Odio, amor y ataraxia
El odio es la máquina perfecta, la forma más exacta de energía renovable. Es sencillísimo generarlo y una vez que esto ha ocurrido no para de autorreproducirse sin necesidad de ayuda alguna, y se va encarnando en las criaturas y formas más variadas como en las descripciones bíblicas del mal. Por eso cada vez que se crea cualquier persona, animal o cosa lo primero que hace es identificar un antagonista que le hará comenzar a generar ese flujo vigorizante y venenoso que le permitirá la vida eterna al precio de perder la vida digna. Sólo odiando se puede cumplir la maldición espartana de Leónidas al traidor y feo Efialtes: ¡ojalá vivas eternamente!, porque solo el sufrimiento se puede imaginar ilimitado, que cualquier bien sin fin deviene en condena.
Hay otra energía parecida, el amor, pero lo tiene complicado. Al contrario que el odio, el amor es muy difícil de generar y aún más de conservar, se consume en eso casi tanto como lo que se produce. Es sutil, incierta, quebradiza y cualquier traza de ese oncogen errante que es el odio la convierte en su contrario en poco tiempo. En realidad no sabemos con seguridad de su existencia, conocemos la ausencia de odio, pero ese estado de plenitud habitual en la literatura no sabemos si es novela, ensayo o género fantástico. Del amor todo son huellas, indicios, es esquivo y lo más frecuente es que sea arrollado por el odio, constante y pertinaz.
Por último está la ataraxia, que es la felicidad a través de la energía 0, para el filósofo griego Epicuro la evitación de los deseos naturales no necesarios, y ahora la incapacidad del ser humano para sentir frustración, la falta de voluntad para enfadarnos o simplemente desilusionarnos. Aunque parezca un paraíso es una enfermedad, producida por un tumor cerebral o incluso por un golpe en la parte frontal de la cabeza. La ataraxia apenas se conoce porque es la enfermedad anticonsumista por excelencia, ya que el deseo, o más bien un simulacro suyo de fácil manipulación, es el combustible principal de esta cosa que llamamos sistema y así nos podemos ir al patio a fumar un cigarro.
¿ Cuál es la tuya?
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