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Eduardo N. Dueñas: “Si miro a Alcaracejos, me fijo en lo que hemos salvado del fuego”

Entrevista N&B a Eduardo Nicolás Dueñas, director del INFOCA en Córdoba

Alejandra Luque

5 de septiembre de 2021 00:00 h

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Córdoba llevaba años viviendo veranos “dulces” en materia de incendios forestales. Apenas se producían pequeños incendios. En la memoria está el que sufrió Obejo en 2007. Pero el verano de este año ha sido realmente duro, especialmente en Alcaracejos, que ha lamentado la pérdida de más de 600 hectáreas el pasado mes de agosto. Tal vez el nombre Eduardo Nicolás Dueñas (Cuenca, 1961) apenas le suene en toda la polémica generada tras la exclusión de Alcaracejos de la partida de ayudas estatales destinadas a las localidades afectadas por incendios forestales, pero su figura es clave. Director del Infoca en Córdoba desde 2010, fue quien valoró la decisión de no declarar el nivel 1 de alerta sanitaria en Alcaracejos en base, argumenta, a la propia normativa de la propia Junta de Andalucía. “Sé que este tema va a salir y vengo preparado”, afirma nada más sentarse, acompañado de todo tipo de papeles.

Se ha querido mantener al margen de las polémicas políticas surgidas al respecto, aunque todo el humo deja ver al final su posición. “Yo soy un funcionario público”. Antes de afrontar la dirección del Infoca en Córdoba fue subdirector durante siete años, cuando entró en la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de Andalucía. Pero su trabajo contra los incendios forestales comenzó hace 30 años, siendo técnico de extinción. Desde entonces, las vacaciones son una quimera y viajar en verano lejos de Córdoba es impensable porque nunca sabes cuándo puede surgir un incendio forestal que te obligue a un regreso a prisa.

PREGUNTA. ¿Los niveles de alerta más bajos infravaloran la importancia de nuestro entorno natural al supeditarlo a si afecta o no a personas independientemente de la extensión quemada?

RESPUESTA. Sí, es complicado. Yo puedo declarar un nivel 1 y una afectación de cinco hectáreas pero en su peor evolución puede afectar a una urbanización de Córdoba y, por tanto, hay que establecer un protocolo especial de protección civil para sacar a esas personas y los daños reales al final son cinco hectáreas. Pero puedo tener un incendio en Villaviciosa, donde el terreno sea virgen, mantener un nivel 0 porque no hay afectación a personas ni a bienes y que se quemen 1.000 hectáreas. Con lo cual, la relación de establecer las ayudas en función de los planes de emergencia, en mi opinión, está mal traída, pero no quiero polemizar con esto. Lo que sí es verdad es que viví con mucha intensidad los daños que se produjeron en los dos incendios, especialmente en Alcaracejos, y estuve muy en contacto con el alcalde y con los vecinos. Estuve con los que sacamos de su casa y con los que acudían al puesto de mando porque se les estaban quemando sus bienes. Esto, humanamente… Me gustaría que ellos también recibieran ayudas porque tuvieron pérdidas muy importantes.

P. ¿Qué factores influyeron para que en Alcaracejos se propagara el fuego tan rápidamente?

R. En los incendios forestales se involucran tres factores generales: la meteorología, la orografía y la vegetación. La meteorología, es decir, la temperatura, la humedad relativa del aire, la velocidad y la dirección del viento. La orografía, la forma del territorio, cómo son sus valles y sus laderas. Depende si hay grandes barrancos o grandes pendientes o llanos. Y, en tercer lugar, la vegetación, que nosotros la identificamos como combustible. Su composición específica, botánica –qué tipo de monte es-, su distribución territorial, su altura, su densidad… Tanto en Villaharta como en Alcaracejos, el motor de propagación principal fue el viento, que es muy difícil de controlar porque avanza a una velocidad que normalmente va por delante de nuestras capacidades de extinción, incluso usando medios aéreos. Hay determinados momentos en los que la energía generada es tan grande que, a estos incendios, los denominamos como fuera de capacidad de extinción. Cuando un incendio se consolida, hay momentos en los que no hay capacidad de atacarle y lo que hay que hacer es esperar oportunidades y estar preparados para, en ese momento, atacarle. Esas fotos que vemos de una columna de humo tremenda y un avión chiquitín tirando agua, que no llega al suelo porque se evapora mucho antes, es lo que llamamos fuera de capacidad de extinción. Ese tipo de maniobras no tienen, al final, ninguna eficacia.

En Villaharta, además, estamos estudiándolo, pero es posible que se produjera un fenómeno meteorológico que se llama un desplome seco. Es decir, las capas altas de la atmósfera acumulan humedad, abajo hay mucho calor y se desploma el aire más húmedo y frío; húmedo si involucra lluvia y seco cuando no. Eso es como si cayera un artefacto gigantesco contra el suelo. Eso provoca muchísimo viento y en todas las direcciones. Es muy posible que esto ocurriera en Villaharta. En Alcaracejos había unos vientos sostenidos bastantes infrecuentes en la Sierra de Córdoba. Estamos hablando de que, en momentos puntuales, se produjeron vientos de hasta 30 kilómetros por hora.

Toda instalación en terrenos forestales tiene que tener un plan de autoprotección

P. Se habla mucho de la importancia de la silvicultura preventiva para evitar los incendios y, más concretamente, los de mayor magnitud.

R. Es que eso es fundamental. Ten en cuenta que en Alcaracejos había todo tipo de terreno y también zonas más limpias porque eran fincas con ganadería y cultivos agrícolas. Ahí nos encontramos con un pasaje mosaico que es bastante favorable para los incendios forestales. Incluso había fincas con sus medidas de prevención. En todas estas zonas nos apoyamos ya que la combustibilidad del terreno es menor, la intensidad del fuego disminuye y, por tanto, tenemos oportunidades de ataque en esa zonas. Desgraciadamente, el territorio era muy grande.

P. ¿Se debería incentivar a todos esos trabajadores del campo que, con su actividad, hacen tan importante labor?

R. Es una de las claves. De hecho, en Andalucía, desde la promulgación de la Ley de Incendios y su reglamento, todo terreno forestal tiene que tener un plan de prevención de incendios establecido a cinco años, que nosotros mismos evaluamos y probamos, en los que se estudia el riesgo de incendio de esa finca por el propietario y se establece una serie de medidas de prevención para luchar contra los incendios. Es más, la tasa de extinción que también viene recogida en esta ley se disminuye hasta llegar al 0% si has cumplido todas las medidas de prevención. Se incentiva a la propiedad a tener este tipo de recursos. Por otra parte, recientemente hubo una convocatoria de subvenciones para ayudar a los propietarios a realizar este tipo de tareas.

P. ¿Es común en Córdoba encontrar montes cuidados gracias a este tipo de actividades?

R. Es frecuente. No tengo los datos de memoria pero el territorio forestal se divide en dos partes: los montes públicos y los privados. Los primeros los gestiona la propia administración, en este caso, nosotros, el Infoca. En Córdoba, estamos hablando de 70.000 hectáreas. Para ese terreno hacemos los planes de prevención con los medios que tenemos. En invierno hacemos lo que se llama prevención pasiva, que consiste en trabajos silvícolas encaminados a modificar la estructura vegetal para encontrar espacios donde la combustibilidad es menor. El resto, que es el 95%, es terreno privado. De todo ese terreno, el 70% tiene sus planes de prevención aprobados y se ejecutan anualmente. Eso lo ve claramente un gestor de incendios. A eso le llamamos zonas de oportunidad frente a las zonas de riesgo, que son en aquellas en las que se pueden multiplicar los riesgos. Esas zonas de oportunidad pueden ser cultivos, olivares, zonas sin vegetación por otro motivo… En ellas nos apoyamos para controlar los incendios.

P. En Córdoba, que durante tantas décadas han florecido casas ilegales en la Sierra, ¿los propietarios de estas viviendas están obligados a tener esos planes de prevención?

R. En este punto, el Infoca solo puede asesorar porque las competencias urbanísticas están en las entidades locales. Son ellas, los ayuntamientos, los que tienen que gestionar estos afloramientos de urbanización. Ten en cuenta que el terreno general también se divide en dos zonas: los rústicos y los urbanos. En estos últimos no se aplican las leyes forestales. Un ejemplo claro son Las Jaras: aunque está en terreno forestal, está declarado como urbano, por lo que ahí no se aplican las leyes forestales. Es el ayuntamiento el que tiene gestionar esta cuestión. Pero estas proliferaciones de viviendas en terrenos rústicos que no han adquirido legalidad urbana no sólo se han producido en Córdoba, sino también en todo el arco mediterráneo. Es un hecho cierto que están ahí y hay que darles protección. Pero toda instalación en terrenos forestales, ya sean urbana o rústica, tienen que tener un plan de autoprotección, al igual que los edificios. Éste es un plan técnico en el que se evalúan los riesgos y se toman posibles medidas para, en caso de incendio, poder ayudar a los vecinos. Debe ser conocido por todos y se deben hacer simulacros, aunque esto es muy infrecuente.

En los terrenos forestales donde hay urbanizaciones es lo mismo: tienen que tener estos planes de autoprotección que son aprobados e incorporados en los Planes de Emergencia Locales de los ayuntamientos. Nosotros, desde el Infoca, lo que hacemos es una labor de concienciación, de apoyo técnico, de informes, de asesoramiento… En Córdoba, llevamos haciendo desde hace muchos años una campaña muy intensa para que la población que viva en la Sierra, al menos, en primera instancia adquieran la cultura del riesgo. ¿Qué pasa con estas urbanizaciones? Que, en general, las habitan personas urbanas, que proceden de las ciudades, y las distingo de aquéllas que han vivido toda su vida en el entorno rural. Estas personas aprovechan los beneficios que dan la zonas naturales como un placer de segunda residencia y desconocen la mayoría de estas cuestiones. Están en que, si pasa algo, la administración les va a ayudar. No, no. Hay que conocer los riesgos en los que metes a tu familia y ser proactivos, no esperar a que vengan el Infoca y la Guardia Civil. Toma tú la iniciativa porque eres el primer responsable y el que se tiene que proteger, independientemente de que las administraciones luego pongan toda la carne en el asador en este tipo de situaciones, pero no se puede ser pasivo ante estas cosas. Vivir en la Sierra, en verano, entraña riesgos.

Vivir en la Sierra en verano entraña riesgos

P. Estos planes de autoprotección son un documento importantísimo pero, ¿de verdad se controla que estas viviendas lo tengan?

R. El ayuntamiento es quien debe hacerlo. No sólo para las casas, sino también fábricas, gasolineras…

P. Toda aquella instalación que esté en zonas forestales.

R. Efectivamente. En zonas donde pueda haber propagación forestal. Son los propios ayuntamientos los que deben controlar eso porque, claro, también se cobran impuestos. Ellos mismos saben cuál es su catastro y saben a qué viviendas deben demandar este tipo de documentos. Además, estos planes de autoprotección son aprobados por el ayuntamiento e incorporado a esos Planes de Emergencias Locales que deben tener los consistorios. La mayoría de los ayuntamientos los tienen, pero no todos, y es una obligación. Además, activarlos. Los incendios forestales no son un problema mío, sino mi profesión. Pero los incendios forestales son un problema de la sociedad y todos tenemos que intervenir: desde las administraciones públicas hasta los particulares, como ciudadanos que se ven perjudicados por los incendios forestales porque las pérdidas no son solo ecosistémicas, sino también de bienes intangibles como el agua, la absorción de carbono… Todos esos son bienes que da la naturaleza de forma intangible, porque no se pueden cuantificar exactamente, a toda la población, no sólo al que se le ha quemado el monte. Por eso, todos tenemos que ser copartícipes y corresponsables de los incendios forestales. ¿De qué forma? Acudiendo a comportamientos de prevención y de precaución. Todavía vemos hoy en día a gente que va al campo y enciende un fogata para hacerse un arroz. O vemos a gente en mitad del monte cortando con una herramienta de roce que está produciendo chispas. Y luego, están las administraciones públicas. Todas tienen una responsabilidad en el tema de los incendios. En concreto, los municipios, siempre que en su término tengan zonas forestales. No están solo la administración autonómica y la estatal.

P. ¿La sociedad tiende a desentenderse del cuidado del entorno natural?

R. Sí. En mi opinión es muy de español pensar que el Estado me solucione la papeleta. Creo que ese es un carácter muy hispano. No hacerse responsable cada uno como ciudadano de cuáles son sus obligaciones. Pero no se pueden exigir sólo derechos, sino también obligaciones.

P. Cuándo habéis acudido a incendios forestales en esta zona del Muriano o en la Sierra, ¿sus habitantes sabían cómo actuar?

R. No siempre. Ten en cuenta que ahí entran en juego instintos muy primarios del ser humano, como el de supervivencia que, generalmente, al no estar habituados a vivir en la Sierra… Los escenarios con incendios forestales cambian el aspecto de la realidad. Cambia la luz, por ejemplo, porque está filtrada por el humo. Se crea un espacio casi irreal que si no estás habituado a verlo te produce pavor, lo que te lleva a comportamientos irracionales. Este es el problema de Protección Civil cuando se producen incendios forestales. Se dan tres circunstancias: las personas que mantienen la calma, atienden y cumplen las indicaciones de las autoridades; las personas que entran en pánico y toman decisiones irracionales y que, además, huyen. La mayoría de los accidentes con consecuencias nefastas en incendios forestales con población se produce en las huidas, que son una forma de actuar irracional porque no sabes hacia dónde huyes. Lo que sabes es que hay fuego, punto. En esas huidas suelen quedarse atrapados porque no atienden a las indicaciones. Y luego, el tercer caso, son personas que entienden la valentía personal de una forma muy particular. “No, yo me quedo aquí con la manguerita”. No saben que ponen en riesgo no sólo sus vidas, sino también las de los profesionales que luego tienen que ir a salvarlo.

Todos tenemos una función en la lucha contra los incendios

P. ¿Se puede establecer una franja temporal de recuperación del suelo?

R. Es muy difícil pero, desde luego, siempre son períodos que trascienden los períodos políticos habituales. Estamos muy acostumbrados a los cuatro años de legislatura pero estamos hablando de medio siglo e, incluso, mucho más tiempo para llegar a hablar de un terreno de madurez. Todo depende de las características de la vegetación que previamente existía, la intensidad del fuego, la permanencia de éste en un mismo sitio -esto afecta a las condiciones físico-químicas del suelo y de las capas primeras, que son las que son fértiles-. Es una serie de factores que requiere de un estudio profundo, técnico y forestal para saber cómo podrá ser la regeneración. En general, en el arco mediterráneo tenemos una gran ventaja: el fuego es un elemento que ha formado parte del ecosistema y las especies que tenemos son productos de la acción del fuego. Todas estas especies han adoptado estrategias de defensa contra los incendios: o bien porque son capaces de rebrotar de raíz -como los quercus o los matorrales acompañantes de las zonas mediterráneas- que pierden su parte aérea pero que han guardado recursos en las raíces y vuelven a brotar una vez pasado el fuego. Ese es el mecanismo más importante que hay en el arco mediterráneo y eso ayuda mucho a la regeneración. Hay otras que han tomado actitudes pasivas, como el alcornoque, que se ha adaptado desarrollando una corteza que tiene una alta resistencia al fuego. Hay otras que son capaces, como el pino alepensis, de albergar muchas semillas. Con el calor, se abren y diseminan todas esas semillas. Esa es un estrategia de persistencia. Hay que contar con estos elementos en un caso extremo de una afectación del 100% con un gran daño en el suelo que ha alterado las condiciones. En esos casos hay que acudir a estrategias de deforestación, de mantenimiento de los suelos, pero hay otras muchas zonas que hay que dejar pasar el tiempo, eliminar lo que pueda producir plagas forestales -elementos muertos que pueden aumentar la propagación en años siguientes porque es material muerto que ha quedado allí-. No es fácil, a priori, decir cuántos años tardará el suelo en regenerarse. Hay que esperar cómo responde el territorio pero como poco, 50 años.

Por deformación profesional voy por el territorio y voy viendo dónde ha habido incendios donde gente no es capaz de identificarlo. Un ejemplo muy claro es el Algarve, una zona muy castigada. En Córdoba veo zonas en las que se han producido incendios cuando ni siquiera estaba trabajando aquí. En el caso de Villaharta y Alcaracejos no recuerdo incendios en esos mismos territorios. Además, otro de los elementos que influye mucho en la regeneración del suelo es la continuidad de los incendios en una misma zona. Quemar sobre quemado influye mucho en las reconstrucciones ecológicas.

P. ¿Éste está siendo uno de los peores veranos en Córdoba en materia de incendio forestal?

R. Desde el año 2007 que fue el incendio de Obejo, donde se quemaron mas de 3.000 hectáreas, no habíamos tenido tal número de incendios por extensión y, ni mucho menos, un gran incendio como el de Alcaracejos. Llevábamos unos años presentando unas cifras extraordinarias que sabíamos todos que eran…

P. ¿Una ilusión?

R. Claro. En materia de incendios forestales no puedes saber qué va a pasar de un año a otro.

P. La prevención es vital.

R. Sobre todo, la social. La prevención la dividimos en dos partes: la pasiva y la activa, que son todas aquellas medidas que se toman para evitar que se produzca el incendio. Hablemos de la prevención social, de lo que hablábamos antes, convencer a la sociedad de que todos tenemos un función en la lucha contra los incendios forestales para evitar que se produzcan: ganaderos, habitantes de las zonas… No en vano, la mayor parte de las causas de estos incendios, son humanas en cualquiera de sus aspectos, ya sea accidental, fortuito, etc. Y luego, la prevención pasiva, que tiene virtualidad en función de que se produzca o no un incendio en esa zona.

Cada vez menos incendios queman más superficie

P. Desde que llegó al Infoca, ¿ha cambiado la intensidad de los fuegos o sus magnitudes?

R. A nivel global, y estadísticamente se ve, cada vez menos incendios queman más superficie. Esto significa que los incendios son muy grandes. Hay estudiosos que hablan de una sexta generación de incendios y que vamos a situaciones más de este tipo debido al cambio climático.

P. ¿Hacia qué escenario va Córdoba?

R. Podemos decir que estamos en un escenario normal. La situación se dibuja con puntas de sierra y hay años en los que es más favorable y años en los que se dispara un poquito. Este año ha sido extraordinario, pero Córdoba no es diferente al resto del territorio. Se prevé que cada vez vayamos a menor número de incendios pero con más superficie afectada.

P. ¿En qué porcentaje las personas somos culpables de los incendios?

R. A grandes cifras, los incendios sólo se inician por causa humana o natural. En España, esta última causa queda restringida a los rayos.

P. Y en Córdoba, esta incidencia es mínima.

R. Sí. Podemos estar en el 2%. El 98% restante se produce por causa humana en todos sus factores: los intencionados -que no son el mayor número al contrario de lo que piensa la opinión pública- y las negligencias, que sí son la mayoría. Estos son comportamientos poco conscientes de la peligrosidad de generar un incendio. No significa con esto que la persona tuviera intención de generar fuego, como puede ser usando una motosierra o maquinaria agrícola, las quemas de vegetación… Se trata de un comportamiento que no ha tenido en cuenta todas las circunstancias que pueden producir un incendio forestal. Luego, están las accidentales. El otro día, creo recordar que en Cádiz, un coche salió ardiendo en una carretera y produjo un incendio de características importantes. Evidentemente, eso es algo fortuito y no hay intención de que ocurra un incendio. Incluso en situaciones en las que una persona no ha actuado negligentemente y ha tomado de medidas de prevención en sus trabajos agrícolas, aún así se producen incendios. Hay situaciones en las que no puedes evitarlo aunque hayas tomado medidas para que no pasara. En el resto de España, los incendios por causas naturales pueden estar en el entorno del 10%. Seguimos hablando de un 90% por causa antrópicas.

No somos héroes, sino profesionales

P. ¿Qué causas mueven a aquellos que provocan los incendios forestales?

R. Generalmente están relacionados con venganzas, rencillas; situaciones mediante las que el fuego se quiere hacer daño a la persona propietaria del terreno. Caza, furtiveo, situaciones laborales… También te digo, eso que está tan metido en la opinión pública del incendiario, el loco que experimenta una satisfacción casi sexual al provocar un incendio, yo no conozco ningún caso. Hace muchos años, el doctor Castilla del Pino escribió un artículo muy interesante sobre esto diciendo que el pirómano como tal, el que que obtiene una recompensa psicológica intensa, es un fenómeno rarísimo en el mundo psiquiátrica. En Córdoba no he conocido a ninguno.

P. ¿Y qué hacer ante la complejidad que supone pillar a este tipo de incendiarios?

R. Es muy difícil. Ten en cuenta que esto me lo dicen los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Me acuerdo que un comisario de la Policía Adscrita de la Junta de Andalucía me dijo que eran muy poco satisfactorias las investigaciones policiales porque en una zona urbana siempre hay una persona que sufre de insomnio y se fuma un cigarro en la ventana de su casa, una cámara de una gasolinera... Cualquier elemento a través del cual es posible ver a esa persona. En el medio natural, no. Ahí, o lo ves porque te lo encuentras o sino hay miles oportunidades para salir de allí sin que nadie se dé cuenta. Todos los incendios forestales se investigan en dos aspectos: nosotros mismos mediante la Brigada de Investigación de Incendios, que la forman agentes de medio ambiente especialmente formados para esto, que hacen una investigación pericial y detallan cómo ha evolucionado el incendio ya que, durante su recorrido, va dejando una serie de señales e indicios que te indican hacia dónde se ha desarrollado. Entonces, yendo hacia atrás, damos con el área donde comenzó, se estudia y se hace una lectura. Sabemos que de ahí ha partido el incendio. Eso lo cuadriculan y hacen un rastreo minucioso de todo lo que ha quedado allí para ver si encuentran el medio de ignición. Una vez encontrado esto, se establecen hipótesis y ese informe se pasa a las Fuerzas de Seguridad del Estado. Ellos hacen ya la investigación policial con todos los medios posibles para intentar identificar al autor. Siempre que hay una sospecha de autor, todos los casos van al juzgado.

P. Las penas de prisión por incendios forestales son muy altas, de diez a 25 años de cárcel.

R. Son tremendas. Una vez que el proceso entra en el sistema judicial ya son términos jurídicos que se me escapan. Desgraciadamente tengo que ir a muchos juicios porque me llaman pericialmente. Hay condenas pero, ¿qué es una condena ejemplar? No lo sé. ¿Hay que meter a estas personas en prisión permanente? No lo sé, para eso está el Código Penal y sus interpretadores, que son los jueces. Nuestra misión termina una vez que entregamos a las autoridades judiciales la investigación.

P. ¿Qué tares de vigilancia realiza el Infoca a la caza del incendiario?

R. Es una de las funciones más importantes. El primer nivel del trabajo del Infoca es la vigilancia a través de las torres. En Córdoba tenemos una treintena de puestos de vigilancia en los que hay una persona permanentemente en las horas de mayor riesgo que está observando el territorio para alertarnos de cualquier inicio de incendios. Es muy importante la localización precoz para una primera intervención muy potente. Es lo que llamamos despacho automático. Luego, paralelamente, la vigilancia técnica se une al teléfono 112. También pasa que no siempre los alertantes privados valoran bien lo que están viendo, pero también nos sirve porque, independientemente de eso, analizamos todo. También se hacen recorridos con los retenes móviles que van por el territorio en zonas preestablecidas donde consideramos que puede haber más problemas. También están los agentes de medio ambiente y los voluntarios. Hay asociaciones, como la Asociación de Vecinos de las Siete Fincas, que son muy activas en este sentido y colaboran estrechísimamente con nosotros y hacen vigilancia activa y preventiva de toda la Sierra de Córdoba.

Uno siempre es bombero forestal ocupe la posición que ocupe

P. ¿Cómo se prepara el Infoca para la ola de calor que hemos vivido?

R. Siempre se vive con una cierta intensidad. Alteramos el dispositivo que tenemos y su posicionamiento estratégico para adaptarnos a situaciones como ésta. En el caso de las olas de calor, tomamos una serie de medidas extraordinarias, a parte de las alertas a municipios y a Policía. Además, se hacen vuelos preventivos y acciones de reforzamiento de turnos y de la vigilancia. Hay que tener en cuenta que las olas de calor en Córdoba no son lo mismo que se produzcan en Asturias. En Córdoba, estar por encima de 40 grados y por debajo del 10% de humedad es una situación bastante frecuente a lo largo de todo el verano. Lo mismo ha ocurrido con la preparación para la Vuelta Ciclista España, un evento que ha llevado asociado un posible incremento del riesgo y el corte de determinadas vías de comunicación. Adaptamos todo el dispositivo a esta situación. Si de repente hay una zona en al que se están produciendo muchos incendios sospechosos, adaptamos el dispositivo para saber qué está pasando y estar más cerca del territorio. Los medios aéreos los podemos distribuir también de otra forma. En la Subbética, por ejemplo, tuvimos posicionado un helicóptero a consecuencia de los incendios que hubo allí, previendo que pudiera haber posibles rebrotes.

P. ¿Cuántos incendios ocurren en Córdoba de los que no nos enteramos?

R. ¿Cuántos dirías que llevamos este año?

P. Soy muy mala con las aproximaciones.

R. (Ríe) Llevamos 98 intervenciones en lo que va de verano. En Córdoba estamos por encima del 80% de conatos, que es un incendio de una o menos hectáreas. Este es el pan nuestro de cada día. Todos los días actuamos en incendios de estas características que se quedan en conatos, en general, porque actuamos rápido. Esta es la gran baza de los planes de extinción, en concreto, del Infoca. Sólo en situaciones extraordinarias se producen los grandes incendios. Lo que nos ha pasado recientemente, con el mismo despliegue inicial que hemos hecho otras veces, lo hemos dejado en conato. Luego, también hay un elemento fortuito interrelacionado con las olas de calor o con las situaciones meteorológicamente determinadas que se analizan diariamente para adaptarnos. Un equipo de analistas dentro del Infoca nos informa a primera hora de los riesgos.

P. ¿Hace falta más personal?

R. Esa es una pregunta peliaguda que no me correspondería a mi responder. Mi misión es que, con lo que me dan, tengo que sacar el mayor partido posible. Lo que sí te puedo decir es que, te hablo de estudios científicos, la capacidad de extinción con medios no es una línea que siempre crece. Es decir, hay un tope por encima del cual, aunque metas más recursos, la eficacia es la misma. Eso se ve muy claro con los medios aéreos: hay una capacidad máxima de efectividad a partir de la cual, aunque metas más medios, no aumenta la efectividad, sino que se aplana la curva. ¿A qué dimensionamos los recursos? ¿A las 20 hectáreas que tuvimos el año pasado o a las 2.000 que llevamos este año? Es muy difícil. Hoy por hoy, me siento satisfecho con el dispositivo que tenemos en el Infoca. Además, hay que tener en cuenta que este dispositivo es regional. En los incendios que hemos tenido aquí hemos tenido recursos de Jaén, de Granada y de Huelva; medios aéreos de todas las provincias. Yo he estado en 40 incendios fuera de Córdoba. Lo fácil sería decirte que cuanto más, mejor, pero hay que adaptarse también a las realidades. No le podemos exigir a la sociedad más recursos de los que son estrictamente necesarios. Hay que tener en cuenta que la Administración tiene que cubrir la Seguridad Social, la Educación… Hay que adaptarse a la realidad y no puedes ser maximalista porque sería irreal e injusto para mis conciudadanos.

En Córdoba, el 80% de los incendios son conatos

P. ¿Estuviste en el incendio de Doñana de 2017?

R. Sí, sí. Aquello lo viví con mucha expectación e intentando poner lo mejor de nosotros. El 80% de la superficie quemada se produjo en la primera noche. El mayor problema que hubo era la preocupación por la extensión hacia el Parque Nacional. Las estrategias de recursos y los planes de extinción estaban muy determinados por esta defensa de un mal mayor de carácter ecológico y también porque había mucha población. En los incendios siempre se dice que las prioridades son las vidas humanas, los bienes materiales y los de naturaleza ecológica. Yo eso lo alteraría: hay bienes materiales que están muy por detrás de lo que considero una defensa de los bienes ecológicos, como puede ser Doñana. Ese aforismo es el que siempre se ha utilizado pero ya se está poniendo en duda los dos segundos factores. El primero es evidente: lo primero son las personas. Toda estrategia debe tener siempre en primer lugar no sólo a las personas que no están en el dispositivo, sino también a nuestro personal. Nosotros no estamos locos. Aquí, la seguridad es lo primero. Un lema que les gusta mucho a los más jóvenes es Vamos todos, volvemos todos, que es así como muy americano, pero es cierto. Allí no se puede quedar nadie. Eso sería una catástrofe de unas dimensiones estratosféricas. Luego, también está la profesionalidad de las personas. Siempre hay riesgos pero intentamos disminuirlos. Cuando dicen eso de “Son héroes”… No, no. Somos profesionales. Nadie tiene una capa de Superman y yo me quemo igual que te quemas tú, al igual que el resto de mis compañeros. A nadie le mola quemarse.

P. ¿Te ha cambiado tu manera de ver el monte?

R. No porque uno siempre es bombero forestal ocupe la posición en el organigrama que ocupe. Todos son muy importantes en un dispositivo, independientemente de cual sea su tarea. Siempre digo que María del Mar, la administrativa, es fundamental en el sistema porque este es un engranaje muy grande donde hay muchos dientes y si alguno falla, el engranaje… No digo que sea más importante un retén que un camión o un avión que un retén. Todos lo son. Y, por supuesto, está responsabilidad de la dirección, pero sí es verdad que mi trabajo en incendios forestales durante tanto tiempo ha alterado mi percepción psicológica. Si vamos de paseo nosotros tres, vosotros seguro que admiraréis la belleza del paisaje mientras que, a lo mejor, yo estoy pensando en su vulnerabilidad. Con respecto a las zonas quemadas pasa lo mismo. Si vamos los dos a Alcaracejos, tú te horrorizarás ante la mancha negra. Yo, por higiene psicológica, lo que veo es lo que hemos salvado. Me abstraigo de lo negro para ver lo verde. Procuro ver más la potencialidad salvada que el daño producido.

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