Atemporizados
Lola añora sus muñecas mientras se viste para ir al instituto.
Ramiro quiere jugar al fútbol en pleno botellón.
Eva se debate entre ser cuarentona y, por tanto, la más joven de las viejas, o cuarentañera, la más vieja de las jóvenes.
Alberto ha empezado a soñar con la muerte. Lo hace desde que sopló las 50 velas de su tarta.
Rocío ha guardado sin apenas mirarlas las perlas que las madres del cole le han regalado por su último cumpleaños, el que la acerca irremediablemente al medio siglo.
Roberto acaba de proponer a su último ligue pasar la tarde magreándose en el asiento trasero como hacía con su novia hace un cuarto de siglo.
Amparo busca la aprobación de sus amigas mientras luce unos shorts de su hija adolescente en la cena del viernes noche.
Carmen confiesa en el vestuario del gimnasio que su hija se depila el pubis. Sofía le responde, cruel, que ya tiene edad para usarlo.
Enrique se ha cansado de mirar la sección de esquelas.
Juan se siente verdaderamente libre a sus 84; ya no siente la la angustia de quien ve llegar el final con la necesidad de alcanzar alguna meta. Él las pasó todas.
Rosa llama a voces a su madre, mientras su biznieta la pasea por los pasillos de la residencia.
Y todo ese tiempo sólo ha pasado en la última semana.
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