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El Domingo de Ramos, una historia de pausada transformación

Procesión de la Esperanza en 2019.

Rafael Ávalos

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Aunque a día de hoy es una de las jornadas más afianzadas y reconocibles en cuanto a sus hermandades, el Domingo de Ramos actual es muy diferente. La afirmación va en relación al origen de su actual disposición, que no se encuentra precisamente atrás en el tiempo. No al menos a nivel relativo pues Córdoba vive, en el plano procesional, el inicio de Semana Santa desde 1940. Es entonces cuando, por primera vez en etapa reciente tiene lugar una estación de penitencia en la ciudad. Corre a cargo ésta de la hermandad de la Esperanza, fundada apenas unos meses antes. Por tanto, no es la Entrada Triunfal, que ocurre tradicionalmente, la corporación que abre en la capital los días de Pasión. De hecho, es necesario esperar hasta cinco años después para que la Borriquita, como se le conoce popularmente, aparezca en el plano cofrade cordobés.

La historia del Domingo de Ramos como es tenido en el presente arranca, en efecto, al albur de la década de los cuarenta del siglo XX. Como motivo más cercano a este hecho se encuentra primero el desarrollo de la Segunda República y después, la dura situación provocada por la Guerra Civil. Cierto es que el conflicto bélico no tuvo lugar en la capital –al imponerse el levantamiento militar el mismo 18 de julio– y no afectó de manera directa en cuanto a la organización de desfiles procesionales. En la capital, de hecho, hubo estaciones de penitencia entre 1936 y 1939. Pero sí que la crisis llamada de posguerra dificultó en mucho la vuelta a la normalidad de la sociedad, y ahí también de las hermandades. Aun así, hasta 1931 la Semana Santa de Córdoba, en su sentido cultural y artístico, transcurría básicamente en los denominados días grandes –desde el Miércoles Santo hasta el Domingo de Resurrección–.

Sea como fuere, fue 17 de marzo de 1940 cuando por primera vez, dentro de la citada limitación temporal, se produce una procesión en Domingo de Ramos. La protagoniza, como ya quedó escrito, la hermandad de la Esperanza, pero no lo hace con ninguno de sus actuales titulares. Tampoco desde la que es conocida como su sede canónica en el imaginario colectivo, y esto es San Andrés. La corporación estaba radicada en la Real Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas y dio vida al primer día de Semana Santa en la ciudad con una imagen mariana, de autor anónimo por cierto, cedida por un particular: Rafael Rodríguez Ortega. Hubo que aguardar unos años, hasta 1959 en concreto, para que la cofradía hiciera estación de penitencia con Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima de la Esperanza, ambas de Juan Martínez Cerrillo.

A partir de que la Esperanza estableciera el origen del Domingo de Ramos en ámbito procesional, la configuración reconocida hoy en día tardó en llegar. Lo cierto es que ya en 1940 hubo dos procesiones en las calles de Córdoba, con la presencia también del Señor de la Caridad, cuya hermandad se trasladó al Jueves Santo en 1942. De vuelta al relato principal, es significativo el hecho de que también tuvo como día de salida el primero de Semana Santa la Paz y Esperanza. Ocurrió sólo en 1941 y 1942, eso sí. Tras un año de soledad en las calles, por decirlo de alguna forma, de la corporación de San Andrés (1943), el Rescatado se sumó en 1944 en medio de su siempre compleja historia. Ya el 25 de marzo posterior (1945) surgió la Borriquita en la ciudad.

Llegada, por tanto, la medianía de los cuarenta del siglo XX, la capital disfruta por vez primera de la Entrada Triunfal. Si bien, al igual que sucede con la Esperanza, todo era muy diferente a la percepción actual. La imagen no era todavía la de Nuestro Padre Jesús de los Reyes, que además no contó con misterio hasta la nueva centuria, pues la imagen fue tallada por Juan Martínez Cerrillo hasta 1963. Además, la hermandad realizó su estación de penitencia por la tarde y desde San Juan y Todos los Santos (La Trinidad), donde nació en realidad. La corporación ahora de San Lorenzo tenía dentro de su cortejo a niños de Primera Comunión y en la década de los cincuenta acabó por extinguirse para ser refundada precisamente en 1963 en María Auxiliadora. Después vendrían a adherirse al Domingo de Ramos las cofradías del Amor (1956), Las Penas (1958) y la Oración en el Huerto. Esta última lo hace ya en 1976, ya que anteriormente participaba del Martes Santo y sufrió problemas que la llevaron a no recorrer las calles durante más de una década. Por cierto, que en plena transición sólo marchó en paso Nuestro Padre Jesús de la Oración en el Huerto. Todavía restaba mucho para definir finalmente el primero de los días de Pasión.

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