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'Djuka' siempre vuelve

Paco Merino

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Miroslav Djukic, pensativo en su debut con el Córdoba en El Arcángel.

Había aficionados a los que se les aceleraban los pulsos cuando veían a Djukic, en sus tiempos de futbolista en el Deportivo o el Valencia, resolver las situaciones de peligro en el área con una increíble sangre fría. El serbio burlaba con un quiebro al delantero que le atosigaba y después lanzaba un pase medido o, simplemente, levantaba la cabeza y avanzaba conduciendo el balón como un auténtico señor. Un tipo consecuente Miroslav Djukic, que en todos sus destinos en los banquillos -desde la selección sub 21 de su país al Valencia, pasando por el Valladolid o el Hércules- ha apostado por el riesgo. Controlado, eso sí. “No fuimos a lo loco, sino jugando en bloque”, declaró tras su estreno al mando del Córdoba, un equipo angustiado por su situación y carente de identidad tras una etapa rarita con Albert Ferrer, quien al final parecía frustrado por no poder trasplantar sus ideas a una plantilla multicultural y en permanente agitación.

'Djuka' llega con una idea y un objetivo. Quiere un Córdoba que controle la situación, dentro de lo posible. Que levante la voz y no se limite a replicar a los argumentos del contrario. Ante adversarios de nivel superior tendrá que dedicarse a amargar la tarde al de enfrente, qué remedio, y a esperar a que se equivoque y, si eso sucede, andar lo suficientemente listo para crear una oportunidad y, si se da, convertirla en gol. Muchas tareas son ésas. Pero hay que afrontarlas porque en nueve jornadas no ha logrado el Córdoba ni una sola victoria. No ha salido de los puestos de descenso, la misma zona en la que estuvo prácticamente toda la temporada 71-72, la última en la elite. Ha vuelto 42 años después y no se mueve de la parte fangosa de la clasificación. Lleva 15.510 días sin ganar un partido en Primera, un dato que ha circulado por los titulares de los medios de comunicación en una semana complicada, como todas, que desembocará en la visita al Vicente Calderón.

Ahí, precisamente ahí, vivió Djukic su último encuentro como entrenador antes de enrolarse en el Córdoba hace apenas unos días. En diciembre del año pasado, el serbio acudió al frente al Valencia en la jornada 16. Iba cuestionado, aseateado por las críticas después de un campeonato que no colmaba las expectativas siempre exigentes del club de Mestalla. Los rojiblancos, con un gol de Raúl García y dos de Diego Costa, firmaron un 3-0 que significó el despido de Djukic. El destino ha querido llevar al serbio al mismo lugar en el que padeció una destitución. Le aguarda el mismo colega en el banquillo contrario, Diego Simeone, al frente de un equipo que terminó ganando la Liga y proclamándose subcampeón de la Champions. Ahora Djukic va con un Córdoba que no es más que un recién llegado aquejado por los problemas. ¿Una causa perdida? ¿Un paréntesis en su “auténtica liga”? No se dejen convencer. El plantel ha tenido ya un puñado de sesiones, las suficientes para que Djukic adiestre a sus hombres en el noble arte de actuar con iniciativa propia. Será para verlo. 'Djuka' siempre vuelve.

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