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Se juega como se entrena

Paco Merino

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Jugadores del Córdoba en un entrenamiento en la Ciudad Deportiva | ÁLVARO CARMONA

Es una de las máximas del fútbol. Nadie, que se sepa, la ha desmentido aún. Se juega como se entrena. Ya han visto cómo juega el Córdoba últimamente. Y ya saben lo que opina al respecto su propio entrenador, Albert Ferrer Llopis, que durante esta semana ha conocido el agrio sabor del descrédito entre su propia gente. Las confidencias que los jugadores contaban apoyados en hombros ajenos le han llegado directamente al catalán, de quien dicen que habla poco con los futbolistas. Lo suele hacer a través de otros. Porque esto, por si no se han dado cuenta, va de intermediarios. Todos se mandan recaditos a través de terceros. Del abrazo a la puñalada va un paso corto si no llegan resultados. Las leyes del fútbol no perdonan a nadie.

El Córdoba lleva siete semanas sin vencer -es el único de Primera que no lo ha hecho- y, aunque tiene una buena coartada -sus tres derrotas han sido ante Real Madrid, Valencia y Sevilla-, el periodo que llega después del parón de este fin de semana huele que atufa a ultimátum. Dos citas en El Arcángel: Málaga y Real Sociedad. Si ahí no llega el triunfo, el discurso no vale. Después de lo de Getafe, de los disparatados últimos minutos sobre el césped y el chirriante parlamento de Ferrer en la sala de prensa - lo de “poner los huevos” y la insistencia en pedir intensidad y concentración-, en el club han buscado una salida para reconducir una situación no dramática, pero sí en vías de serlo a poco que se prolongue un poco más. Ha habido reuniones y la palabra “unión” ha salido a relucir en todas ellas. Un clásico.

Se juega como se entrena. Al Córdoba lo ven jugar más de quince mil personas en El Arcángel, pero pocos saben cómo se prepara durante la semana. Las puertas están cerradas. Nadie puede verlo. Ni los aficionados ni los periodistas, que apenas cuentan con quince minutos para hacer fotografías el día previo al partido. Son las normas de la casa. Te pueden gustar o no, pero son las que hay. Así que hay que hacer un ejercicio de imaginación, de especulación, aunque basado en hechos reales y testimonios cercanos, para intentar buscar una explicación a lo que le sucede a este equipo. Si el Córdoba juega sin intensidad y se desconcentra, si las acciones de estrategia son farfolla, si no paran los cambios, si las ocasiones de gol que se generan son pocas y las que se finalizan ínfimas, si no se pone la carga de tensión necesaria en jugar cada pelota, será porque en los ensayos diarios hará algo parecido.

“No se juega como se entrena, sino al revés: se entrena como se juega, porque el entrenador sabe a qué quiere jugar y como tal debe plantear el entrenamiento y preparar al equipo para los partidos”. La frase la pronunció Juan Carlos Garrido en una conferencia durante su etapa de entrenador en el Betis. Sólo duró cinco semanas hasta que le echaron tras dejar al conjunto verdiblanco hundido sin remisión. El valenciano, ahora por el Al-Ahly egipcio, llegó para suplir a Pepe Mel, cuyo nombre circula por los mentideros en El Arcángel. Todo esto da muchas vueltas. Demasiadas.

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