Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Lee ya las noticias de mañana
Sobre este blog

¿Tienes algo que decir y lo quieres escribir? Pues éste es tu sitio en Blogópolis. Escribe un pequeño post de entre cuatro y seis párrafos a cordopolis@cordopolis.es y nuestro equipo lo seleccionará y lo publicará. No olvides adjuntar tu fotocopia del DNI y tu foto carnet para confirmar tu identidad. Blogópolis es contigo.

Sobre los cribados, la sanidad y los votos

Alba Doblas.

Blogópolis Opinión / Alba Doblas

27 de octubre de 2025 20:02 h

2

Soy militante del Partido Comunista y de Izquierda Unida, desde hace cuatro meses diagnosticada de cáncer de mama estadio 2, y desde hace apenas tres semanas sufridora de mastectomía radical del pecho derecho. No soy una de las afectadas por la crisis del cribado, pero sé de lo que hablo. 

En estos meses he llorado mucho y he pasado por mucho y aún no sé lo que me queda por pasar. Todo apunta a que saldré de esta. El ganglio está limpio y se ha iniciado la reconstrucción. Pero aún tengo que esperar los resultados del análisis de la mama para saber si tendré o no quimioterapia y para saber cómo abordar la recuperación. Esperar. 

Como paciente de cáncer, y no hay mejor nombre para una enferma en la sanidad pública andaluza, la espera se ha convertido en uno más de mis síntomas. Esperé inconscientemente los resultados de la mamografía durante dos meses y medio. Efectivamente, no fui consciente de lo larga que había sido la espera hasta que una conocida me dijo que a ella en la privada se los daban en un día. Lo más grave no es eso, lo más grave es que lo vi normal hasta que me advirtieron de que no lo era, porque nos vamos acostumbrando a una realidad imposible hace unos años (recordé que hace años tardaban una semana a lo más). Mucho más acostumbradas estamos las mujeres, que llevamos toda la vida esperando que nos crean, que nos atiendan y que nos tomen en serio, las que nos vamos de la consulta médica con un orfidal para la ansiedad ante cualquier síntoma y con una mano delante y otra detrás en cualquier otro lugar. 

Esperé con angustia y ansiedad inevitables los resultados de una biopsia durante tres largas semanas y esperé después la cita para una operación, que se suponía llegaría en un máximo de 45 días, durante 65. A estas alturas les aseguro que 20 días más o menos son una eternidad insoportable, para el paciente y para toda su familia, que asiste impotente a la desesperación. 

En medio de todo esto, aparece la crisis del cribado y comienzo a preocuparme por la asistencia que recibo. La angustia es tal que incluso alguien me dice ingenuamente que por qué no me hago un seguro privado y “me dejo de tonterías comunistas”. Le hago ver que las tonterías comunistas no son las responsables de que no pueda tener un seguro privado, sino las maldades capitalistas, pues he dejado de ser potencial cliente para ser riesgo potencial por culpa del cáncer, y por tanto soy descartada ante cualquier solicitud en un seguro. Que tampoco lo intento porque he sabido siempre que el paso de paciente a cliente conlleva racanear en mi salud para que otros obtengan el máximo beneficio económico, que considero que la sanidad privada no es ninguna panacea, sino el fin de 

La buena atención y que por eso reclamo una adecuada sanidad pública y me he mantenido en ella. La sanidad pública es una garantía para cualquiera, aunque esté avasallada por los actuales gobernantes. Me asombra hasta el espanto la creencia de que la sanidad privada es igual para todos sin advertir que, dependiendo del precio incluirá o no determinados servicios y que siempre se evitarán los más caros. 

Me operaron el día 7 de octubre y el 11 me dieron de alta. A los dos días, el 13 de octubre, un cólico nefrítico me hace ir a urgencias. Llego llorando, rota de dolor, con el drenaje colgando del costado y con el recientísimo informe de alta hospitalaria por la mastectomía en la mano. Tardan tres horas en atenderme cuando se suponía que tenía prioridad. Debo pensar que los siete que pasaron antes que yo estaban peor. Después de ser atendida y tras análisis de sangre y orina, y una radiografía, me voy con diagnóstico y calmantes a las 7 horas de haber entrado. Quiero poner una hoja de reclamaciones pero miro a mi alrededor y solo veo una sala de espera repleta ante el retraso de citas en los centros de salud y un escaso personal saturado que, a pesar de todo, atiende amablemente y campea el temporal como puede. Le digo a mi esposo que le pondré la queja a Juanma en la urna electoral.

Todo esto lo cuento porque es ahí donde quiero llegar. En todo este periplo he oído muchas estupideces pero la que más me asusta y me rebela es la que considera que todo esto deviene inexorable, por una suerte de destino que no se puede cambiar o por culpa de unos profesionales que no hacen bien su trabajo porque no quieren. Y no es cierto. La sanidad, la educación, las emergencias, cualquier servicio público, además del empleo y la economía, las dirige la política. Y por eso hoy por hoy, la responsabilidad de la sanidad pública recae especialmente en el gobierno de la Junta de Andalucía que es quien riega de dinero a la privada (que, por cierto, para quienes se vean tentados de defender el mantra de que lo privado funciona mejor, ha fallado estrepitosamente también) para convertir a los pacientes en clientes y tratarnos en función de lo que pagamos. Es responsable ese gobierno de la Junta que ha diezmado de profesionales los hospitales a base de recortes y que oculta los datos de lista de espera para justificarse. Es responsable ese presidente que, como tantos otros, achaca a la ansiedad histérica de las mujeres todos nuestros males y nos manda el orfidal de la desinformación. 

Pero la responsabilidad ha de recaer también sobre la ciudadanía para que esto no nos pueda volver a ocurrir. Después de lo vivido, las mujeres y nuestras familias, no podemos darnos el lujo de votar a las derechas. Esas derechas que conscientemente han invertido en la privada, no porque sea mejor, sino porque beneficiaba a los suyos, esas 

derechas que apagan teléfonos y se encierran en restaurantes en las tormentas y que en el colmo del cinismo nos evitan crisis de ansiedad, no reduciendo listas de espera, no poniendo remedio a la emergencia, sino desinformando hasta que no quede nadie para informar. 

Es más, no podemos darnos el lujo de votar lo menos malo, de hacer que nuestra confianza vaya a manos de quienes nos fueron colocando en esta situación con la deriva de fondos a la privada. Debemos recuperar la senda de la izquierda impidiendo también al PSOE coquetear con las derechas, cualquiera que sean las siglas bajo las que se escondan estas. Porque en este país ya se ha demostrado que solo existe ultraderecha a la derecha del PSOE, que se conforma con ser la derecha menos mala, y que solo hay izquierda a la izquierda del mismo. Votemos pues responsablemente lo más conveniente para la clase trabajadora porque a los otros ya no les falta ni matar y no podemos ser sus cómplices.

Sobre este blog

¿Tienes algo que decir y lo quieres escribir? Pues éste es tu sitio en Blogópolis. Escribe un pequeño post de entre cuatro y seis párrafos a cordopolis@cordopolis.es y nuestro equipo lo seleccionará y lo publicará. No olvides adjuntar tu fotocopia del DNI y tu foto carnet para confirmar tu identidad. Blogópolis es contigo.

Etiquetas
stats