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Mi Festival de la Guitarra

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Juan Velasco

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Tenemos que asumirlo, así no va a funcionar.

El camino que ha tomado en los últimos años el Festival de la Guitarra lo está llevando a un callejón sin salida desde el que va a resultar difícil volver. Embocado como está en querer ser un festival para todos los públicos, a pesar de que ello suponga traicionar su propia idiosincrasia, el Festival, Nuestro Festival de la Guitarra, va de decepción en decepción entre los amantes de la música con un criterio algo más exigente que la media.

Tras la presentación de esta semana, barra libre de comentarios y críticas propia de estos tiempos que vivimos, pero también y sobretodo, propia de una ciudad en la que la música en directo no es, ni de lejos, una parte importante de su menú cultural, más allá de expresiones ultra mimadas como el Flamenco, que además tienen sus propias citas, como La Noche Blanca.

Así las cosas, para cualquier cordobés de a pie, con un poco de amor por la música alternativa, el Festival de la Guitarra ha sido siempre el refugio veraniego en el que cobijarse del calor para poder ver a artistas internacionales jugando en su casa, con sus amigos al lado, ésos que rara vez muestran interés en asistir a conciertos, pero que disfrutan del apacible julio cordobés del Gran Teatro al ritmo del Jazz; o de la brisa suave que acompaña los conciertos de Rock Nocturnos en el Teatro de la Axerquía o la Plaza de Toros.

Es nuestro Oasis cultural y siempre esperamos la sorpresa. 

El problema viene cuando conviertes una oportunidad en un refrito de bandas más vistas que el tebeo. Cuando el cabeza de cartel deja de ser internacional, y se anuncian a bombo y platillo los conciertos de Robe Iniesta, Amaral, Pasión Vega o Michel Camilo y Tomatito. Y Dios me libre de menospreciar la pericia compositiva de artistas como los anteriormente citados. No es ésa mi intención.

El problema es que todos estos que cito han visitado, visitan o visitarán en los próximos meses nuestras ciudades y/o pueblos vecinos. Y claro, nadie sentirá el escozor de perderse un concierto del Festival de la Guitarra si 3 días o 3 meses después puede ver (o volver a ver) relativamente cerca de su casa a Robe Iniesta, Amaral, Pasión Vega o Michel Camilo y Tomatito.

Pero remontémonos al pasado reciente: La última visita de Robe Iniesta a Córdoba, como líder de Extremoduro, fue en 2014; Amaral estuvo en Pozoblanco hace menos de un año; Pasión Vega inundó de su bella voz el Gran Teatro de Córdoba en diciembre de 2015; y Michel Camilo y Tomatito presentaron prácticamente este mismo espectáculo que les trae este año a la ciudad en el marco del mismo Festival de la Guitarra en el año 2006.

Cuatro cabezas de cartel, Nada Nuevo para Córdoba. Poca broma.

Y, si es una cuestión de presupuesto o de respeto a la historia del Festival, éste que firma se va a permitir unas sugerencias para cambiar a estos cuatro cabezas de cartel tan poco novedosos por otros conciertos que se desarrollan en España en idénticas fechas y que, aunque sea por lo inédito, serían más interesantes para el público cordobés, que, aunque las autoridades no se hayan enterado, está muy interesado en la música independiente.

A Robe Iniesta, que me consta que no es barato, lo cambiaría por la banda norteamericana Wilco, que toca en Madrid el 8 de julio, y que, si el de Córdoba fuera el único concierto en Andalucía, daría una buena entrada, estoy de ello seguro. Por supuesto, lo ideal sería tener un cabeza de cartel tipo Green Day o Red Hot Chilli Peppers, presentes en España en julio, pero voy a suponer que cobran más que Sting o Bob Dylan y no tienen cabida hoy en día en Córdoba. Así que Wilco, joder. Wilco están de puta madre.

A Amaral los cambiaría hasta por Ramoncín. Pero dejando la broma al lado, siendo como es también una banda no precisamente barata de música popular, los cambiaría por el italiano Franco Battiato, que está durante julio de gira en España, y no sólo toca en las Noches del Botánico de Madrid, sino que se dejará caer también por La Mar de Músicas, en Cartagena.

A Pasión Vega la cambiaría por la cantante norteamericana Valerie June, que mostrará su deliciosa mezcla de Soul, Blues y Folk en el Festival de Blues de Cazorla, también en julio, y que, para quien no la conozca, probablemente sea uno de los momentos más recordables de cualquier festival que pisa, siendo como es, una auténtica bestia escénica.

Y finalmente, a Michel Camilo y Tomatito los cambiaba por un dúo de músicos españoles que va a coronarse entre lo mejor de este año 2017: El productor y excelente guitarrista Raúl Fernández 'Refree', y la portentosa cantante Rosalía, quienes han perpetrado el sublime disco 'Los Ángeles'.

Si ella no estuviera disponible, estoy seguro que la magia en los acordes de Refree en solitario justificaría su paso por un festival dedicado a la guitarra. Pero, si hicieran falta voces, estoy seguro de que la cantaora onubense Rocío Márquez, a la que este guitarrista acaba de producir su disco 'Firmamento', estaría dispuesta a sumar en una ciudad como Córdoba.

Y ya me despido, porque aunque los conciertos de Jazz en el Gran Teatro sigan siendo el oasis del Festival de la Guitarra -este año no se los pierdan, son tres joyitas- y cumplan casi siempre con su cuota de público, no dejo de pensar en las ganas que tengo de que recale en Córdoba uno de los mejores intérpretes de cuerda del mundo, el africano Lionel Loueke.

Si algún año cae. Seré muy feliz.

Tomen nota de este humilde blog, por favor, concejales y técnicos. Háganme feliz.

Denme Mi Festival de la Guitarra.

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