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12 horas al volante: el día a día de quien hace que Uber se mueva en Córdoba

Córdoba es la quinta ciudad de España en la que ha empezado a operar Uber.

Juan Velasco

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“¿Con qué seguridad voy yo al volante después de 12 horas seguidas trabajando? Si le doy un golpe al coche, que es lo normal, encima me busco la ruina”, explica nervioso Jairo (nombre ficticio). Jairo trabaja como conductor. Lleva uno de los Fiat negros con los que opera en Córdoba la multinacional Uber. Pero Jairo no trabaja para ella. Al menos oficialmente. Recoge a los clientes que usan esa aplicación, pero a la hora de la verdad no rinde cuentas ante la empresa con sede en Delaware.

Jairo trabaja en realidad para Ares Capital, que es -como ya avanzó CORDÓPOLIS- una compañía española que ha sido controlada por el fondo de inversiones norteamericano King Street Capital, propietaria, a su vez, de Moove Cars. Un entramado societario que cuenta en Córdoba al menos con una treintena de autorizaciones de alquiler de coche con conductor (VTC), que son las que permiten a Uber operar en la ciudad. Es el mismo sistema que usan ambas empresas en Sevilla, donde Uber ha aterrizado con fuerza.

En Córdoba, sin embargo, según asegura Jairo, la implantación está siendo mucho más lenta y perjudicial para los intereses de la compañía y los propios empleados. Han pasado 27 días desde que Uber y Ares Capital arrancaron sus coches en Córdoba, aunque para este conductor la historia se inició una semana antes, con una suculenta oferta de trabajo que buscaba nada menos que 250 empleados para trabajar para “una importante empresa multinacional del sector del transporte”.

Al igual que algunos de sus compañeros, con los que pudo hablar este periódico, Jairo confirma que la entrevista para el puesto tuvo lugar en una nave de un polígono y consistió poco más que en consultar si los candidatos tenían “los puntos del carnet” y si tenían antecedentes. “Esto fue un miércoles o un jueves, y el lunes siguiente ya tenía un contrato y estaba dado de alta”, explica el conductor, que ya entonces mostró sus dudas sobre la oferta, y pidió, sin éxito, información adicional sobre el salario, la forma de pago y las horas de trabajo.

Contrato con una “cláusula de confidencialidad” y algunas “contradicciones”

Mientras la nómina llega, la única guía con la que cuenta el trabajador ha sido su contrato de trabajo, un contrato que incluye además una cláusula de confidencialidad que le impide hablar de ello con nadie. A pesar de ello, Jairo decide enseñar el contenido. Éste estipula una jornada laboral “de 8 horas” al día, en las que el trabajador “tendrá un vehículo de la compañía, así como teléfono móvil para la conexión a las plataformas o aplicaciones digitales de transporte de viajeros durante un periodo máximo de 12 horas al día”.

Además, especifica que cada trabajador tendrá “autonomía para regular su jornada”, si bien solo se considerará jornada “efectiva” de trabajo “cuando el conductor está debidamente conectado a las mencionadas aplicaciones”. Sorprende, por tanto, que en el mismo documento se encuentre a continuación la siguiente aclaración: “El trabajador acepta y reconoce que el hecho de tener a su disposición el vehículo de empresa como herramienta de trabajo durante 12 horas al día, o estar conectado a las aplicaciones móviles por tiempo superior a 8 horas, en ningún caso supone la realización de una jornada superior a la máxima legal permitida”.

Para Jairo, ahí está la “contradicción”. Tres semanas después de que comenzara a trabajar, con turnos impuestos por la empresa y que son siempre de 12 horas, califica su jornada laboral de “inasumible”. Enseña para ello la propia aplicación, que recoge jornadas semanales en las que ha estado en movimiento más de 65 horas. “El tiempo que el trabajador se encuentre sin conexión y que, estando conectado, el vehículo no se encuentre circulando, no tendrá consideración de jornada efectiva de trabajo”, detalla el contrato confirmando su relato.

El conductor no cree que haya nada ilegal en ello, si bien cree que se le mintió en la oferta de trabajo, por un lado, y que Ares Capital está forzando a sus empleados más de lo sostenible para llegar a un mínimo de facturación que hoy por hoy le parece “inviable”. “Han fijado en 650 euros lo que tiene que hacer cada conductor a la semana”, explica Jairo, que de nuevo vuelve a mostrar su aplicación, en la que se puede leer que, incluso trabajando más de 60 horas, no ha llegado a la barrera de los 500 euros de facturación semanal.

Por ello, Jairo teme que se avecinan despidos entre quienes han comenzado a trabajar para Ares Capital este mes, un total de 24 hombres y 2 mujeres, que se reparten una veintena de coches. Una plantilla “pintoresca” en la que hay de todo, según el conductor: “Aquí ha entrado todo el mundo. Desde amas de casa que no han conducido en su vida, hasta personas de pueblos que no saben cómo llegar a la Mezquita. No se ha exigido nada más que los puntos del carnet y el certificado penal”, asegura el empleado.

Circular sin precontrato y pagando las multas de su bolsillo

Otra de las cuestiones que han comenzado a minar la confianza de la plantilla ha sido el incorrecto funcionamiento de la aplicación. Las VTC están obligadas a funcionar con un precontrato entre el cliente y el conductor, de modo que, cuando se produce la recogida, el chófer ya debe saber cuál es el destino. Sin embargo, según declara Jairo, “la aplicación no está funcionando correctamente y solo muestra el punto de recogida”, pero no el de destino, algo que este periodista ha podido comprobar utilizando el servicio.

El problema está en que esta falta de información deja a los conductores en una situación compleja, pues pueden ser multados por la Policía Local, que está obligada a sancionar a los conductores de VTC que no demuestren que ha habido precontrato y que tienen que comprobar siempre la hoja de ruta. A esta cuestión se le suma el hecho de que los vehículos de Ares Capital no pueden circular por zonas restringidas al tráfico con Acire, paradas de taxi o carril bus, lo cual incrementa las posibilidades de ser sancionados.

“Si te multan, lo pagas tú. Y a ver cómo le explicas a un cliente que no puedes llevarlo adonde él quiere, porque te puedan multar”, señala Jairo. El contrato lo confirma: “El trabajador reconoce y autoriza a descontar de su remuneración mensual todas las multas de tráfico o sanciones administrativas”.

Ante este panorama, Jairo aún no sabe hasta cuándo va a seguir trabajando en el sector. Si se ha decidido a hablar, rompiendo así un contrato de confidencialidad, es porque, según confiesa, no quiere que se engañe a más gente. “Me gustaría que me hubieran dicho: vas a cobrar 1.100 euros, o lo que sea que me vayan a pagar, por trabajar durante 14 horas al día. Y luego ya decido. Esto lo hago por los que vienen detrás”.

Y, a juzgar por la nueva oferta de trabajo publicada en los últimos días en Infojobs, parece que se avecina recambio de conductores o aumento de plantilla en Córdoba. La oferta la publica la propia Moove Cars -recordemos: otra compañía participada por King Street Capital- y busca “conductores/conductoras para próximas incorporaciones en nuestra delegación de Córdoba Capital”.

Un total de 30 vacantes -por los casi 1.000 inscritos-, a los que se ofrece, de nuevo, contrato indefinido, jornada completa, incorporación inmediata y flexibilidad horaria, aunque, en esta ocasión y a diferencia de la primera oferta, de lo que no se habla en ningún punto es del salario a percibir.

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