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Botí

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Ángel Ramírez

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Los artistas hablaban y no paraban de lo que fue la Fundación Botí, un proyecto que hacía las cosas que había que hacer, con profesionalidad, criterio, se apoyaba a nuevos creadores, había becas para su formación, y todo ello con los políticos en su sitio.  Como la mayoría de las cosas buenas fue breve, y aquí llegó la derecha que lo eliminó todo sin inmutarse, con esa suficiencia del patrón que hace lo que quiere con sus tierras y no tiene que dar explicaciones a nadie. Veo como presentan las izquierdas triunfantes la nueva vida de la Fundación y pienso que el tiempo nos trata fatal, que caducamos antes de lo que pensamos o, lo que es aún peor, ni siquiera acertábamos cuando creíamos que lo hacíamos. Qué difícil es ver todo con cierta distancia, saber interpretar los condicionamientos históricos, los errores heredados, las rutinas equivocadas.

Las artes plásticas de la provincia estarán gestionadas por una Fundación con el nombre de un pintor cordobés que nos donó su obra y que nos obligamos a conservar y gestionar, mediante órganos con representantes de los partidos, el hijo del pintor, y artistas y críticos de arte. Excepto Jacinto Lara, que participa en nombre de la Unión de Artistas Visuales de Andalucía, el resto lo hace a título personal, o así se desprende de la información que aportó la presidenta del órgano en la presentación. Herederos, políticxs, expertos y un funcionario, con promesa de paridad de género para el futuro,  una estructura más cercana a la institución de una sociedad de notables que a una democrática y en proceso de transformación.

No existe la ciudadanía, ni mediación social alguna, solo expertos y políticos, expertos que decidirán sobre el trabajo de sus colegas sin directrices colectivas, ni controles externos, su leal saber y entender y su generosidad, que se les supone, como el valor. No dudo de ellxs, de hecho lxs que conozco creo que tienen un alto nivel profesional y han demostrado compromiso, pero tienen una misión imposible, emergidos como por generación espontánea, deben gestionar el arte del siglo XXI con una estructura de mediados del XX, desde un palacete muy moderno montado exclusivamente para realizar exposiciones para turistas, sin estructuras intermedias que hagan entender las decisiones, que generen flujos que orienten la acción, exponiéndose a las críticas en un sector donde las subjetividades las carga el diablo.

Como es frecuente en instituciones de esas remotas épocas se habló mucho de nombres y mayúsculas y casi nada de conceptos, de nuevas formas de hacer, de procedimientos que garanticen la igualdad y la eficacia, estamos ya en manos de un puñado de hombres y mujeres buenos, y ha quedado restaurada la contemporaneidad en la provincia. Cuántas veces somos lo que negamos sin darnos cuenta, por falta de coraje, o porque somos incapaces de inventar, sin querer copiamos de quien renegamos y perpetuamos las formas de esta Vetusta que Córdoba nunca ha dejado de ser.

Nota: En la imagen, la presidenta de la Fundación Provincial de Artes Plásticas, Marisa Ruz, en la presentación de la nueva estructura de la institución.  Foto de ALVARO CARMONA.

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