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Hijos bisiestos

Marian Castro

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Ayer 28 de Febrero, día de Andalucía, a miles de kilómetros, en tierra extraña. Y más blancos y verdes nos sentimos cuando tenemos lejos ese olor a olivares, a Guadalquivir, a sal del mar, a esas fachadas blancas, esos azahares que pronto empezarán a despuntar y al caldo de los caracoles de la Magdalena... Después del 28, hoy, un bisiesto... el día post o pre... un lunes que ni sobra ni falta según el año que se presente en el calendario. Ha dicho Joaquín Sabina al recoger su Título de Hijo Predilecto de Andalucía que "no sobra nadie en esta tierra". Pero creo que le ha faltado decir... que sí faltamos muchos. Somos los hijos bisiestos de Andalucía. Sí, algunos sólo pueden ir de año en año, con suerte, a un Domingo de Ramos, a un sábado de feria o al funeral de un familiar al que nunca volverán a abrazar. Así es, no es nostalgia, es realidad. No sobra nadie en esta tierra, sobran todavía patrones y terratenientes... políticos corruptos que empujan al exilio a un montón de jóvenes.

Me junté hace unos días con un par de vascos y catalanes, cada uno de su tierra, yo de la mía, Andalucía. Fuera tópicos, fuera lenguas locales, hablamos el mismo idioma, al final, todos igual de bisiestos. Trabajando aquí desde hace varios años bisiestos ya y con la mirada en el futuro. Eso que contaba la semana pasada de buscar el norte.

Sí señor, soy cordobesa, andaluza, orgullosa de serlo. Podré decir: qué padre, no manches o vamos a chambearle, pero también se me escapa, ¡joé!, me faltan eses y vocales cerradas en cada frase que digo. No me den probablemente nunca el título de Hija Predilecta de Andalucía,  y eso que llevo tatuado en mi pie el nombre de mi ciudad, porque es el camino que recorrerán  esos pies algún día de vuelta a casa, y es la palabra que más tengo en la boca cuando hablo con alguien de por acá. Soy ese día díscolo, único en el calendario, que aparece poco pero aparece y marca la diferencia entre el 28 y el 1. Contaré otros cuatro años para tener la suerte de aparecer en un bisiesto en el mismísimo corazón de mi Andalucía para tomarme una tacita de caracoles y tener la mejor recompensa que es respirar el aire de mi tierra, en la que nadie sobra, según el trovador.

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