Hacer ciudad desde un despacho (I)
Pretender que una actuación diseñada desde un despacho devenga en mejora para la ciudad, es mucho porfiar.
Igual me excedo diciendo “diseñada”, igual el despacho tampoco es de un urbanista, seguramente será de un experto en financiamiento. Y cuando digo desde un despacho no digo que no salga ni a festejar el ascenso, sino que la iniciativa no se hace desde una vivencia propia del espacio o incorporando la experiencia de las personas que lo viven a diario (esto es la participación).
Pero además, si a este modus operandi se le suma una dudosa justificación de la intervención, basada exclusivamente en el interés económicobasada exclusivamente en el interés económico, el fracaso está asegurado. Interés económico 1, gastar un dinero que “nos ha llegado”. Interés económico 2, dejar de gastar en mantenimiento. Fíjense, los dos argumentos son lícitos (por supuesto) e incluso legítimos a la hora de justificar una actuación urbanística, pero si no se acompañan de argumentos o justificaciones basadas en la funcionalidad del espacio, el uso cotidiano, la imagen urbana o la interrelación con el entorno, por si solos, los argumentos económicos no son válidos.
A estas alturas habrá ya quien suponga que hablo de la pretensión del Ayuntamiento de vallar el parque del Balcón del Guadalquivir. Una actuación con la que el consistorio está provocando un fuerte dolor de cabeza a más de un representante vecinal de la zona, pero que a poco que se descuiden, va a requerir también fuertes dosis de optalidón en Capitulares.
La posición de los vecinoslos vecinos es unánime: no queremos un parque vallado. La de las fuerzas políticas de la oposición en el Pleno es coincidente, y va en el mismo sentido. Y sin embargo, el gobierno municipal se empeña en un despropósito digno de refranero: ponerle puertas al campo.
.
0