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Antropofagia gramatical

Sede del Ayuntamiento de Córdoba

Aristóteles Moreno

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Más del 60% de los trabajadores del Ayuntamiento tiene más de 50 años

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La frase que encabeza esta página parece una frase cualquiera. Usted la examina con detenimiento y comprueba que está articulada por un sujeto y su correspondiente predicado. De acuerdo. Sin embargo, es un artefacto con un enorme poder mortífero en su interior. Si cambiáramos Ayuntamiento por Telefónica, por poner un ejemplo, la mitad de los empleados municipales estarían en este preciso instante recogiendo sus bártulos del despacho.

La multinacional de telecomunicaciones acaba de anunciar un expediente de regulación de empleo. Quiere despedir a 5.124 trabajadores. Es decir: al 32% de su plantilla. Y para liquidar su relación contractual con el tercio de sus recursos humanos ha utilizado un criterio cartesiano. Los mayores de 55 años. Punto pelota.

El primer semestre de este año Telefónica anunció un beneficio neto de 462 millones de euros. O sea: un 44,5% más que el mismo periodo del pasado año. El presidente de la compañía tiene asignada una retribución de 1,9 millones de euros. Si logra una serie de objetivos a medio plazo, los accionistas le garantizan un pago adicional de 3,4 millones de euros. Y, si alcanza los objetivos fijados a largo plazo, el señor presidente podría embolsarse la simpática cifra de 10,1 millones de euros.

Si ahora cogemos la masacre laboral que Telefónica planea en una compañía con pingües beneficios y la cruzamos con las retribuciones pornográficas de sus ejecutivos se nos aparece con más claridad qué diablos significa en términos especulativos cumplir con los objetivos a medio plazo. No es la primera vez (ni será la última) que una multinacional sacrifica a miles de trabajadores para que los accionistas (y sus ejecutivos) sigan haciendo caja.

El capitalismo no es solo un sistema altamente rentable. También es un extraño virus lingüístico que se infiltra en una oración gramatical y con solo alterar una palabra consigue que el predicado se meriende al sujeto en un abrir y cerrar de ojos. ¿No me digan que no?

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