rotaciones de sus médicos residentes “ya que no sólo están pensadas para aprender técnicas, sino para desarrollar el idioma y las habilidades sociales”, cuestiones que “facilitan una red de contactos que te pueden abrir muchas puertas”.
Las rotaciones médicas internistas permiten, asimismo, “conocer otra cultura” y poder confrontarla a la nuestra. Para la joven, el primer choque cultural que experimentó fue al ver que los propios residentes vivían en habitaciones compartidas un ala del hospital. “Eso te dice mucho de su manera de entender su trabajo”, cuenta la médica, que destaca de los taiwaneses “su enorme paciencia”. “Entran en un quirófano y no tienen un concepto del tiempo como tal. Lo que dure la intervención, duró. Sin embargo, en España podemos hacer lo mismo pero en un tiempo mucho menor. Somos más eficientes”, asegura.
Esta última rotación se une a las que ya ha desarrollado en otros lugares como Costa Rica, Florida y Harvard, donde se ha formado en cirugía en niños, en cabeza y cuello y en parálisis facial. Este periplo formativo llevó a la médica a recibir el pasado mes de julio un premio del Colegio de Médicos de Córdoba como reconocimiento al trabajo y esfuerzo que está desarrollando a lo largo de toda su etapa formativa como Especialista Interno Residente. La vocalía de médicos Internos Residentes del órgano colegial reconoció, así, su trabajo y su compromiso con la mejora continua.
Su prolífica trayectoria le lleva a decantarse especialmente por dos cirugías: las que se realizan a pacientes oncológicos, “que son muy agradecidos después de haber pasado momentos muy duros”, y las relacionadas con parálisis faciales, “que es reanimar la cara de un paciente”. Ambas patologías son, a su juicio, “muy estigmatizantes” por lo que una operación de este calibre “supone cambiarle la vida a una persona y, en ocasiones, luchar por que siga viviendo”, concluye.
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