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Ni niño, ni niña: ¡CYBORG¡

Juana Guerrero

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Una puede ser Mu´mala madre y despistarse en algunas cosillas como comprar leche para el biberón o echar pañales en el bolso, pero si hay una línea roja que no se puede traspasar es, además de llegar puntual a la guardería no sea que por un retraso no pueda entrar y te tengas que quedar con la criatura toda la mañana, es tener cargada la TABLET o en su defecto algún otro dispositivo multimedia en el que se pueda ver a Mickey Mouse, Caillou, o a cualquiera de estos personajillos de dibujos animados. Porque, las nuevas tecnologías son a las criaturas lo que un cardado en el pelo a una señora mayor. Ineludibles. Son un apéndice más de su cuerpo, una prolongación mecánica de sus manos. De hecho, las mujeres ya no parimos niños o niñas al uso, sino pequeños cyborg, es decir seres humanos hechos de carne, hueso y tecnología de última generación.

Yo que era de las que decía que mi criaturita se entretendría sólo con juegos tradicionales. ¡JA¡, lo más arcaico que ha llegado a sus manos ha sido un PC con el Windows 95. Con seis meses ya sujetaba una tablet y en la actualidad maneja de tal manera ese dispositivo que no les digo yo que de aquí al próximo verano no me haga los powerpoint. Yo me he rendido a esta nueva era, y no porque las nuevas tecnologías me provean de múltiples ratitos de tranquilidad….nooooo…, es porque las criaturitas tienen que vivir en su contexto histórico, y en el S.XXI toca que sean tecnoadictas, lo mismo que en el Neolítico seguro que estaban obsesionadas con la rueda o con las fogatas. Toca lo que toca…

Miren, si en nuestro cerebro siguió habiendo neuronas a pesar de esas consolas ochenteras en las que se jugaba al tenis con dos palitos y una pelota, CUADRADA, no creo que esto sea peor. Y es que es normal que alucinen con esos artilugios, si hace 30 años el Cinexin fue fascinante para nosotros y nosotras, y eso que había que pasarlo de forma manual (que acababas con el brazo...) y no tenía ni sonido, ¡imagínense lo que suponen los multimedia actuales¡. Y es que el entretenimiento infantil ha evolucionado de una manera....¿qué me dicen del Telesketch?, eso si que afectaba a la autoestima de los churumbeles, que no había quien hiciera ahí un dibujo en condiciones, y de hacer un círculo ni te cuento... Ahora...¿como le regalas eso a una criatura si con seis años controla a la perfección el Photo editor?.

Ya están tan habituados a que todo esté mecanizado o a que la realidad de un objeto cambie con la pasada de un dedo, que le enseñas un álbum de fotos de los de pastas de piel e intentan ampliar las imágenes golpeado dos veces sobre ellas (pruébenlo), o les das un juguete y lo examinan en busca del botón que hace que empiece a sonar, a brillar o a moverse. Perderán creatividad…que no lo tengo yo tan claro, pero cogen una habilidad cambiando pilas...

Y las fotos…¡qué les gusta hacer una foto¡, ahora te cogen el móvil y te hacen hasta pequeños cortos con guión, mientras que con su edad, a la única cámara que teníamos acceso era a esa que al disparar salía un monito del zum. Con el móvil hay que tener un cuidado... porque hacen fotos a diestro y siniestro, a veces incluso comprometidas (una de puertas para adentro es de las de batita de guatiné), y lo peor es cuando con su dedito inquieto empiezan a llamar a contactos con los que lo mismo no te apetece mucho hablar o incluso a mandar whatsapp del tipo: “kjhdkjshfhodjo kfifciuoidjvoivo” seguido de algún emoticono cualquiera, que crean en la persona destinataria una cara de..¿qué me querrá decir esta con esto?.

Yo lo que veo, por ponerle alguna pega, que a mi no me va a importar porque no seré yo quien haga un viaje sin que la criatura vaya adherida a la tablet, es que llegarán a la adolescencia sin huellas dactilares, así que habrá que ir generalizando el uso del iris como identificador personal. Aunque a este ritmo de sobreesfuerzo ocular lo mismo tampoco queda nada en las cuencas de sus ojos…En cualquier caso, como dicen que eso de dar ejemplo es muy didáctico, a ver quién renuncia a llevar el móvil incluso al baño, o a mirar Facebook o Twitter cada dos minutos, o a conectarse a internet. No seré yo quien ponga freno a esa tecnoadicción (ni a la propia ni a la de mi criatura).

RINCÓN DE LAS MU´MALAS MADRES OPTIMISTAS

“Mamá, ¡pincha¡”, me dice acariciándome la pantorrilla. A pesar de quedarme un pelín, nunca mejor dicho, sin palabras, me alegré: al menos no había nadie más en la sala. Ahora hago público aquí el comentario, pero siempre les quedará la duda de saber si esto es ficción o realidad…

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