José Luis Navarro: “El Córdoba, su escudo, está por encima de todo”
Sostiene un balón de cuero. De aquéllos que, raros de ver hoy en día, rememoran tiempos de blanco y negro. Instantes en sepia que creen recordar incluso quienes no los vivieron. Por encima del hombro, y bien mostrada por delante, luce una camiseta. Tanto el esférico como la prenda representan, materialmente, el inolvidable primer ascenso a Primera del Córdoba. El protagonista participó de aquel, de repente, salto descomunal para un club que apenas, en su nueva concepción, tenía siete años de existencia. Su rostro refleja el paso de los años y al tiempo muestra un espíritu joven, el de una sonrisa, el de esa persona que no permite que la edad aje el alma. Tampoco la memoria. Porque la mantiene tan firme como sus pies al andar.
José Luis Navarro (Aranjuez, 1936) posa feliz en los Jardines de Colón, algún minuto antes de comenzar un viaje por las más de seis décadas de vida del Córdoba. Saluda amablemente a un viejo amigo, del que después recuerda una anécdota que comparte también con Marcel Domingo y Juan García Juanín, para después, ya sentado en la terraza de un céntrico bar, descubrir un fútbol diferente. Sus palabras dibujan, como si las fotografías de una antigua cámara fueran, estadios vetustos. Campos que continúan en el imaginario colectivo y en los que dominaba el cemento; en los que la gente atendía el espectáculo de pie; en los que las vallas separaban a las gradas del terreno de juego; en los que el gol sabía a una experiencia única, inenarrable en ocasiones.
Recuerda acciones de Alfredo Di Stéfano, al que se enfrentó en alguna ocasión, y acto seguido, en medio de una entrevista que se convierte en conversación, es capaz de mostrar una memoria admirable. Tiene 80 años y desde los 19 vive en Córdoba. Un día, un tal José Juncosa (entrenador del Córdoba en 1955), apareció por Aranjuez y solicitó a sus padres que le permitieran llevarse a su hijo al sur. Lo quería para su equipo, ése que había de iniciar, en su segundo año de existencia, un camino siempre cargado de ilusiones y aspiraciones. Navarro firmó por el conjunto blanquiverde y, sin quererlo en principio, comenzó a forjar una leyenda. El mito del futbolista que más temporadas -15, desde 1955 hasta 1970- y encuentros oficiales -319- defendió la camiseta de un club con el que tocó el cielo y del que ya nunca se separó.
PREGUNTA. ¿Imagina que su padre no le hubiera permitido fichar por el Córdoba?
RESPUESTA. Mi padre no era muy aficionado al fútbol, pero que un hijo vaya siempre al mejor siempre lo celebran los padres. Le gustó que fichara por el Córdoba. Yo creo, de todas formas, que mi madre lo habría convencido.
P. De no haber venido a Córdoba, igual habría terminado en el Real Madrid…
R. Pues no se sabe. Yo tuve la ocasión de fichar por el Atlético de Madrid, por el Zaragoza, por el Español... No se sabe. Juncosa se interesó mucho por mí y en casa cuando vieron que era una persona seria, y siendo como éramos muy jovencitos -habla de sus compañeros- cuando vinimos a Córdoba, aceptaron. Fue decisivo que Juncosa interviniera para venir al Córdoba.
P. Cuando llegó, el club estaba en Tercera y sin embargo tenía 10.000 socios. ¿Cómo era un partido en El Arcángel en aquella época?
R. Recuerdo que cuando vinimos a Córdoba el campo estaba sin arreglar. La hierba tendría como medio metro de altura. El Arcángel no se utilizaba. Recuerdo que el presidente fue don Alfonso Cruz Conde y el vicepresidente don Pablo Cañete de San Esteban y que estos señores se encargaron de hacer un equipo en condiciones, de futbolistas jovencitos casi todos. Tenían una gran ilusión porque el número de socios en el Córdoba aumentase rápidamente. Y salieron cuatro personas, dedicadas a la hostelería en Córdoba, que además voy a nombrar: Manolo Llergo, Ramón Bernal, Antonio Luna y Luis, el del Bar Colón, un bar que había aquí en Colón, y actualmente el suegro de Rafael Jaén, el Cone... Estos señores salieron por la ciudad a captar socios y en diez, doce días hicieron 10.000. En Tercera División. El campo era un espectáculo verlo. Aparte de los socios, la cantidad de gente que ocupaba las gradas del estadio, abarrotado en todos los partidos... en Tercera División.
P. Y después, tras el salto a Segunda, vinieron el ascenso a Primera y los años dorados.
R. Vino el ascenso a Segunda y aquello fue impresionante. Y siete años después, el 1 de abril de 1962, vino el ascenso a Primera y aquello fue ya… verdaderamente, la locura. Ya Córdoba se volcó de tal forma que era un espectáculo ver esa Ribera llena de gente los domingos y ver aquí a equipos de la categoría del Barcelona, Madrid, Atlético de Madrid, Bilbao… La gente disfrutó muchísimo y para mí fueron los mejores años del Córdoba.
P. En esa etapa se enfrentó a algunos de los más grandes: Di Stéfano, Ré, Gento, Zoco...
R. Pues sí. Era una época en la que estaban los grandes futbolistas. Estaban Iribar, Aranguren, Larrauri, Aguirre del Bilbao, Di Stéfano, Puskas, Gento, Amancio, Pirri. En el Barcelona estaban Rexach, Asensi, Marcial, Gallego, Eladio. En el Valencia, Mestre, Roberto, y los Cinco Magníficos del Zaragoza… Para mí eso era lo nunca visto. Enfrentarme a esos futbolistas con ese historial y casi todos internacionales fue algo verdaderamente fabuloso, y además inolvidable.
P. De todos ellos, ¿cuál fue el más complicado de cubrir?
R. Para mí, Gento. Era un futbolista muy rápido, muy veloz. Luego hubo un futbolista también, que jugó en el Atlético de Madrid, que se llamaba Ufarte. También era un extremo rápido. Como he jugado de central, de lateral en ambas bandas, cuando he jugado por la derecha me ha tocado Gento, cuando he jugado por la izquierda me ha tocado o bien Collar o Fuertes o Ufarte. Siempre he tenido jugadores que han sido verdaderamente valiosos y muy rápidos. Pero el Córdoba estaba ahí y yo tuve la suerte de que jugaba todos los domingos.
El Córdoba tiene un historial digno de recordar y de tener en cuenta
P. Enfrentamientos complicados y en muchas ocasiones salieron airosos. Fueron quintos en Primera y semifinalistas de Copa...
R. Bueno, bueno… (Se emociona al recordar). En el año 65 quedamos los quintos en la clasificación, que actualmente hubiéramos jugado la Copa de la UEFA, que entonces era de Ferias, pero en aquella época jugaban cuatro. Luego en una Copa del Rey, del Generalísimo entonces, llegamos a semifinales, que jugamos con el Atlético de Bilbao. Es decir, que el Córdoba tiene un historial que es digno de recordar y de tener en cuenta.
P. En ese historial entran también momentos amargos. El propio desenlace de aquella semifinal de Copa, por ejemplo.
R. Pues sí. Ha habido momentos en los que hemos perdido partidos inexplicablemente, porque aquel año hubiéramos llegado a la final y en Bilbao… en fin… una desafortunada actuación del árbitro nos impidió llegar a la final. Nunca me ha gustado hablar de los árbitros, pero son como nosotros, hay días que tienen suerte y días que no.
P. Esa actuación arbitral es imposible de olvidar.
R. Ese recuerdo, después de una competición en la que llegas a tener en las manos la final de Copa… te sienta bastante mal. Pero después han venido momentos muy agradables. Cuando uno se ha mantenido en Primera ocho años, llegar y empezar otra vez los entrenamientos con la misma ilusión, con las mismas ganas de ver otra vez el repertorio de equipos de Primera en El Arcángel, eso te llena de satisfacción. Y más con veintitantos años.
Hoy en día, los clubes están deseosos de coger dinero y en el momento en el que destaca un futbolista lo están vendiendo
P. ¿Se puede contar la anécdota de Iribar en aquella eliminatoria de Copa?
R. Sí, por qué no. Somos amigos. Hemos sido rivales en el campo, pero contar anécdotas que suelen ocurrir en el campo ya a estas alturas ni creo que a él le siente mal, ni que nosotros por contarla debamos sentirnos mal. Fue en Bilbao. Venía con nosotros un extremo de Córdoba que se llamaba Benítez, que era pequeñito, habilidoso y muy rápido, y nos sentó mal porque cayó en el área y lo cogió en brazos y en vez de ayudarle, lo tiró al suelo. Aquello no gustó mucho. Un comportamiento de esa clase de un futbolista internacional y con esa trayectoria… Creo que debía haber sido un poco más noble.
P. Entonces, lo que ocurría en el campo en el campo quedaba, ¿no?
R. Sí. Los disgustos y los problemas del campo de ahí no salían ya. Eso era competir y ya está. Terminaba el partido y éramos tan amigos, nos dábamos la mano. Pero estando el balón por medio defendías tu parcela como nadie.
P. Para momento amargo, por cierto, aquel accidente de autobús de 1964. ¿Cómo lo vivió?
R. Eso nos pilló jugando, sí. Fue una pena. Llevábamos jugando un rato y cuando nos dieron la noticia, la gente empezó a abandonar el campo. El resultado fue 4-0, ganamos al Levante, y resulta que luego fue volviendo la gente al estadio poco a poco otra vez. Pero fue una nota muy triste para Córdoba, para el Córdoba y sobre todo para algunas de estas personas, que yo conocía. Conocía al del Bar Correo, al cobrador, que se salvó...
En mi época no se traspasaba a nadie, se fichaba por un club y era cadena perpetua
P. Huyamos de malos recuerdos. José Luis Navarro del Valle, 15 temporadas en un mismo club. ¿Eso es algo impensable hoy en día?
R. Hoy en día es difícil, porque los clubes están deseosos de coger dinero y en el momento en el que destaca un futbolista lo están vendiendo. En nuestra época no vendían a nadie. Ya en la zona intermedia de mi etapa ya empezaron, quizá por necesidades del club, a vender a algunos futbolistas. Vendieron a Miguel Reina, se traspasó a Verdugo, a Tejada, a Miralles, a Mingorance… Pero en la época fuerte mía, digámoslo así, entre comillas, no se traspasaba a nadie y se fichaba por un club y era cadena perpetua, porque antes había además una norma que era el derecho de retención. El club, aunque tú firmaras dos años, a los dos años no quedabas libre, porque el club te retenía, dándote una cantidad, que estaba estipulada, de un 10 por 100 más de lo que cobrabas. Por lo tanto, aunque viniera un equipo de fuera a por ti, no te podías ir.
P. En ésas, ¿hubo opción de que saliera del Córdoba?
R. Sí. De hecho yo firmé un contrato con el Atlético de Madrid por tres años, que además tenía yo 20 años, porque yo quedaba libre. Había ascendido y cuando un jugador ascendía quedaba libre. Yo fiché por un año. Estaba Tinte precisamente en el Atlético de Madrid y firmé con ellos tres años. Y resulta que el Córdoba me mandó una carta diciendo que cómo había firmado por el Atlético de Madrid. Entonces me dijeron que no, que yo estaba retenido por el club. No sirvió para nada. Me retuvo el Córdoba y así me tuvo 15 años.
P. Si mira ese hecho desde la distancia, hoy, ¿le resulta desagradable?
R. Yo llevaba un año en el Córdoba nada más. Llegar, ascender y me salió eso. Siempre que sea mejorar, a un futbolista le agrada, le gusta. Y eso era una mejora bastante importante, considerable. Yo no había echado raíces todavía en Córdoba y no cabe duda de que aquello habría cambiado el ritmo de mi vida. Deportivamente me habría cambiado totalmente, porque las condiciones económicas eran distintas, el club era distinto, la categoría era dos veces por encima de la que yo estaba. En fin, todo eso a mí me gustaba. Vivía en una nube de ilusión. Cuando me quedé en el Córdoba dije: “Pues a adaptarme”. Es un club en el que he jugado un año, he ascendido a Segunda y creo que el futuro del Córdoba es muy halagüeño y las perspectivas son bastante importantes y espero conseguir que subamos a Primera.
P. Y después de aquello vino una trayectoria envidiable con el Córdoba. Al final no le marchó tan mal.
R. Al cabo de los años yo veía que el Córdoba era un equipo con muchas ilusiones, con muchas pretensiones y además un equipo con mucha categoría, que se hacía respetar, que tenía gente muy buena en la directiva y entre los jugadores y yo me encontraba muy a gusto. Ya no deseaba salir del Córdoba.
P. De la generación a la que perteneció surgieron los mayores mitos del Córdoba. Usted mismo, Simonet, Juanín…
R. Benegas, Simonet, Riaji, Miralles… Aquel equipo está en la mente de mucha gente todavía. E incluso, el equipo de Tercera. Cuando voy por la calle, la gente me viene y me dice “Navarro”, empieza a contarme la alineación de Tercera y se me ponen los pelos de punta, porque gente con 80 años que recuerde esa alineación… Es que está aquí, en la gente antigua, en los antiguos aficionados del Córdoba. Luego el equipo de Primera. Eso me lo dicen cada dos por tres en la calle. Gente que empieza a nombrarte la alineación y a veces se la saben mejor que uno mismo. Parece mentira que el aficionado guarde ese recuerdo tan profundo y tan bonito de tener en la mente a esos futbolistas que dieron al Córdoba tantas tardes de gloria en esa época.
Un club debe siempre tener en cuenta a los futbolistas que lo han sido todo
P. ¿Cree que se ha hecho justicia con esos jugadores o más bien cayeron en el olvido?
R. Creo que el recuerdo de esa gente está en el olvido. No consta, no figura. Vi un reportaje en el que se veía que cuando un futbolista está en activo lo tiene todo, luego hay unos años en los que tienes que enfocar tu vida y estás absorbido por el fútbol y no la enfocas de ninguna forma. Cuando acabas echas de menos lo que podías haber hecho estando jugando al fútbol y situarte en la vida. Porque la parte económica en nuestra época no era como ahora. Entonces, cuando has dejado de jugar pasas a un segundo plano. Ya la gente no te tiene presente, aunque hay excepciones. Hay gente que sí, que reconoce tu valía y tu paso por el club. Pero la gente que verdaderamente tenía que tenerte en cuenta no te tiene en cuenta para nada. Es decir, tú eres un futbolista que has estado ahí, que has dejado de jugar y pasas directamente, como se suele decir, al cesto del olvido. Y no hay más. Yo lo comprendo, es así, porque uno tiene que contar con que hay jugadores que hacen unos méritos, otros que hacen otros, pero que un club debe siempre guardar, tener en cuenta, a esos futbolistas que lo han sido todo para ese club que representan. No en el sentido de ayudarles en nada, pero sí de darles ese calor, que es lo que los futbolistas han dado durante tantos años a ese club, a esa afición y sobre todo a esos directivos.
P. Hablamos de respetar la historia del club, en definitiva.
R. Exacto. El respeto total a un club que tiene un historial muy bonito, que ha sido muy respetado en todos los estadios de España, en el que ha habido un entendimiento total entre afición y jugadores. Creo que los futbolistas que dejan de jugar en un club se merecen que los tengan en cuenta. Solamente por recordarlos, no por ayudarles. Por tener una estima hacia ellos. Y vuelvo a repetir, es muy desagradable y lamentable que cuando los jugadores dejan un club, después de haber pertenecido a él durante 16 años, tengan ese momento tan triste de no verse arropados por el club al que han defendido durante tanto tiempo.
P. ¿Qué opinión le merece el trato de la actual propiedad del Córdoba a los veteranos del equipo?
R. Perdona, pero ahí no voy a entrar. Eso me lo reservo. No puedo hablar del trato, ni del comportamiento que tenga una directiva o un presidente con los antiguos jugadores del Córdoba. Ahí me vas a perdonar, pero no entro, porque no es mi tema.
P. Si que estaría bien que al menos hubiera entendimiento entre el club y la Asociación de Futbolistas Veteranos.
R. Lo ha habido. Ha habido una adhesión al club de los veteranos. Han estado un tiempo incorporados a la disciplina del club, pero esas relaciones se han roto. Yo la verdad es que vivo apartado de todo ese tema, de relaciones de unos con otros y no es mi caso. Yo me retiré hace dos o tres años de la presidencia de los veteranos, en la que estuve diez, y marchábamos estupendamente y ahora los problemas que haya entre el Córdoba y la asociación de veteranos, es algo en lo que no entro, porque por mi forma de ser no procede culpar a unos o a otros. Creo que cuando se toman decisiones por ambas partes por algo será.
Córdoba siempre ha sido una ciudad cuyas aspiraciones han sido superiores a lo que ha tenido
P. Cambiemos de terreno entonces. ¿Pensaba, después de más de 40 años, que sería posible volver a ver al Córdoba en Primera?
R. Sí. El Córdoba tiene afición, ciudad, capacidad, instalaciones, campo de fútbol en condiciones. Deseo que el Córdoba esté en Primera durante bastantes años, porque ciudades más pequeñas están en Primera.
P. ¿Tiene entonces Córdoba potencial para afianzarse algún día en Primera?
R. Sí, sí. Córdoba siempre ha sido una ciudad cuyas aspiraciones han sido superiores a lo que ha tenido. Siempre ha sido una ciudad muy compenetrada con los jugadores, muy unida. Ha defendido al club al máximo y yo espero, deseo, que el Córdoba esté en Primera muchos años.
La afición es la cepa, la raíz que mantiene al Córdoba
P. Por otro lado, con todo lo que ha cambiado el fútbol, ¿cree que el Córdoba mantiene su identidad o la perdió?
R. No la perdió. Yo creo que el Córdoba, su escudo, la ciudad está por encima de todo. El Córdoba mantiene su fisonomía, su aspecto de un equipo serio, de un equipo con garra, con ganas, y creo que el origen de un club no se pierde nunca. Ahí hay unas raíces que, por mucho que traten de cambiarlo, siempre seguirán, porque es la afición la cepa, la raíz que mantiene al Córdoba.
P. En ocasiones se relaciona esa identidad con que los futbolistas sean de la tierra. Sin embargo, muchas veces no es necesario para darlo todo. Un ejemplo es el suyo.
R. Nosotros (habla de sus compañeros), cuando vinimos aquí, no había ningún jugador de Córdoba. No había ninguno. Aquí Juncosa trajo un equipo nuevo para ascender. Había también un malestar, un ambiente en Córdoba con los jugadores de aquí, de que si se iban de fiesta y tal... Y eran buenos futbolistas. Pero Juncosa llegó y dijo que eso había que cortarlo, que él no estaba dispuesto a admitir a futbolistas que se fueran de noche por ahí. Y la verdad es que el equipo que nosotros trajimos era todo de fuera. Sánchez Rojas, que era el portero, vino de Torrejón de Ardoz; Navarro (por él) vino de Aranjuez; José Luis vino de Madrid; Alfaro, de Coria. Joaquín y Luisito sí eran de Córdoba. Luego cambiaron y vino Mújica, y después vino Andrade, que era del norte… Luego vinieron Quintín y Corsín, que eran de Madrid… Vino otro interior, que fue Uncilla, que era vasco, y luego Fustero, que era de Zaragoza. Ése era el equipo que jugaba de titular siempre. Alguna vez jugaba alguno de Córdoba: Manolín Jiménez, Mariscal… Parecía que se habían arreglado un poquito y ya Juncosa contaba con ellos. Pero había buenos futbolistas de Córdoba en aquella época. De hecho han jugado conmigo futbolistas como Monerris o Amaro. Había algunos de Córdoba que eran buenos, sí.
P. Nos vamos casi a los orígenes del club, al año 55. ¿Qué le faltó por vivir con el Córdoba?
R. A mí nada. He conocido incluso ascensos sin jugar, que ha sido el último que ha tenido el Córdoba. He vivido todas las épocas y toda la historia del Córdoba, y la he vivido dentro del club.
P. Y ahora, ¿es posible recuperar la magia de los sesenta?
R. ¿Te refieres a lo deportivo, al fútbol?
Antes el fútbol era más sano que ahora, más directo
P. Claro.
R. El fútbol ha cambiado mucho, es distinto. Ahora se corre mucho más que antes. Yo no he visto nunca a un extremo correr detrás de un defensa. Ahora los extremos corren detrás de un defensa cuando hay un contraataque. Hoy en día, le llaman pressing, se juega con cuatro defensas atrás. Hay contraataques quizá más rápidos que antes. Pero la época nuestra fue muy bonita, se veía un fútbol más directo. Era más hacia la puerta. Ahora eso de que se juega tanto con el portero y en horizontal, y al defensa, y otra vez al defensa, y coge la pelota un compañero y se vuelve y te la da a ti… Eso no existía en nuestros tiempos. Además el entrenador te paraba y te decía: “Shh, de eso nada”. Era más directo, se iba más hacia la puerta. Jugábamos tres defensas nada más, a veces tres medios, según el contrario, a veces cinco delanteros… Por eso había resultados tan amplios. Se veían goles, que es lo que la gente quiere ver.
P. ¿Era más auténtico el fútbol?
R. Yo creo que sí. El fútbol era más sano que ahora, más directo. El club estaba más encima del jugador. Había una relación entre directiva y jugadores muy buena, porque eran como una familia. El Córdoba Club de Fútbol era una familia. Incluso en los desplazamientos. Había un compañerismo, una amistad, algo muy bonito. Como esta época no la he vivido...
Antes se sentía el fútbol, lo llevabas dentro, era una afición que podía contigo por encima de la parte económica
P. Y luego queda la sensación de que el dinero no era tan importante como ahora...
R. Hombre, era tu medio de vida. No cabe duda de que tratabas de mejorar siempre, pero la verdad es que se sentía el fútbol, lo llevabas dentro, era una afición que podía contigo por encima de la parte económica. Se anteponía a eso. Era decir que vestías los colores de un equipo porque se había preocupado, se había ocupado y se había dedicado a ti y eso era muy digno de agradecer y de tener en cuenta.
P. Usted también sintió la ciudad, de la que ya no se marchó. ¿Qué une, más allá de lo deportivo, a un hombre de Aranjuez con Córdoba?
R. Creo que es importante esa pregunta. Lo que te une a una ciudad que no conoces, cuando llegas por primera vez, es el comportamiento de la gente. Al principio extrañaba un poco, porque tú vienes de fuera y las costumbres de la ciudad, del sur… Siempre extrañas algunas de las costumbres que se tienen aquí con lo que tú has vivido en tu juventud, en tu tierra. Pero luego con el tiempo, y no muy a largo plazo, te vas introduciendo entre esa gente de esta ciudad tan maravillosa, que te acoge con sus brazos abiertos, que te quiere, que te recuerda y sobre todo está pendiente de ti. Que una ciudad, por este deporte tan maravilloso como es el fútbol, esté pendiente de ti, te reconozca y te quiera te reconforta y te llena de satisfacción, como es lógico.
P. Y a pesar de todo, ¿cambiaría algo de su trayectoria deportiva?
R. Si te soy sincero, cambiaría los últimos años míos, después de dejar de ser jugador, por volver al principio. ¿Cambiar? Pues volvería a ser jugador de fútbol, porque lo he llevado dentro toda mi vida, y todo lo que siento es agradecimiento al club, al Córdoba de mi vida y nada más.
P. Para terminar le voy a poner a prueba. Todavía hay quien lo dice de carrerilla (once de la 61-62), como entonces: Benegas, Simonet, Martínez Oliva, Navarro… ¿Se atreve?
R. Pues sí. Martínez, (Ricardo) Costa, Homar, Juanín, Miralles, Paz y Riaji. Un equipazo. Y sobre todo, serio, honrado y que llevó al Córdoba a lo más alto de su historia, a estar ocho años en Primera.
P. Es momento de reivindicarlo.
R. Yo lo deseo. Deseo profundamente que el Córdoba vuelva a tener lo que se merece. A tener esos años, no ocho como estuvimos nosotros, sino más si es posible. Que esté siempre en Primera. Porque Córdoba se lo merece: por la ciudad, por instalaciones, por el campo y por la afición que tiene, que es inmejorable. La afición del Córdoba ha demostrado, desde mis años, ser siempre un ejemplo para Córdoba y, sobre todo, para todo el mundo que se sienta aficionado al fútbol.
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