Extrañas coincidencias (molonas)
Por el título, tan cinéfilo como manido, igual muchas personas ya os estáis remitiendo a esos momentos vitales en los que llevas muchísimo tiempo sin saber de una persona y... ¡pum!, aparece en tu vida y todo da un giro de 180 grados. O incluso en que un día vas sudado y oliendo pestes, por llevar todo el día de acá para allá, y te encuentras en el puesto de la frutería a ESA persona (espero que quede claro que no hablo de los trabajadores del puesto en sí) y tu vida se convierte en una estupenda comedia romántica en la que, por qué no, Hugh Grant podría ser el mejor amigo de alguien. No.
Con extrañas coincidencia me refiero más bien a esos pequeños triunfos del día a día que te sacan una sonrisa por la absurdez en sí de que se produzcan. Porque se trata de momentos, a mi entender, que molan mogollón.
Empecemos por la infancia: ¿Nos os ha pasado nunca, cuando estabais haciendo los deberes o pasando apuntes a limpio (debo declararme una empollona... claro que soy de la Logse, vamos que tampoco era un esfuerzo mortal) y en la tele decían justo la palabra que estabas escribiendo en tu folio. Era muy guay (es muy guay).
¿Y cuándo ibas de camino a casa tratando de concienciarte de que tu hermano, hermana o madre (ehem) se habría comido el último bollo, y llegabas y ¡dios mío! ¡aún estaba en la nevera!? Ahí intacto esperando tu goce y disfrute. Hoy podría quizás traducirse en esas cervezas de importación que tienes reservadas para una ocasión como hoy (porque siempre hoy era el día) o simplemente en que quede un poquitín de detergente de lavadora para que ¡oh sí! Puedas lavar tu ropa. La vida adulta es así de ña.
Aún hoy me sigue pareciendo una genialidad cuando las palabras que salen por tu boca coinciden exactamente con las que dice tu interlocutor. Cuando éramos pequeños esto derivaba en el “¡Chispas! dí tres marcas de leche” acompañado de un pellizco semidoloroso hasta que contestabas esa retahíla inspirada por los cientos de anuncios que consumías a diario (una vez más debo admitir que desconozco si este formidable juego tenía sus adaptaciones autonómicas, os ruego, en tal caso, que compartáis cuál era la frase que se decía antes).
No sé a cuánta gente más le ocurre esto pero a mí me me pasa que cuando escucho una palabra me sale una canción (en la que, obviamente, se menciona dicha palabra, no estoy tan como las maracas) y es gratamente confortador cuando otra persona coincide contigo, especialmente si viene acompañado de una leve inclinación de cabeza, una mirada de “¡sí señor!”, y continuar cantando juntos esa canción que no viene a cuento de nada pero que ya nadie podrá cortar (excepto los propios cantores improvisados cuando llegan a ese punto común en el que no recuerdan más de la letra).
Extrañas coincidencias como cuando enciendes tu reproductor de música y suena, sin tener que pasar ni una canción, justo lo que querías escuchar. Esto es casi casi magia. En serio. Planteemonos para qué metemos doscientas canciones si sólo queremos escuchar en loop unas veinte (ups, perdón, creo que no todo el mundo alcanza mi nivel de quematemas).
Más musicales: cuando llevas días canturreando una canción y la ponen en la radio. Esto no sé si debe a la vejez, a la deformación profesional o qué, pero a mí desde niña siempre me ha hecho muchísima más ilusión escuchar de pronto en las ondas un temazo al que soy adicta que escucharlo en un cassette, disco o laser disc (ah no, que esto no servía para eso, no servía para nada creo recordar). Mola mucho cuando esto pasa.
Cuando te da un capricho por un alimento y vas a la tienda, bar o a tu nevera ¡y sólo queda uno! Para tiiiiii (no, no penséis en el anuncio de Kinder Bueno maldita sea, ¡quitároslo de la cabeza!)
Cuando te despiertas loco del coño pensando que te has dormido para ver en tu reloj que te quedan aún 45, 10 o cinco minutos de sueño (el periodo en sí es igual, el triunfo es incomparable).
También está ese momento en el que vas a coger el bus (o el metro) y justo llega. ¿Tontería? Hoy en día dados los recortes (más bien amputaciones) de los servicios públicos esto es una auténtica coincidencia. Vale, quizás exagere. ¡Que vale vale!
Otra: cuando enciendes la tele y de pronto ponen la peli de la que tanto te han hablado y resulta no ser el truño infernal que te temías.
Mejor aún, cuando te la juegas yendo al cine al azar y la película es brutal. Tu preferida desde ese momento (hasta dentro de un rato que decidas que no, pero mientras uhh, genialidad).
Cuando encuentras a alguien que le gustan los callos y la oreja a la plancha (gracias seres por existir y pedir conmigo esas tapas).
Esa mirada cómplice con un amigo que dice “¡sí! Vayamos al Bingo (pero solo un cartón)” (sustituible por “...Karaoke, pero cantamos la de Rebeca”).
Cuando vas a irte de un bar y ponen un jit que te enloquecejit. Eso, eso es un regalo divino amigos míos. Una despedida por la puerta grande.
Cuando piensas en cómo molaría que te llamase una determinada persona y de pronto lo hace. Un paso más: cuando coges el teléfono para llamar a alguien y te llama. A veces da miedo pensar hasta qué punto alguien nos pueden leer el pensamiento.
Para los fumadores: cuando crees que no te queda tabaco y ahí está, ese piti que se había escondido en una esquinilla del paquete y no contabas con él, para darte una alegría traducida en bocanadas de esa droga tan placentera a la par que repugnante.
No tengo carnet de conducir, pero creo suponer (como copilota posicionada en los Top 5 de copilotas estupendas) que encontrar aparcamiento a la primera donde menos te lo esperas es una de estas coincidencias con las que deseas exalar un “muahahahahahahahahah” y que alguien te haga la ola de la que sales del vehículo.
Dos equivalentes igualmente óptimos: cuando entras en el bar al que querías ir y está lleno pero ¡justo los de al lado se largan!, o cuando el ligero movimiento de unas toallas que se marchan te indican que has encontrado, a la primera, tu lugar de colonización en la playa.
Cuando hablas con unos amigos de un personaje conocido (qué sé yo, Lina Morgan) y de pronto sale en las noticias que está en el hospital... Ay no. Esto ya no es una extraña coincidencia molona...
Intuyo que todo esto debe derivar en un 'Extrañas coincidencias (fatales)'.
Veremos.
http://open.spotify.com/track/3L443FrBgS9bJAAbTMHker
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