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This is real life?

Alba Ramos

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Anoche tuve un sueño”, comentaba el colega. ¿Sólo uno? Maldita sea que suerte, toda la noche ocupada con un único sueño y encima estupendo. Así sí fenómeno.

Tengo la suerte o desgracia de soñar muchísimo (a diario me atrevería a decir pero no me conozco tanto y ¿saben? estoy durmiendo así que no puedo saber lo que hago mientras) y además soy de las que recuerdo un elevado porcentaje (venga aquí me mojo con una cifra inventada, el 62,5%) de los mismos. Eso sí, como si de un correo morralla de aquella plataforma que envía a diario puestos de trabajo trolers (sabemos que sois los padres, dejad esta farsa ya) se tratase, los poco impactantes los borro al momento. Selectiva oigan.

Esto me pasa de adulta porque recuerdo que, como supongo que harían la mitad de padres y madres del planeta para mantener en estado de pensar y no hablar a sus hijos de pequeños, mi padre me preguntaba cada mañana que había soñado antes de ir a la guardería y SIEMPRE le decía lo mismo “con un caballo blanco con un cuerno de colores (Alba del pasado, ¡un unicornio por el amor de dios!) y yo volaba”. Era un poco Bill Murray en su día de la marmota pero, por suerte para él, no recuerda que esto se repitiese tan descaradamente (y de paso yo ya sé de dónde me viene el prestar cero atención en mogollón de ocasiones, codo-codo, guiño-guiño).

He dormido y podría dormir en cualquier medio de transporte. He soñado por tierra, mar y aire, ahí es nada. Cabezadas en el autobús en las que te la juegas ante una posible dislocación de cuello,vagones de tren a 5 grados (si no llenáis los putos Aves ¿qué tal si bajáis los precios? He visto pies en gangrena en vagones desiertos), cabezadas en espaldas de seres desconocidos en la línea 10 de metro o aquella vez que me hice una bola en un banco de un barco y dormí mecida por las olas (ya, también me perdí TODAS las vistas y cosas bonitas pero padezco de marmotismo, esto es así) .

Y es que dormir es LO MÁS, pero ¿y soñar? Soñar es ya LO MÁXIMO y estoy convencida de que en alguna de estas os habéis visto... (si no es así no sé... ¿recolectilla para terapia?)

Están los sueños de la infancia en los que de pronto eres de nuevo pequeño con tus amiguicos o familiares (oins). Pequeña putada cuando se suman unos pocos años y lo que eres es adolescente y apareces en tu instituto (muchas veces recreación libre) ataviado únicamente con una camiseta (o incluso directamente sin ella) y te las tienes que ver con todos aquellos seres de esa fantástica época semi-desnudo. ¿Por qué en bolas? Ni idea. A mi me mola acordarme de los sueños, analizarlos ya no que miedo me da.

Para miedo los sueños locos que parecen dirigidos por David Lynch en los que igual puedes estar rodeado de payasos asesinos, en un bar bizarro buscando a algo o alguien fundamental para el desarrollo de esta trama sinsentido, o metido en una persecución a muerte y, para colmo, ¡no puedes correr! (va, esto ya si alguien me lo explica ámole). Visto así, no sé yo la gracia que tendría que los sueños se hagan realidad.

De los abstractos y absurdos que a veces dan susto a los sueños ultrarealistas ante los que te resulta inevitable plantearte si algo de lo soñado ha ocurrido en la vida real. A veces conversaciones perfectamente verosímiles, otras deformaciones de la cara como consecuencia de una intoxicación de glutamato (briconsejo de la semana: no se hinchen a cenar comida china) y los hay en los que simplemente anoche bajaste la basura. Mira el cubo, está ahí.

Hay una movida que no sé si me chifla o aterra: ¿Nunca se os ha repetido una ubicación imaginaria en varios sueños? Vamos, que te desenvuelves en ese terreno mejor que en el Doom (sin tanto mareo visual) como si fuese tu barrio de toda la vida e incluso reconoces calles o lugares de otros sueños pero es un entorno inexistente. Ay amigos, esto es magia (Borrás). Uno de mis escenarios recurrentes es como en Alabama o así (preferiría Iowa pero me temo que no es allí) y otro en un barrio que me he inventado y parece normar pero con asesinos en todas las esquinas (claro que ya sé dónde esconderme ¡ja!). Mola, pero creo quiero salir ya de ahí.

Y ya que he mencionado aquel juego en el que (al menos en mi ordenador, que puede ser que estuviese malamente) sonaban los pañun pañun a través de la torre, ¿nunca habéis estado tan adictos a un juego, ya sea la poco divertida Carta Blanca o el Puzzle Bobble (¡yibiiii llooouuu!) que habéis iniciado vuestro descanso nocturno continuando la partida? Vicio, vicio.

Los micro-sueños. Ese placer de dioses de conseguir todo un microrelato en apenas cinco minutos reales de estar en fase REM. Así debe ser como consigo soñar tanto, a base de la hora que mantengo sonando el despertador en intervalos de diez minutos hasta que me levanto.

Absolutamente fan de cuando te despiertas en mitad de la noche pero estás tan grogui que consigues sobarte a los segundos y recuperar la historia de un sueño que te estaba agradando. Eso es, señoras y señores, un regalo de la vida.

Y algo tan bonito como los sueños es la gente que sueña. Qué disfrute poder reconocer lo que les ocurre, ese descanso total, sólo con el ritmo de respiración, por unos leves espasmos a modo de patadas voladoras, ronquidos ensordecedores que se convierten en una ópera en dos actos, los que hablan en sueños (otro de mis clásicos) y responder en estado de vigilia a quien te de conversación (genialidad) o la gente que castañea los dientes (Esto... Informaros que ya casi regalan por internés la férulas esas de boxeadores para que no os partáis los dientes, hombre ya, que es por vuestro bien).

Como afortunada soñadora, os deseo a todos dulces, amargos, graciosos, constructivos, serios, absurdos, violentos, inolvidables, húmedos o moviditos, pero siempre, sueños.

Porque soñando soñando... (juas, no).

Cinco minutitos más.

https://www.youtube.com/watch?v=gxrws7omOHQ

Me ha hecho chiste lo de poner doble posibilidad de jit. Lolololo.

https://www.youtube.com/watch?v=vxLdF2GXb0w

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