28F en Granada
Estamos todo el día de reflexiones sobre los andaluces y andaluzas, y de emociones. Nuestros poetas y el hambre, las madres y los ausentes. Canta una canción un hombre divertido, una canción de uno que fue profesor mío de estructura económica, pero que realmente era músico, lo de profesor universitario era una tapadera, y ahí anda esta tarde tocando los timbales. Canta Juan Pinilla, y hablan Teresa, Carmen, Marta y Ana recordando las palabras de José Luis, siempre hermosas. No está José Luis y todo es irremediablemente triste, porque parece mentira. Un viejo conocido sube y baja una y otra vez por el pasillo de la sala contando personas, como un autista ensimismado. Cantamos el himno andaluz que también es triste, y menos mal, tiene suficiente elegancia para que los descreídos nos sintamos bien con él.
Granada está muy flamenca, pero flamenca de Flandes, lluviosa y oscura. Hay quien dice que Córdoba es la Suiza andaluza, y yo pienso que Granada es su Bélgica, yo la veo idéntica si no fuera por la Alhambra, el Albaicín, el Sacromonte y los botellones, la gente va con esa distracción de los europeos. Como los de Andalucía la baja tienen esa tendencia a la sobreactuación creo que debíamos empezar a exportar granadinos, que dan el pego de gente seria, y ese dejecillo cantarín tiene su gracia.
Decían que iba a nevar pero nunca nieva donde está uno, la nieve siempre sucede en otro sitio, y cuando pasa donde estás no cuaja, las ciudades en las que no cuaja la nieve son como de segunda, un quiero y no puedo. Creo que los andaluces tenemos eso, que aquí casi nunca cuaja, y las nevadas que suceden son históricas, la nevada del cincuentaynosequé, tenemos esa cosa infantil de ilusionarnos con poco.
Voy de recogida y me encuentro un OVNI en la plaza del Carmen, en la puerta del Ayuntamiento. Haber empezado por ahí.
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